El Laboratorio de Paleontología del Paraguay se encuentra conformado por Christian Colmán y Ricardo Souberlich, además, de contar con la colaboración de profesionales biólogos y de varios voluntarios de la carrera de Geología.
Sobre el registro de huellas de dinosaurios en Paraguay aclaran que el primer registro se remonta al año 1992 a través del trabajo del paleontólogo italiano, Giuseppe Leonardi, que encontró una seria de marcas que atribuye a pequeños dinosaurios, cuyas losas están perdidas en la actualidad.
Aclaran que es otra la huella la que actualmente se encuentra depositada en la colección. De igual manera afirman que está bajo nuevos análisis a fin de determinar su origen.
"Lastimosamente no tenemos conservados huesos de dinosaurios en nuestro país pero eso no quiere decir que no exista otro tipo de fauna y flora antigua que se esté estudiando en la actualidad", destacan
Sobre la existencia de dinosaurios expresan que es imposible negar su existencia por personas que no creen en estos.
Las puertas del laboratorio de Paleontología de la FACEN UNA permanecen abiertas a todos los interesados de lunes a viernes desde las 07:00 hasta las 13:00.
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Hallan cuatro tipos de dinosaurios en la Patagonia chilena
Científicos encontraron restos de cuatro tipos de dinosaurios, entre ellos un megaraptor, en una inhóspita zona de la Patagonia chilena que desde hace una década se ha convertido en un importante yacimiento de fósiles, informaron este miércoles los investigadores.
Tras recolectar fósiles en el cerro Guido, ubicado en el valle de Las Chinas, cerca de la frontera con Argentina -a unos 2.800 km al sur de Santiago-, en 2021 los científicos llevaron al laboratorio estos restos y lograron constatar que pertenecían a dinosaurios que no habían identificado antes en este lugar.
“Siempre es súper excitante en términos científicos encontrar algo que no se había hallado antes ni que se había descrito en el valle de Las Chinas, donde nos hemos empezado a acostumbrar a tener nuevos hallazgos de restos fósiles”, explicó a la AFP, Marcelo Leppe, director del Instituto Antártico Chileno (Inach), parte del equipo que realizó el hallazgo.
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De acuerdo a la investigación, los hallazgos representan el registro fósil más austral de este tipo de dinosaurios fuera de la Antártica. En diciembre de 2021, fueron presentados por paleontólogos chilenos los restos de un Stegouros elengassen, un enigmático dinosaurio cuya cola en forma de garrote desconcertó a los científicos, hallados en esta misma zona de la Patagonia chilena.
El nuevo descubrimiento fue realizado por el Inach en colaboración con investigadores de la Universidad de Chile y de la Universidad de Texas de Estados Unidos, quienes lograron identificar restos de cuatro tipos de dinosaurios, entre ellos dientes y partes óseas postcraneales de un megaraptor perteneciente a la familia de los terópodos.
Estos dinosaurios carnívoros tenían garras raptoras, pequeños dientes para desgarrar y grandes extremidades superiores, que, de acuerdo a la investigación, los ponía en el tope de la cadena alimenticia de esta zona que habitaron entre 66 y 75 millones de años atrás al final del periodo cretácico.
“Una de las características que nos permitió identificar con gran confianza que pertenecen a megarraptóridos son, primero que todo, que los dientes están muy curvados hacia la parte posterior”, señala Jared Amudeo, investigador de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile, en un comunicado difundido por esta casa de estudios.
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También se identificaron dos especímenes de Unenlagiinae, cercanamente emparentados con los velocirraptores, que tienen un “carácter evolutivo novedoso, que nos indicaría que se trata de una especie nueva de unenlágino o tal vez de un representante de otro clado (grupo) diferente”, señaló Amudeo.
Igualmente encontraron restos de dos linajes de aves: una Enantiornithe, el grupo de aves más diverso y abundante del Mesozoico; y Ornithurinae, un grupo directamente emparentado con las aves actuales. El trabajo de los científicos fue recopilado en un estudio que en diciembre pasado fue publicado en la prestigiosa revista especializada Journal of South American Earth Sciences.
Foto: AFP.
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T-Rex adolescentes desplazaron a especies de dinosaurios más pequeñas
Un equipo de científicos estadounidenses demostró que la descendencia de enormes dinosaurios carnívoros como el T-Rex, que a lo largo de su vida se convirtieron en enormes criaturas, actuaron sobre su ecosistema compitiendo con especies más pequeñas.
La investigación, publicada el jueves en la prestigiosa revista Science, ayuda a responder un misterio persistente sobre los aproximadamente 150 millones de años en que reinaron los dinosaurios: ¿por qué había muchas más especies grandes que pequeñas cuando en la actualidad ocurre lo contrario con los animales terrestres?
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“Las comunidades de dinosaurios eran como centros comerciales los sábados por la tarde, llenos de adolescentes”, dice Kat Schroeder, investigadora de la Universidad de Nuevo México que dirigió el estudio. Estos “adolescentes” representaban “una porción significativa de los individuos de una especie y aparentemente tenían un impacto real en los recursos disponibles en sus comunidades”, explicó.
Incluso con un número limitado de fósiles, los expertos creen que, a nivel mundial, los dinosaurios no presentaban demasiada diversidad: solo hay alrededor de 1.500 especies conocidas, en comparación con decenas de miles de especies de mamíferos y aves en la actualidad.
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Y durante toda la Era Mesozoica, hace entre 252 y 66 millones de años, hubo relativamente más especies de grandes dinosaurios que pesaban una tonelada, en comparación con los que pesaban menos de 60 kg.
Según algunos científicos, si se parte de la base que incluso los dinosaurios más grandes comienzan teniendo una talla muy pequeña podría ser que hayan acaparado los recursos de especies más pequeñas en ecosistemas donde estas últimas hubieran podido normalmente reinar.
“Objetos simpáticos”
Para probar esta teoría, Kat Schroeder y sus colegas observaron datos fósiles de todo el mundo de 550 especies diferentes y dividieron a los dinosaurios por tamaño y según si eran herbívoros o carnívoros. “Muy pocos dinosaurios carnívoros de entre 100 y 1.000 kilogramos existen en comunidades con megaterópodos”, dice Kat Schroeder. “Y los megaterópodos jóvenes ocupan exactamente ese espacio”.
Esta conclusión está respaldada por la forma en que los diversos dinosaurios han evolucionado con el tiempo. La era Jurásica (hace entre 200 y 145 millones de años) presentaba agujeros más pequeños en esta categoría, mientras la era Cretácica (hace entre 145 y 65 millones de años) presentaba agujeros muy grandes.
Esto se debe a que los megaterópodos adolescentes de la era jurásica se parecían más a adultos y había una mayor variedad de herbívoros para cazar. El Cretácico, en cambio, está totalmente dominado por Tyranosaurios y abelisaurios, que evolucionan mucho cuando crecen”, detalla el investigador. “Creo que poco a poco estamos empezando a entender a los dinosaurios como animales, y ya no como objetos simpáticos”, dijo a la AFP.
Fuente: AFP.
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Un cometa de los confines del sistema solar acabó con los dinosaurios
Hace 66 millones de años, un enorme objeto celeste cayó ante la costa de lo que hoy es México, provocando un catastrófico “invierno de impacto” que acabó con las tres cuartas partes de la vida en la Tierra, incluidos los dinosaurios.
Un par de astrónomos de la Universidad de Harvard dicen que han resuelto misterios de larga data que rodean la naturaleza y el origen del impacto que generó el cráter Chicxulub. Su análisis sugiere que fue un cometa originado en una región de escombros helados en el borde del sistema solar, que Júpiter fue responsable de que se estrellara en la Tierra y que se pueden esperar impactos similares cada 250 o 750 millones de años.
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El estudio, publicado esta semana en la revista Scientific Reports, rechaza una antigua teoría que sostiene que ese objeto era un fragmento de uno de los miles de asteroides que forman el llamado Cinturón Principal de nuestro sistema solar.
“Júpiter es muy importante porque es el planeta de mayor masa de nuestro sistema solar”, dijo a la AFP, Amir Siraj, uno de los autores del estudio. Júpiter terminó siendo una suerte de “máquina de pinball” que “impulsa esos cometas de período largo a órbitas que los acercan al Sol”, explicó.
Los llamados “cometas de período largo” llegan de la de la nube Oort; una suerte de gigantesca corteza esférica que rodea al sistema solar como una burbuja. Está formada por escombros helados del tamaño de montañas o más. Los cometas de largo período tardan unos 200 años en hacer una órbita al sol y son también llamados “rasantes del Sol” (sungrazers) por lo cerca del astro que pasan.
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Debido a que provienen de los confines más helados del sistema solar, los cometas son más gélidos que los asteroides y se caracterizan por los impresionantes rastros de gas y polvo que producen al derretirse. Sin embargo, dijo Siraj, el efecto de evaporación provocado por el calor solar en ese tipo de cometas no es nada en comparación con las mareas masivas que experimentan cuando uno de sus lados está ante el Sol.
“Como resultado, esos cometas experimentan una fuerza de marea tan grande que el mayor de ellos se rompería en miles de pedazos, cada uno de ellos tan grande como para producir un impacto del tamaño de Chicxulub o un evento capaz de matar dinosaurios en la Tierra”, dijo.
Siraj y el coautor del estudio Avi Loeb desarrollaron un modelo estadístico que mostró la probabilidad de que cometas de período largo puedan impactar en la Tierra que es consistente con la edad del cráter de Chicxulub y otros impactos similares.
‘Hermoso de ver’
Otra línea de evidencia en favor de los cometas para la formación de Chicxulub: apenas un décimo de todos los asteroides del Cinturón Principal, que se ubica entre Marte y Júpiter, están formado por condritas carbonáceas (una suerte de meteoritos) mientras que la mayoría de los cometas las tienen.
Evidencias sugieren que el cráter Chicxulub y otros similares, como el Vredefort en Sudáfrica fue impactado hace unos 2.000 millones de años, y el Zhamanshin, en Kasakistán (un millón de años), tenían condritas carbonáceas. La hipótesis puede ser testeada por el estudio de otros cráteres, algunos de la Luna, o incluso enviando sondas a tomar muestras de cometas.
“Debe haber sido hermoso ver llegar esa roca hace 66 millones de años y cuyo tamaño era mayor que la isla de Manhattan”, dijo Loeb, aun cuando lo ideal sería aprender a seguir esos objetos y encontrar formas de desviarlos si es necesario.
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Loeb añadió que está entusiasmado porque el Observatorio Vera Rubin en Chile estará operativo el año que viene. Su telescopio permitiría apreciar las alteraciones de los cometas de largo período “y será extremadamente importante para hacer pronósticos para los próximos 100 años y saber si algo malo podría ocurrirnos”.
Aunque ambos investigadores calculan que eventos como el de Chicxulub ocurren cada poco millón de años, eso “es algo estadístico”. “Uno dice ‘en promedio’, ‘es cada tanto’, pero nunca se sabe cuándo llegará el próximo”, dijo Loeb. “La mejor manera de saber es observar el cielo”, concluyó.
Fuente: AFP.