En el marco del novenario de la Virgen de Caacupé, el Monseñor Miguel Ángel Cabello habló en su homilía acerca del paradero desconocido de Edelio Morínigo y Félix Urbieta.

En la mañana de este viernes se llevó a cabo el tercer día del novenario en honor a la Virgen de los milagros de Caacupé, dentro del contexto del Trienio de la Juventud con el lema “para dar mucho fruto”.

En la ocasión, el Monseñor Miguel Ángel Cabello fue el encargado de la homilía y mencionó que hoy se celebra la fiesta de San Andrés Apostol. “Era primeramente junto a Juan, discípulo de San Juan el Bautista y ambos en una ocasión, según el evangelio de San Juan, cuando vieron pasar a Jesús, escucharon de boca de Juan el Bautista la expresión “ése es el cordero de Dios” y ellos siguieron a Jesús” indicó el monseñor Cabello.

“Fue a orillas del lago de Galilea cuando estaban pescando, que Andrés junto a su hermano Pedro escuchó de parte del maestro Jesús la invitación 'siganme, y yo los haré pescadores de hombres’. Se puede evidenciar en este pasaje el temple, la generosidad y la disponibiliad de estos jóvenes. Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron” manifestó.

El monseñor Cabello dijo que la llamada de Jesús no quedó en vano en ellos, ya que de pescadores de peces, se volvieron pescadores de hombres. “No quisieron quedarse con una vida rutinaria y cómoda, por eso dijeron sí al proyecto de Jesús. Dieron un vuelco a sus vidas y se pusieron a servir en la extensión del reino. Los frutos de sus trabajos se siguen dando aún hoy para el bien de la humanidad y la gloria de Dios” argumentó.

“La vida de los apostoles santos y santas de nuestra iglesia ha sido una vida llena de frutos y estos testimonios nos alientan. Pero igualmente que los antitestimonios, los malos ejemplos, la vaciedad o la esterilidad de vida de las personas nos desaniman. Es por ello que en este día del novenario se nos invita a reflexionar también sobre las vidas que no producen frutos. Presenciamos en efecto con tristeza esta lamentable realidad de personas, cuya vida transcurre prácticamente estéril, infecunda. Otras vidas producen pero lastimosamente sus frutos son de muerte. Mirando específicamente la realidad juvenil nos duele también observar que aparentemente hay jóvenes que no están produciendo los frutos que se esperan de ellos”, expresó el monseñor.

Los jóvenes

Se refirió a los jóvenes, invitando a pensar en esos jóvenes fuertes, sanos físicamente pero que ni trabajan ni estudian. “Algunos no trabajan porque estudian y otros no estudian porque tienen que trabajar. Muchos ciertamente no tienen oportunidades pero otros porque simplemente no aprovechan las posibilidades económicas de sus padres y el tiempo libre que disponen. Vidas que no producen frutos. Hay también jóvenes, varones y mujeres, quienes teniendo la fortaleza e inteligencia juvenil pierden mucho tiempo en diversiones, juegos, vicios, alcohol, drogas, que los deja aturdidos, alienados, debilitados y hasta dañados en su condición física, intelectual y moral” lamentó.

Así también aseguró que hay jóvenes de la Iglesia, bien formados aparentemente, después de una catequesis, retiros, entusiastas, pero que son incapaces de realizar un sencillo servicio dentro de la Iglesia, en su comunidad o en su recinto familiar. Según Cabello, quizá no hacen algo malo pero tampoco hacen algo mejor.

“Otros jóvenes lastimosamente han caído en la delincuencia, se volvieron asaltante, ladrones, motochorros, vendedores de crack, violadores, hasta asesinos. Nos duele decir hermanos pero tenemos que decir que son como vidas que no producen frutos. El ideal de vida que Dios les tenía preparado, no se ha realizado en ellos y qué triste es eso” apuntó.

La sociedad y el resultado

Dijo también que analizando estas realidades no solamente tienen que ver con los jóvenes sino también con los mayores y que si muchos de los jóvenes son así es porque la sociedad los hizo así y la pasividad, ineptitud y corrupción es consecuencia de lo que aprendieron de los mayores.

Resaltó la importancia de repreguntarse qué es lo que se les enseña a los niños y jóvenes. “¿Cuál es la imagen de sociedad que les estamos ofreciendo? Pensemos qué enseñanza pueden recibir los jóvenes del triste espectáculo de una sociedad desorientada y decaída moralmente” reflexionó.

Se refirió a personas involucradas en descarados actos de corrupción, casos de robos de bienes públicos, tráfico de influencia, prebendas, sobornos, coimas, lavado de dinero, el pisoteo de los derechos humanos y el manoseo de los más pobres y vulnerables como los casos de tantos campesinos e indígenas de nuestro país.

El gran drama de la sociedad de hoy

Habló además del privilegio de tener tantos jóvenes fuertes y entusiastas, el llamado bono demográfico juvenil pero con un futuro preocupante por la deficiente preparación que les ofrecemos.

“¿Cómo no recordar a las víctimas del grupo armado delictivo EPP en la zona norte, que por largo tiempo ya se está procurando eliminar con altísimo presupuesto pero muy pocos resultados, con varias personas asesinadas”, aseguró y también mencionó a Edelio Morínigo y Félix Urbieta que están con paradero desconocido.

El monseñor Cabello también se refirió al crimen organizado. “¿Cómo podemos olvidar las numerosas muertes por el crimen organizado, los narcotraficantes que trafican, comercian y se enriquecen como producto de la destrucción y muerte de jóvenes vidas por el consumo de drogas” resaltó. “Hay otras muertes también por la violencia intrafamiliar especialmente contra las mujeres” sostuvo.

Dejanos tu comentario