Omar Jara, corresponsal.

Exclamaciones y aplausos se hicieron sentir en el recinto de la Universidad Nacional de Caaguazú (Unca), con sede en Coronel Oviedo, cuando se anunció el nombre de Mónica Santacruz Morínigo entre los ingresantes de la Facultad de Ciencias Médicas, cuya lista se dio a conocer en medio de una alta expectativa de alumnos y familiares.

Mónica es una brillante estudiante de 18 años, que está en situación de discapacidad debido a una afección que contrajo hace dos años, cuando le diagnosticaron una malformación arteriovenosa que afectó la médula espinal. Desde entonces no puede caminar y se mueve en silla de ruedas. Vive con su madre en la compañía San Ignacio de Loyola de San José de los Arroyos.

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La joven se ubicó en el lugar número 26 de un cupo de 40 ingresantes y un total de 185 postulantes. “Sinceramente fue uno de los mejores días de mi vida. Es un logro personal muy grande. Solo yo sé por todos los sacrificios que pasé para llegar a esta meta, y me siento muy orgullosa”, manifestó Mónica.

La flamante alumna de Medicina agregó que “no fue fácil con mi discapacidad, porque existen muchas limitaciones ahí afuera, barreras arquitectónicas y también de actitud. Tengo la gran suerte de estar rodeada de gente que siempre me apoyó y me brindó mucho amor. Mis compañeros, los profesores y mi mamá que es mi gran sostén. Sin ella nada de esto hubiera sido posible. Ella es la que se lleva el reconocimiento más grande”, señaló con soltura.

La joven confesó que Medicina era un sueño antes de que se enfermara y que se quedara en silla de ruedas. “Estuve determinada a que mi discapacidad no fuera un obstáculo, porque la discapacidad no te limita, te limitan las barreras arquitectónicas que te pone la sociedad, al idear escaleras y no rampas, o la propia forma de pensar de las personas que dicen que uno no puede lograr nada por no poder caminar o ver. Me encantaría que se deje de ver a la discapacidad de esa forma”, inquirió.

“Me encantaría que se entienda que discapacidad no es incapacidad. Es importante que la gente se informe, que se dé cuenta que las personas con discapacidad pueden lograr grandes cosas, al igual que cualquier persona que no cuenta con deficiencias. Me siento muy feliz y orgullosa, y con muchas ganas de seguir rompiendo barreras y lograr las metas que me propongo”, expresó.

Mónica, junto a su mamá, Noemí Morínigo. Foto: Gentileza.

La flamante ingresante mostró su beneplácito porque para la construcción del edificio de la universidad se ha previsto un diseño amigable con las personas con discapacidad. “Desde la primera vez que estuve en la UNCA me sentí muy cómoda, porque tiene una estructura inclusiva. Gracias a Dios, ya formo parte de esa gran familia”, dijo.

Su madre Noemí Morínigo, por su parte, indicó que está “demasiado feliz y orgullosa. Nunca dudé que mi hija podía, e hice lo que pude para ayudarla a alcanzar la meta”.

La joven confesó que Medicina era un sueño antes de que se enfermara y que se quedara en silla de ruedas. “Estuve determinada a que mi discapacidad no fuera un obstáculo, porque la discapacidad no te limita, te limitan las barreras arquitectónicas que te pone la sociedad, al idear escaleras y no rampas, o la propia forma de pensar de las personas que dicen que uno no puede lograr nada por no poder caminar o ver. Me encantaría que se deje de ver a la discapacidad de esa forma”, inquirió.

“Me encantaría que se entienda que discapacidad no es incapacidad. Es importante que la gente se informe, que se dé cuenta que las personas con discapacidad pueden lograr grandes cosas, al igual que cualquier persona que no cuenta con deficiencias. Me siento muy feliz y orgullosa, y con muchas ganas de seguir rompiendo barreras y lograr las metas que me propongo”, expresó.

La flamante ingresante mostró su beneplácito porque para la construcción del edificio de la universidad se ha previsto un diseño amigable con las personas con discapacidad. “Desde la primera vez que estuve en la UNCA me sentí muy cómoda, porque tiene una estructura inclusiva. Gracias a Dios, ya formo parte de esa gran familia”, dijo.

Su madre Noemí Morínigo, por su parte, indicó que está “demasiado feliz y orgullosa. Nunca dudé que mi hija podía, e hice lo que pude para ayudarla a alcanzar la meta”.

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