Por Natalia Santos (natalia.santos@gruponacion.com.py)
Mónica Mendieta (28) es devota de María Felicia de Jesús Sacramentado Guggiari, más conocida como Chiquitunga. Desde que leyó (a los 15 años) un librito sobre la vida de quien pronto será beata, quiso que todos conocieran su historia. Hace algún tiempo y sin más elementos o recursos que su propia cámara, empezó a registrar testimonios.
La joven catequista entrevistó a amigos y parientes de quien ya cuenta con decreto del Papa para llegar a los altares y que algún día puede llegar a ser la primera santa paraguaya. Habló con María Gregoria, una anciana de 89 años que aún tiene en la memoria los moños que adornaban las trenzas de Chiquitunga y las canciones que aprendió con ella cuando fue su maestra de catecismo.
Conversó con sus amigos. Don Ramón Bellalogia la conoció cuando él estaba en un movimiento similar a la Acción Católica que agrupaba a las jovencitas de la época. Mientras que Ivonne y María Teresa del Espíritu Santo (ambas religiosas) conservan recuerdos de cuando ninguna aún había abrazado los hábitos. Frente a la cámara, revelan que Chiquitunga era generosa, buenamoza, recatada, discreta pero muy atrayente, a todos conquistaba con su alegría y sus ganas de servir.
"El bien no hace ruido"
Pero, ¿por qué en pleno siglo XXI, una chica que no llega a los 30 años siente tanta admiración por una carmelita al punto de ir tras sus huellas? ¿Qué ve en alguien que no tuvo visibilidad, no fue misionera en lugares de peligro, sino monja de clausura y cuyo acercamiento a los pobres fue tan silencioso?
Mónica dice que ve algo mágnifico en la sencillez de esa religiosa a la cual pide intercesión divina. “Lo que me sostuvo cuando iba a caer en una depresión (vivió las muertes de su hermana y de su padre) fue el TO2OS que Chiquitunga tenía como lema. Siempre tenía eso presente el ‘Todo te ofrezco, Señor’. Adopté eso para mi vida”, resalta.
Está tan conmovida por la forma en que Chiquitunga vivió su fe que eso la llevó a hacer los videos. “Lo que ella llegó a hacer nunca se vio, nunca fue noticia. Eso me llama la atención, el cómo pudo hacer de lo ordinario algo extraordinario”, dice.
Tras citar a San Vicente de Paul ‘el bien no hace ruido’, Mónica reflexiona y asegura que el ejemplo de Chiquitunga reafirma la idea de que desde cualquier lugar en el que estemos, todos -sin importar nuestras profesiones o condiciones- estamos llamados a ser santos.