Durante la homilía del séptimo día del novenario de la Virgen de Caacupé, el monseñor Joaquín Robledo dijo los jóvenes son capaces de construir el reino de Dios.
En la mañana de este martes, el monseñor Joaquín Robledo, Obispo de la Diócesis de San Lorenzo, tuvo a su cargo la homilía del séptimo día de novenario de la Virgen de Caacupé y habló de “Los frutos del Espíritu Santo en la vida de los cristianos”.
El monseñor Robledo abordó el tema del último año del Trienio de la Juventud que es para dar mucho fruto y dijo que englobando podemos decir, para recordar lo que Jesús nos dice “ustedes son mis amigos, permanezcan en mí para dar mucho fruto”.
“En primer lugar le damos Gracias a Dios por los frutos que ya hemos logrado, por lo que ya hemos producido. Sin embargo, el Señor nos sigue enviando para dar más frutos como Iglesia que peregrina en Paraguay, estamos llamados a eso y para ello hemos de estar a la escucha del Espíritu Santo para discernir la voluntad de Dios y como Iglesia estar atentos a las necesidades de nuestro hermanos para ser solidarios con ellos. De esa manera, podemos dar frutos de verdad y de conversión, podemos dar buenos frutos” mencionó.
El obispo de la Diócesis de San Lorenzo, se refirió a la primera lectura, donde el profeta Isaías nos dice que nuestras relaciones humanas han de estar fundamentadas en la Justicia y el Derecho. “El Rey de Israel tiene la misión de administrar la Justicia y el Derecho a favor de los oprimidos y desamparados pero los reyes de Israel no habían cumplido con esa misión. Por eso el Señor, anunció que el nuevo Rey que será justo y hará reinar la paz y la armonía en el mundo. A la luz de la Pascua, la comunidad cristiana vio que este Rey es Cristo resucitado, es el mesías lleno de espíritu que realiza el proyecto de Dios, que es un proyecto de justicia y paz. La paz de la que nos habla la biblia se refiere a esa convivencia feliz que supera las diferencias sociales, esa convivencia que se expresa en el buen trato y la fraternidad” explicó.
También refirió que en el evangelio, Jesús da gracias a Dios Padre porque se reveló a los pequeños, es decir, a los pobres y sencillos, ellos estuvieron dispuestos a escuchar a Jesús.
En otro momento dijo que Jesús nos presenta a Dios como un padre que ama a los pobres, a los oprimidos, humildes. Manifestó que Dios está a favor de los humildes y los sencillos, Dios está presente en el corazón de los que aman y respetan a sus hermanos, está presente junto a nosotros cuando buscamos la paz y la justicia. “Así conocemos a Dios, cuando tratamos bien a los demás, cuando creamos un ambiente de armonía y de fraternidad entre nosotros. Nuestro Dios es el Dios que opta por la justicia y por los pobres, así nos ama” puntualizó.
Mirada en los jóvenes
“La Iglesia detiene su mirada en los jóvenes porque ellos son capaces de construir el reino de Dios y por eso queridos jóvenes, dejémonos guiar por el Espíritu Santo, abramos nuestra conciencia. Nuestros frutos son los del espíritu que actúan en nosotros. “El apostol San Pablo nos dice, el fruto del espíritu es amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí” expresó el monseñor.
Además sostuvo que el espíritu nos lleva a dejarnos guiar por el amor a una entrega servicial, noble y generosa pero la carne que engloba todas las apetencias egoístas del ser humano. “El poder, el placer, la plata, se resiste de mil formas a esas exigencias del amor, pone trabajas, barreras. El hombre espiritual es el que se deja guiar por el espíritu que le capacita y le impulsa a utilizar la libertad por el amor. El hombre carnal se hace esclavo de sus propias pasiones y se encierra en un egoísmo estéril, no se abre al amor, a la acción del Espíritu Santo” reflexionó.
También habló acerca de los frutos del espíritu que tienen íntima conexión con las bienaventuranzas. “Las bienaventuranzas evangélicas son signos de la presencia del reino de Dios que llegó con Jesús. Él nos muestra que la felicidad verdadera no está en los valores codiciados por el mundo sino en los bienes trascendentes del reino para los cuales nos disponen ciertas actitudes de aparente privación” acotó.
Dios quiere nuestra felicidad
En otra parte de la prédica, el monseñor dijo que son dichosos los humildes, los pobres, lo que tienen alma de pobres, los limpios de corazón, los misericordiosos, los que siembran la paz, los que tienen anclado su corazón en el reino y su justicia. “Eso es lo más importante, lo demás viene después. Mensaje hermoso pero difícil para la comprensión humana. Las bienaventuranzas, nos recuerda el papa Francisco, solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad y el orgullo, por eso hemos de estar abiertos a la acción del Espíritu Santo, son palabras hermosas del papa Francisco” recordó.
Finalmente afirmó que Dios quiere nuestra felicidad por eso Jesús dice 'felices los que tienen alma de pobre porque de ellos es el reino de los cielos'.
“El evangelio nos invita a un compromiso real, por la justicia, por el desarrollo humano, por la dignidad de los más pobres. Que la Eucaristía que celebramos nos ayude a abrir nuestro corazón a Dios y como comunidad cristiana nos comprometamos a vivir el espíritu de las bienaventuranzas que es el espíritu de Cristo y de la Virgen de los milagros de Caacupé, interceda por nosotros para que los frutos del Espíritu Santo se manifiesten en nuestras vidas y para que seamos testigos de las bienaventuranzas del reino de Dios” sostuvo.