Hoy, tras el 14 de octubre del 2019, hay un antes y un después en Chile. Ese día, estudiantes secundarios y universitarios, de manera organizada, evadieron masivamente el pasaje del metro de Santiago como protesta por el alza del costo del pasaje a 30 pesos chilenos. Cuatro días después, las protestas aumentaron en número y en intensidad, derivando en la destrucción de las estaciones del metro y en la suspensión del servicio. Un día después, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, decretó estado de emergencia y toque de queda en la mayoría de las ciudades transandinas. Incluso, bajó el costo del pasaje e impulsó otras medidas para buscar frenar la ola de violencia y el estallido social.El 25 de octubre, la Plaza Italia fue el escenario de la considerada “marcha más grande de la historia” de Chile, donde se estima que participaron al menos un millón de personas. Recién el 15 de noviembre se logró un acuerdo entre el Gobierno y la oposición: la realización de un plebiscito en abril de este año, cuando los ciudadanos chilenos decidirán si quieren o no una nueva Constitución. Para ese entonces, se contaban cientos de heridos y varios muertos y todas las miradas se dirigían a los policías chilenos, los Carabineros. La cifra oficial de fallecidos llegó a 23 personas.Si bien las protestas terminaron, cuando cae la tarde, la zona de la Plaza Italia es liberada. Los manifestantes, cuya bandera mapuche flamea en el lugar, aparecen con el rostro cubierto y realizan peajes a los conductores que pasan por allí. En la periferia, cientos de negocios, edificios e instituciones permanecen cerrados, con las persianas abajo y otros tantos decidieron protegerse con chapas de metal. Las veredas están rotas y fueron usadas como armas. El viernes 14 de febrero volvieron los incendios y con ellos los enfrentamientos entre los Carabineros y los manifestantes. Así, la espera al plebiscito de abril se hace más larga y agónica.Fotos del Grupo Nacion