Por Andrés Barrios (andres.barrios@gruponacion.com.py)
Hasta hace unos meses era impensada la llegada del Covid 19 a Paraguay. Pero el virus se propagó y encontró en el país un escenario ideal: un precario sistema de salud y un modelo de engaño del Estado para asistir a los sectores más vulnerables, quienes no tienen otra opción y dependen de la solidaridad. La lucha contra “el mal del momento” se vuelve cada vez más complicada.
El Gobierno, semanas atrás, empezó con los "mecanismos” para asistir a los sectores más necesitados, los que viven del día del día, los que no comen si no salen a la calle. Desde la vigencia de la cuarentena dependen de alguna ayuda, porque el hambre ataca y no puede esperar.
Dentro de todo el problema desatado por el Covid 19, una vez más el paraguayo sacó a relucir su solidaridad. Organizándose en pequeños grupos dona víveres o comida a los más carenciados. Muchos pueden considerar que eso es poco, pero lo poco se vuelve enorme en un mar de necesidad.
Ante la falta de respuesta rápida del Gobierno, jóvenes, organizaciones sociales y comisiones vecinales asisten a las personas que nada tienen para cubrir sus necesidades, sobre todo esas que no se detienen ante una pandemia, una emergencia sanitaria.
En la ciudad de Itá los asentamientos son los más olvidados, por eso un grupo de jóvenes hizo una campaña de recolección de alimentos. Otros donan dinero (sin importar el monto), porque la consigna es dar la mano a los compatriotas que realmente están pasando mal y solo son recordados por políticos en época de campaña electoral.
“Iniciamos con un grupo de amigos mediante donaciones. La mayoría son gente humilde, algunos donan G. 20 mil, arroz, locote, tomate, cosas así. No es mucho, pero para la gente que necesita es enorme. Cocinamos para al menos 60 personas y salimos a repartir en los asentamientos, respetando las medidas sanitarias”, relata Alfonso Andrés Maldonado, en entrevista con La Nación.
Desde casa
Con la cuarentana dispuesta por el Gobierno para evitar una mayor propagación de la enfermedad, se establecieron restricciones para salir de la casa. Ante esto los jóvenes reciben las donaciones en el domicilio de uno de los voluntarios. Preparan la comida y luego salen a repartirla.
La iniciativa empezó el jueves de la semana pasada y continúo hasta ayer sábado. Al menos 60 platos de comida por día entregan.
“Repartimos casa por casa, sin aglomeración de personas. Tampoco sacamos fotos a las personas, no queremos exponerlas para que no se piense que se busca algún rédito con esto. Es solo un acto de solidaridad con las personas que realmente están pasando mal. Hay mucha necesidad en los asentamientos, porque ellos dependen del día a día y ahora nadie puede salir”, agregó Maldonado, quien entrega la comida en su vehículo particular.
En la ciudad de San Bernardino, departamento de Cordillera, los jóvenes tampoco se quedan atrás y se organizan para juntar víveres y entregar a los más necesitados. Otro grupo también hace lo mismo con la ayuda de la Iglesia y la Municipalidad.
Los víveres son entregados de acuerdo a la cantidad de alimentos que van juntando. La misma situación se vive en la ciudad de Encarnación, departamento de Itapúa, donde los jóvenes demostraron un gran compromiso social.
Todo es producto de la solidaridad de los vecinos, quienes deciden compartir lo poco que tienen con el lema “hoy por ti, mañana por mí”.