Por Aldo Benítez y Andrés Barrios (enviados especiales)

Fotos: Pánfilo Leguizamón

La última gran inundación que azotó la zona norte del país dejó en evidencia la desidia estructural en la que viven miles de familias en el primer departamento. Mientras comunidades enteras como Paso Barreto y Puentesiño (José Félix López) quedaron totalmente aisladas, una amenaza preocupa a la ciudad de Concepción; la posibilidad de un desastre con el sistema de efluentes, que puede colapsar con otra gran lluvia.

En la casa de don Víctor Fernández, en Paso Barreto, se salvaron algunas sillas de madera. Después perdió su cama, su ropero y ni hablar de las pequeñas plantaciones que tenía en su patio; todo quedó bajo agua, y después que las aguas se fueron, quedó un pantano de lodo. Perdió todo.

Foto: Pánfilo Leguizamón

Es un jueves caluroso del 28 de marzo. El cielo azul y abierto que abraza este lodazal augura que ya no se vendrán lluvias. Esto hace que don Fernández y otros pobladores tengan algo de esperanza en que pronto se podrá solucionar la situación o al menos, volver a sus casas.

Foto: Pánfilo Leguizamón

Don Fernández vive solo. Tiene 76 años. Se quedó sin el ojo izquierdo cuando era muy joven y se dedica enteramente al trabajo de campo. Recibe al equipo de GEN y La Nación sin remera, con una pequeña cruz de madera que le cuelga con un collar de hilo y un puñal guardado en su estuche en la espalda, a la altura de la cintura. A pesar de la extrema situación en la que se encuentra, dice que están “bien” e invita a charlar en el patio de su casa.

Vivió toda su vida en Paso Barreto. Tenía una pequeña chacra en en donde se encargaba de tener algunos cultivos mínimos, como banana, piña, naranja, que le servían para ventas menores o consumo propio. Lo que le queda, hoy, es un amplio patio de barro y lodo.

Las aguas desbordadas del río Aquidabán y de otros cauces pequeños, superaron los niveles de cualquier otra inundación que recuerde don Fernández en los últimos años. Dice que esta vez tuvo que alzar algunas pertenencias - la cocina, su pequeña heladera, etc – sobre el techo. Pero ni eso sirvió, asegura el señor.

Foto: Pánfilo Leguizamón

“Yo tuve que irme a vivir bajo una carpa en una zona más alta, bajo un mango, que me servía para subir por sus ramas en caso de que el agua llegue hasta donde estaba. Este año la inundación nos agarró mal”, dice don Fernández en guaraní.

Paso Barreto, una localidad en la que viven unas 700 familias y distante a 56 kilómetros de la capital departamental, fue una de las más afectadas por las inundaciones. A la crecida del río Aquidabán, se le sumaron los desbordes de los arroyos Pitanoaga, Trementina y la de la laguna Penayo, con lo que la población quedó totalmente aislada por varios días. La única forma que encontraron desde la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) de hacer llegar asistencia fue a través de un helicóptero, que llevaba lo indispensable en víveres, colchón y carpas.

La situación de Fernández se replica en cientos de familias del lugar. Si bien las aguas ya bajaron, la zona quedó empantanada, convertida casi en un humedal. Quienes vivían en los alrededores de los cauces hídricos no pueden volver a sus casas. Los que se dedicaban a la ganadería en las estancias de la zona no pueden hacer el trabajo diario. La situación se torna difícil y al menos 200 familias siguen dependiendo de los víveres de la SEN y del Gobierno central para poder comer. Para poder subsistir.

Foto: Pánfilo Leguizamón

Camino al andar

Recién desde el pasado jueves, Paso Barreto volvió a tener una conexión terrestre con Concepción, la capital departamental. El único camino es el que sale por San Alfredo. Ese recorrido supone un desvío de casi 80 kilómetros en lugar del camino directo Paso Barreto – Loreto, que hoy está totalmente clausurado por la caída de una parte del puente que une ambos distritos sobre el río Aquidabán. La fuerza de las aguas se llevó gran parte de la cabecera, hacia Loreto. Los pobladores ya se hacen la idea de que pasará un buen tiempo hasta que este puente pueda ser reparado.

Por de pronto, la Municipalidad de Paso Barreto, como medida de urgencia, puso al servicio una lancha motorizada para el paso de personas. El problema es que por ese acceso, solamente queda caminar, ya que las aguas de la laguna Penayo como el arroyo Pitanoaga, se llevaron todo. No dejaron nada, solo aislamiento.

Paso Barreto tiene un nombre de origen peculiar. Según los pobladores, en los años de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), la zona era inhóspita y apenas existía un lugar por donde se podía pasar para llegar hasta el río Aquidabán. En aquellos tiempos, un señor de apellido Barreto, se encargaba de acompañar a las delegaciones o familias que se animaban a hacer ese tramo. Con el tiempo y el boca a boca, este señor se hizo muy popular, y al lugar rápidamente se lo conoció como “Paso Barreto”.

La historia como distrito municipal es mucho más reciente para este pequeño pueblo. Fue declarado con rango de Municipalidad por Ley Nº 4.926 del 31 de mayo del 2013. El actual intendente local es Bruno Piccinini, con quien este equipo periodístico no pudo contactar porque estaba internado por una afección de salud, según los reportes que nos dieron desde la Municipalidad local.

Una de las actividades económicas más importante de este pueblo son los aserraderos. Sin embargo, esta actividad está en franco declive; “ndaiporivéi la bosque. Oitypama lo mitã” (ya no quedan bosques, echaron todo), dice don Fernández.

En años anteriores, en la ciudad existía al menos siete aserraderos que generaban empleo para gran parte de los hombres del pueblo. Hoy, esa cantidad se redujo a dos, que trabajan cada vez con menos horas.

Esta situación hizo que la gente se “rebusque” y de los trabajos habituales pase a changas en las estancias. De hecho, las grandes extensiones en manos privadas para la explotación ganadera es el denominador común en la zona. Los pobladores no son los dueños de estas tierras, sino jornaleros. Los propietarios son empresarios agroganaderos que viven en Asunción, principalmente. Otras ocupaciones son la pesca y a la albañilería, que no tiene demasiada salida últimamente.

Para salir de Paso Barreto en transporte público, hay un bus que hace el trayecto algunas veces por día. Entre las 06:00 y 09:00 de la mañana son las salidas, y las vueltas a la tarde. Tras la inundación, el servicio recién se restableció desde este jueves 27 de marzo y con una salida diaria y a un alto costo. Los lugareños llegan a pagar hasta 30 mil guaraníes.

Agua y más agua

El problema de la inundación empeoró la situación de la atención médica. El único Centro de Salud de Paso Barreto no tiene ambulancia, por lo que los pobladores tienen que ingeniarse para salir del lugar en caso de tener algún enfermo. En ese sentido, el único lugar en donde se puede socorrer a las personas es en la ciudad de Concepción. Pero con los desbordes de los ríos y arroyos, salir de Paso Barreto se hace muy difícil.

Vidalia Ramos cruza con su moto el terraplén desbordado de la laguna Penayo. Detrás de Vidalia está su pequeña hija que llora porque tiene miedo de caer en el agua. Son las 17:35 de este miércoles 27 de marzo y en el trayecto Paso Barreto-Loreto, las aguas de lagunas y arroyos desbordados destrozaron en grandes partes el camino que une ambas ciudades. La situación en principio no parece tener una solución a corto plazo.

“Hace como 20 días que estamos haciendo así. Pasa que nuestros hijos tienen que ir a la escuela y no queremos que falten”, dice Vidalia. La escuela a la que acuden se llama Cristo Rey. La mayoría de los niños va como puede y cuando puede, si es que todavía tienen calle para llegar hasta este local.

Foto: Pánfilo Leguizamón

Vidalia cuenta que no hay otra opción que salir en moto hasta la escuela y sortear los ríos desbordados. Ella prefiere que su hija llore un rato por pasar el agua a que se pierda horas de escuela. La realidad, muchas veces, es implacable cuando no hay alternativas.

Para Celso Lucichi, otro poblador de Paso Barreto, la situación de quedar aislados empeoró con las obras de puente que nunca se terminaron. De hecho, estos trabajos del Ministerio de Obras Públicas (MOPC) se iniciaron en agosto de 2016, a cargo de la firma Covipa SA, pero hasta ahora, las obras no fueron culminadas.

La semana pasada, la Gobernación de Concepción se declaró en emergencia nacional debido a las inundaciones. Unas 1.300 personas afectadas por las subidas de las localidades de Paso Barreto, Puentesiño (hoy Sargento José Félix López), San Lázaro y algunas barriadas de Concepción, obligaron a tomar la determinación gubernamental.

En la ciudad de Concepción también la situación se volvió peligrosa. Actualmente hay unas 150 personas que fueron reubicadas porque en sus barrios el agua llegó hasta los techos. La crecida superó cualquier expectativa y trepó hasta los 7,3 metros, cuando el muro de contención de la ciudad es de ocho. Para el intendente local, Alejandro Urbieta, la ciudad de Concepción puede colapsar con una nueva lluvia grande por el problema de efluentes.

Foto: Pánfilo Leguizamón

“Para nosotros es sumamente preocupante la situación en la que nos encontramos porque aguas de efluentes de alcantarillado sanitario no tienen salida al río. Con una lluvia de 100 milímetros esto va a ser un caos total dentro de la ciudad. Concepción tiene la particularidad, más ahora con la altura del río, las aguas de lluvia no pueden salir si no es con las motobombas porque las compuertas están cerradas”, relata el jefe comunal con un tono de voz preocupante.

En Paso Barreto y zonas aledañas, los pobladores se cansan de pedir a las autoridades más y mejores caminos. Pero como esto parece un pedido demasiado extraordinario, hoy sólo piden a Dios que ya no llueva en estos días.

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