Luis Alberto Ñamandú González, de 27 años, fue condenado a guardar reclusión en el penal de Tacumbú, donde empezó un proceso de reflexión y en la actualidad es un estudiante universitario, sueña en trabajar como contador y ayudar a los jóvenes que deambulan víctimas de las drogas.
“Vengo de una familia humilde de Villa Hayes. Mi mamá me abandonó a los 8 meses, creo que por una mala relación con papá que tenía problemas de alcohol. Crecí con mi abuela, porque mi padre siempre estuvo ausente”, relató Ñamandú que entretejió su vida como pudo.
Con traumas, desilusiones amorosas y apremios económicos de lo poco que su padre albañil aportaba, salió a la calle y se inició en los delitos que le costaron dos entradas en reclusión, en el 2009 en el Centro Educativo de Itauguá y en el 2012, en Tacumbú por robo.
“Le pido disculpas a mis víctimas. Quiero ser un hombre de bien”, señala arrepentido Ñamandú quien reconoce haber estado bajo el consumo de drogas y le pesa por sobre todo haber obrado de manera equivocada: “Quiero pedir perdón, estoy muy arrepentido, no sabía lo que hacía”, se pronunció con la cabeza gacha.
“Sé que no alcanza con eso, pero yo cambié dentro de Tacumbú. Cuando salga desearía trabajar en contabilidad y ayudar a que los jóvenes no consuman drogas”, expresa Ñamandú que estudia el 3er. Curso de Contabilidad dictado por la Universidad Metropolitana de Asunción (UMA) dentro del penal, trabaja como asistente de psicología en el pabellón Libertad y celebra la llegada de su hijo junto a su esposa Rocío.