La población indígena está en total desprotección. Así lo evidencian los asesinatos de una niña de 12 años en la zona de la Terminal de Ómnibus de Asunción, y de un joven de 29 años mientras dormía en una parada de buses de la capital del país. A éstos se suman los reiterados abusos a los que fue sometida una adolescente de 14 años.
En estos hechos, registrados en los últimos tres meses, la labor del Instituto Paraguayo del Indígena fue prácticamente nula. Consciente de esto y de la escalada de violencia de la que es objeto una población vulnerable, sectores de la sociedad civil se autoconvocan y movilizan para exigir justicia en nombre de las víctimas.
Una de las movilizaciones es hoy, a partir de las 18:00, frente al Panteón de los Héroes, y otra es el martes 3 de marzo, a partir de las 19:00, frente a la Terminal de Ómnibus de Asunción.
Si bien las investigaciones continúan, hasta el momento los responsables siguen impunes.
El peor final
El asesinato más reciente fue el de una niña indígena de solo 12 años. Abandonada a su suerte en la zona de la Terminal de Ómnibus de Asunción, donde hace tiempo se viene denunciando la vulnerabilidad en la que se encuentran los niños, niñas y adolescentes que deambulan por el lugar, sin ningún tipo de protección por parte de sus padres, instituciones responsables e incluso del Estado, murió estrangulada y hasta el momento nada se sabe del o los autores del hecho. Éste, o éstos, tras cometer el crimen dejaron el cuerpo en una especie de basural, como quien se despoja de aquello que ya no le sirve.
El olor alertó a una vecina, quien acudió hasta el lugar y se encontró con el horror. Llamó a la Policía y a partir de allí el proceso siguió su curso. Los análisis de rigor determinaron que la muerte se registró 3 a 5 días antes del hallazgo del cuerpo, en la noche del lunes 24 de febrero.
La víctima era huérfana de madre desde los 8 años; del padre nadie habló. El cuerpo fue reconocido por su abuela, oriunda de Curuguaty, municipio de Canindeyú, uno de los departamentos con mayor índice de pobreza del país.
A casi una semana del hecho, se tienen más dudas que certezas. Se sabe que la niña estuvo en un hogar de acogida, pero se desconoce cómo salió del mismo. No obstante, la Fiscalía continúa con la investigación.
Una víctima reiterada
A finales de enero, una adolescente indígena de 14 años fue hallada maniatada, de pies y manos, en un predio abandonado ubicado en pleno centro de Asunción y que también hacía un tiempo era denunciado como “aguantadero” de delincuentes. La misma fue abusada. No era la primera vez. Las autoridades responsables sabían y nada hicieron al respecto.
Tras la difusión, se supo que la adolescente ya había sido víctima de abuso en el 2018. El hecho también ocurrió en el centro de la capital del país, hasta donde habría llegado desde Canindeyú junto con su familia para una manifestación, pero ya no regresó a su hogar.
El Ministerio de la Niñez estaba al tanto de su caso. La Fiscalía llegó a aprehender al supuesto victimario en aquel entonces. Incluso, se sabe que la adolescente había estado en un centro de protección, pero no se sabe en qué circunstancias salió del mismo y terminó en ese “aguantadero”.
Ambos casos reflejan la falta de seguimiento de las instituciones responsables de garantizar la protección de la población más vulnerable.
El último sueño
Se acostó a dormir y ya no despertó. El 16 de diciembre del 2019, Lorenzo Silva, un joven indígena de 29 años, proveniente de Tacuati, departamento de San Pedro, que se dedicaba a la recolección de residuos se acostó a dormir en una parada de colectivo ubicada sobre la calle Jejuí casi Montevideo de Asunción. Fue su último sueño. Desde un auto en movimiento, se realizó un disparo mortal contra su inmunidad.
Hasta el momento, nada se sabe del o los autores del hecho, a pesar de que existe un vídeo de circuito cerrado que muestra el asesinato. Si bien la Fiscalía continúa con la pesquisa y conformó un equipo fiscal para investigar el crimen, la muerte de Lorenzo sigue impune.