• por Rodolfo Sosa

Paraguay hizo los deberes en cuanto a ajustar el sistema tributario para que sea más equitativo y más fácil, dijo.

Desde los tiempos bíblicos el recauda­dor de impuestos es visto con desdén, es un cargo que no goza de popularidad dada la naturaleza de sus fun­ciones. Pero pese a esto, Óscar Orué, titular de la Direc­ción Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT), lidera con firmeza la institución y tiene el propósito de que el Estado cuente con las sufi­cientes herramientas para garantizar un futuro mejor a la población. Su trabajo se destaca con la elevación de la recaudación y el combate al contrabando.

Orué recibió en su despacho a La Nación/Nación Media para ser parte de los Hace­dores LN y responder a todas las preguntas desde su escri­torio con vista a la bahía de Asunción. Fue categórico al señalar que el contrabando y la evasión son “pan para hoy y hambre para mañana”.

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Recordó sus inicios en la función pública, sus mayo­res desafíos, sus logros como cabeza de la ex-Subsecreta­ría de Estado de Tributa­ción (SET) y la hoy unifi­cada DNIT. Apasionado por el fútbol, encuentra en este deporte una forma de rela­jarse tras las jornadas de trabajo y también disfruta del tiempo en familia con su pareja y su hija.

Es un funcionario de carrera. Comenzó a muy temprana edad en la función pública, ocupó cargos importantes en el anterior Ministerio de Hacienda hasta dar un salto en su carrera en la SET.

Se dedica también a la docen­cia, impartiendo clases en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), en la cáte­dra de Derecho Tributario.

-¿Qué le motivó a dedi­carse al servicio público, en especial en un ámbito no tan popular como el tri­butario?

–Bueno (entre risas), yo empecé muy joven como fun­cionario público, pero sí me gustó desde muy temprano. Y abracé dos cosas, el ejer­cicio público, por un lado, y por otro la docencia. Enton­ces, son dos cosas que me gus­tan y que de alguna manera me permitieron llegar donde estoy.

También el Ministerio de Hacienda invirtió en mi capa­citación, en mi educación. Entonces, quería llevar a la práctica todo lo que aprendí en el ámbito académico. Me dieron la oportunidad de ocupar cargos importantes y creo que he cumplido con la inversión que hicieron en mí, también en la parte del desarrollo y del trabajo que me toca realizar.

–¿Cómo encuen­tra equilibrio entre su vida personal y profesional?

–Yo lo encuen­tro compar­tiendo con la fami­lia, compartiendo con mi pareja, con mi hija, también con mis padres, gracias a ellos también. Con mis hermanos, yo tengo un hermano que falle­ció en pandemia y otro con el que siempre comparto. Yo creo que el equilibrio es muy impor­tante en cuanto a distribuir el tiempo de manera equitativa para no estresarse, porque el cargo es muy, muy pesado.

También realizo actividades físicas, fútbol. Eso me distrae un poco y también me da el equilibrio necesario para poder continuar el día a día. Creo que eso es muy impor­tante: tener otras actividades y no estar concentrado sola­mente en la actividad laboral, que si bien es demandante, con el tiempo aprendí a dele­gar, aprendí a lidiar con los problemas y también con las presiones.

–¿Cuál es tu filosofía de liderazgo y de toma de deci­siones?

–Soy una persona con valores morales y éticos muy altos y eso trato de transmitir a todo el equipo. Trato de llevar un liderazgo participativo, pero también con mucha decisión. Tengo un carácter fuerte para el cargo en sí, trato de impo­ner no solo respeto, sino prin­cipal­mente la línea de trabajo con responsabilidad.

Creo que hay tres elementos para poder llevar adelante el trabajo: el talento, la actitud y la responsabilidad.

Un líder debe tomar decisio­nes que a veces no gustan a la mayoría, hacerlo en pos del desarrollo de toda la institu­ción, que está por encima de las personas.

–A largo de su carrera como titular de la SET y ahora de la DNIT, ¿qué desafíos superó y qué aprendió en ese proceso?

-El desafío que superé es que vine del sector técnico y fui funcionario toda la vida. Tuve la oportunidad de ocupar cargos políti­cos no siendo polí­tico. Este fue el principal desafío, porque una cosa es llegar y otra es mantenerse. Mucha gente no creía en mí o simplemente decía que no tenía el perfil, que no iba a tener éxito en ese tra­bajo por mi carácter fuerte. Entonces, las críticas siem­pre estaban, de que no iba a durar mucho tiempo en el cargo, eso fue lo que más trabajé.

–En cinco años, ¿qué avan­ces en materia tributaria se ha experimentado?

–En materia tributaria creo que Paraguay hizo los debe­res en cuanto a ajustar el sis­tema tributario para que sea más equitativo y más fácil, pero manteniendo su esencia, eso creo que es lo más impor­tante. ¿Por qué mantener su esencia? Porque nosotros no aumentamos impuestos.

Se hizo una reforma, pero no se tocaron las tasas, sigue siendo 10 % de IVA y 10 % impuesto a la renta. Pero sí se comenzó a equilibrar un poco mejor y establecer una equidad. Por ejemplo, el sector agrícola y pecuario se equiparó al sector comer­cial, industrial y de servi­cios, porque había una dife­rencia, uno pagaba menos que otro. Eso se equilibró y hoy están en igualdad de condiciones.

En segundo lugar, creo que el sector de socios, dueños y accionistas de empresas hoy pagan más en base a su capacidad contributiva, cosa que antes no pasaba con el impuesto a los dividendos de utilidad. Creo que estos fueron los dos cambios más importantes que tuvo el sis­tema tributario y que logró equidad y eficiencia.

Hoy los que tienen más pagan más, sin que eso sig­nifique un aumento de tasas, que al final solo perjudicaría a la clase media y a los asa­lariados y principalmente al sector más carenciado. ¿Por qué? Porque si se aumentaba el impuesto al valor agre­gado, al final iban a terminar pagando los consumidores finales, entonces, nosotros apostamos a seguir mante­niendo eso.

–¿Qué estrategias apli­caron para fortalecer los controles y garantizar el cumplimiento de las obli­gaciones tributarias?

–Tres aspectos fundamenta­les. Uno, elegir a las mejores personas en base a sus per­files técnicos, a sus compor­tamientos, a su integridad y sobre todo al nivel de cono­cimiento y responsabilidad. Segundo, los controles gracias a los avances tecnológicos que tenemos, el cruzamiento de bases de datos de los sistemas, tanto de aduanas como de impuestos internos.Y un ter­cer aspecto que es el aspecto político, el blindar la insti­tución del sector político y empresarial permitió que podamos tener estos resul­tados. El presidente Santiago Peña se comprometió a que la institución tenga autonomía, tenga autarquía y sobre todo también no se deje influen­ciar por los sectores políticos, que muchas veces utilizaban la institución, especialmente la aduana, como una institu­ción prebendaria.

–Si hablamos de cultura tributaria, ¿cómo ve al paraguayo actualmente?

–Yo creo que la gente está empezando a darse cuenta de que para ser un ciudadano modelo no solamente tiene que exigir sus derechos, sino también cumplir sus obligacio­nes y ahí el pago de impuesto es fundamental. Hoy la gente ya entiende que pagando su impuesto puede no solamente exigir esos derechos, sino tam­bién poder de alguna manera influir en la sociedad.

Es importante esa idea de que el ciudadano modelo es aquel que cumple sus obligaciones y que trata de ser ejemplo en la sociedad. Hoy la gente comprende más que tenemos un sistema tributario sencillo, fácil, barato y que tenemos que aprovechar eso y conti­nuar, porque al final la forma­lización es el único camino que nos va a sacar adelante como país y entender que, más que una carga, es una posibilidad de poder crecer.

–¿Qué mensaje le da usted como director de Ingresos Tributarios al contribu­yente?

–Que cuide nuestro sistema tributario. En la medida que todos cumplamos y todos tra­temos de apoyar a que se for­malice la gente, se va a redun­dar en beneficios, porque si solamente se apuesta a aumen­tar impuestos, los que siempre pagan van a terminar pagando todo. La idea es que se equilibre eso, que se amplíe la base, de tal manera a concienciar y no pen­sar que uno es más pobre que otro y por eso no va a cumplir. La formalización es el único camino para salir adelante.

El contrabando, por ejem­plo, es pan para hoy y ham­bre para mañana. Yo sé que a veces pensamos que es más barato, pero en reali­dad le perjudica a aquellos que están cumpliendo, per­judica a aquel pequeño pro­ductor que tiene alguna tie­rra que está cultivando. Es fundamental entender que todos juntos construimos el Paraguay que queremos y que todos tenemos no solamente derechos, sino también obli­gaciones.

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