Luis Recalde es un ingeniero agrónomo que desde hace un tiempo viene denunciando la destrucción que sufre el Chaco Paraguayo y la matanza de su rica fauna, a través de sus redes sociales. Su casi cruzada solitaria, expone una grave situación que padece una de las regiones naturales más ricas del país sobre la que no tomamos conciencia ni acciones.
Por Aldo Benítez / aldo.benitez@gruponacion.com.py / @aldo_be
“Siempre sentí mucho interés por las plantas y animales, especialmente por los de estado silvestre, y siempre estuve observando, aunque solo ahora empiezo a entender mejor lo que veo” dice Luis Recalde. Entender mejor. De eso justamente se trata esto de la destrucción que está soportando el gran Chaco paraguayo, cuya superficie de 246.925 km2, representa prácticamente el 60% de todo el territorio paraguayo.
De acuerdo con el último reporte realizado por Guyra Paraguay, una organización que hace siete años viene trabajando en la región, cerca de 40.000 hectáreas de bosque o tierras forestales sufrieron cambio de uso de suelo en el gran Chaco Americano. Cambio de uso de suelo, en términos más simples, significa eliminar los bosques para la utilización del terreno para la ganadería o para el sector agrícola. En efecto, los establecimientos ganaderos aumentan cada año en el Chaco, aumentando sus parcelas y destruyendo bosques para convertirlos en pastizales.
Luis Recalde recorre seguido la Transchaco; la ruta nacional que cruza todo el Chaco y une a Paraguay con Bolivia. Si bien la vía nace en Asunción, gran parte de sus 835 kilómetros pasan por las comunidades chaqueñas. Es el camino principal para ir al corazón del Chaco paraguayo. Y es, quizás el testigo más silencioso de lo que está ocurriendo en la zona.
En cada viaje que hacía, el ingeniero agrónomo encontraba animales muertos a los costados de la ruta. Esa situación le empezó a llamar la atención, por lo que comenzó a fotografiarlos. A la par, emprendió una búsqueda de ese tipo de fotografía con colegas o amigos amantes de la fauna y flora del Chaco y de todo el país. Luis Recalde se encontró con que era una cuestión prácticamente normal, y empezó a compartir las fotos y algunas reflexiones en su cuenta de twitter.
Destruimos lo que ni conocemos
“Una vez, no es algo que haya visto personalmente, pero hay una especie de mamífero, Galictis vittata o Grisón, que fue encontrado atropellado en Hernandarias en el 2010. En una de las regiones mas alteradas y habitadas de Paraguay se encontró un mamífero nuevo para el país, y fue mediante un animal atropellado” dice Luis Recalde. “Esto significa que estamos exterminando nuestra fauna sin saber ni siquiera lo que estamos destruyendo” expone.
Buscando una solución a esta problemática, el ingeniero asegura que se debe apostar a las pasafaunas. ¿Qué son las pasafaunas? Son estructuras preparadas para que animales silvestres puedan cruzar las rutas en forma segura, tanto para ellos como para los conductores y que se utilizan en diversas partes en donde las carreteras o autopistas están en medio de zona de vida silvestre. “En otros países, incluida Misiones, Argentina, instalaron viaductos cubiertos de tierra para solucionar los constantes impactos de animales, con costos que incluyen además de la muerte de fauna, daños económicos a los vehículos y en algunos casos fatalidades humanas” explica Luis Recalde.
La ruta bioceánica
Para el ingeniero, encontrar animales muertos a los costados de la ruta es una muestra de que cada día, se los está expulsando de sus hábitat. A eso, hay que sumarle que en el Chaco, la deforestación es un problema grave que afecta el ecosistema y la vida de muchas especies está en peligro. Además, Luis Recalde se pregunta qué pasará entonces cuando se apruebe y se empiece a trabajar en la ruta bioecánica, un gigantesco proyecto que pretender crear un corredor desde Brasil hasta Chile, pasando por Paraguay y Argentina. Esta iniciativa, impulsada por empresarios brasileños, servirá básicamente para que los importadores brasileños puedan tener una vía más rápida para conectar con los puertos chilenos, sobre el océano Pacífico, mirando el infinito mercado asiático para las importaciones.
El proyecto en sí pretende asfaltar un total de 2.200 km (desde Campo Grande, Brasil hasta Antofagasta, Chile) y a Paraguay le corresponde asfaltar unos 227 km, entre Carmelo Peralta (Alto Paraguay) y Loma Plata (Boquerón), todas comunidades chaqueñas. “Hace unos días vi que se estaba abriendo la licitación para el corredor bioceánico, que atravesará el chaco paraguayo En un momento conecté el asunto con la enorme cantidad de fauna atropellada que se observa en las rutas, especialmente en la Transchaco” dice Luis Recalde. Por eso, considera que es vital pensar en proteger a la fauna del Chaco, al menos si ya no se puede evitar la apremiante deforestación que se tiene ahora.
“Hay que instalar ductos subterráneos con ubicaciones estratégicas, que además de servir como pasafaunas son los mismos ductos que evitan que el agua de lluvia se acumule a uno de los lados del terraplén. Es importante que el diseño y la cantidad de estos ductos se adecue al proyecto, en el chaco hay una densidad de mamíferos grandes que es la mayor de Sudamérica, así que hay que tener en cuenta la cantidad y las especies de animales que los utilizarán. La buena noticia es que sabemos por experiencias en otros países que el sistema realmente funciona, y previene en gran medida los daños a la fauna, a los vehículos y a la vida humana” dice Luis Recalde, con un guiño de esperanza.
Para el ingeniero, la habilitación de caminos en áreas silvestres conlleva alteraciones inevitables. En ese sentido, señala que la construcción del corredor bioceánico de seguro aumentará la tasa de deforestación legal en su área de influencia. “Sin embargo, este impacto puede mitigarse siguiendo las normativas respectivas, pero la realidad es que muchas de estas normativas no son respetadas. Otras fuentes de alteración son una mayor presencia de cazadores, y el aumento en el atropellamiento de fauna. Estamos hablando de algunas especies que se reproducen lentamente, como el oso hormiguero. Así que aunque solo muera un porcentaje mínimo de individuos anualmente, esto puede terminar agotando a la población y esta cae a niveles de los que ya no puede recuperarse” explica Luis Recalde.
Agrega que es urgente, en ese sentido, que tanto los organismos oficiales (MOPC y SEAM) como las instituciones privadas (Cooperativas de producción, Consorcios constructores viales, etc.) valoren la importancia y el efecto de su trabajo en el patrimonio natural que pertenece a todos los paraguayos.
Para Luis Recalde, hoy día se tiene una naciente conciencia ambiental en Paraguay. A su criterio, esto es fruto de que existe una generación que ha visto desaparecer prácticamente toda la vida silvestre de la región oriental, que fue siguiendo los pasos del bosque atlántico. “Del cual queda menos del 5% de su superficie original, y ese 5% además esta profundamente dañado” expone el especialista.
Pensar en el Chaco
Para el ingeniero, poca gente tiene conciencia sobre lo que pasa en el Chaco, pero dice que eso ocurre porque muchos creen que el Chaco paraguayo es como una región inhabitada y salvaje. “En realidad esto era en parte así hasta hace poco, pero desde el 2000 hasta este año el Chaco ha sufrido una transformación gigantesca, de ser casi completamente silvestre ha pasado a estar casi completamente humanizado y el cambio sigue” expone Luis Recalde.
“estamos exterminando nuestra fauna sin saber ni siquiera lo que estamos destruyendo” - Luis Recalde <br>
Dice que, en es ese sentido, se han hecho muy pocos estudios y la legislación asume que es igual un palmar de karanda’y cruzando puente remanso que los médanos del norte de Boquerón donde vive la última población silvestre de guanacos fuera de los Andes. Es decir, seguimos sabiendo muy poco sobre el Chaco, pero hoy en día las picadas ya llegan hasta las zonas anteriormente inaccesibles, y con ellas la caza furtiva, la deforestación sin respetar las normas vigentes, etc” relata el ingeniero.
Sobre qué se puede hacer para que la situación chaqueña pueda ser tenida en cuenta en la “agenda nacional” o al menos sea una cuestión de debate, Luis Recalde habla primero de establecer un sistema educativo que apunte hacia la concienciación de conocer y entender a la naturaleza.
“Los niños y niñas estudian ciencias naturales como conceptos abstractos con ejemplos que no conocen ni comprenden, pero ni ellos ni los maestros tienen una educación real que les permita sacar la cabeza por la ventana y ver entendiendo que un sai hovy comiendo los frutos del amba’y u otro árbol del patio del colegio va a dispersar sus semillas para dar continuidad a los bosques y áreas verdes, o que al comprar un loro o una tortuga capturados de la naturaleza están colaborando no solo para que se extingan esas especies, si no otras que dependen de ellas. Desde una hoja de árbol hasta un yaguareté todos los seres vivos están conectados, y nosotros no estamos fuera ni por encima de estas redes” dice Luis Recalde.
En cuanto a los mayores, expone que se puede hablar de legislación y todo tipo de iniciativas importantes, pero que ninguna de ellas va a funciona si los ciudadanos, especialmente de las comunidades del interior del país que están en contacto todos los días con la naturaleza no conocen lo que tienen a su alrededor y como funciona.
Agrega que: “Hay que concientizar a la población respecto al impacto que tiene la cacería, en Paraguay se caza mucho, muchísimo mas de lo que la gente de la ciudad piensa, y mucho mas de lo que las poblaciones de varias especies pueden soportar. Y una vez que perdés una especie no perdés solo esa, siempre hay efectos cascada, si desaparece una especie, por ejemplo un mono, de una zona, no solo desaparece esa, se vuelven insostenibles las redes, por ejemplo podría dejar de propagarse una o varias especies de árboles que dependían de esa especie para dispersar sus semillas, o desaparecer varias especies de depredadores que cazaban esa especie. En el chaco por ejemplo a veces ocurre el ataque de felinos al ganado, pero la mayoría de los ganaderos no percibe que estos ataques ocurren en áreas arrasadas por la “mariscada” donde ya no quedan o son escasas las presas silvestres, como el carpincho, kure’i, tañy kati, tagua, yacaré, etc” cierra el ingeniero Luis Recalde.