En el panorama global, donde la sostenibilidad emerge como un desafío urgente, Paraguay se posiciona con determinación, mostrando cómo es posible conciliar el desarrollo económico con la protección medioambiental. Con el liderazgo del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) y el respaldo reflexivo de la Tropical Forest Alliance (TFA), el país está dando pasos significativos hacia un modelo que integra la productividad agrícola y ganadera con la conservación de ecosistemas clave, como el del Chaco paraguayo.

El Chaco paraguayo, una región que combina vastas extensiones de biodiversidad y comunidades humanas que dependen de su entorno, enfrenta retos únicos. Condiciones climáticas extremas, como temperaturas elevadas y procesos de salinización del suelo, amenazan su capacidad productiva. Sin embargo, también es un terreno fértil para la innovación y las prácticas sostenibles, destacó Lilian Portillo, directora de Planificación Estratégica del Mades, al programa Tribuna de Paraguay TV.

Portillo comentó que en el Chaco, los productores han implementado prácticas que reflejan un profundo respeto por el medioambiente, desde la creación de corredores biológicos hasta estrategias de producción que minimizan su impacto en la biodiversidad local.

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Estas acciones no solo protegen al emblemático yaguareté, sino que también garantizan la sostenibilidad a largo plazo de las actividades productivas. A esto se suman políticas públicas como la zonificación agrícola, que distribuye racionalmente las actividades productivas para evitar la sobreexplotación del suelo.

DIÁLOGO Y ACCIÓN

Víctor Vera, coordinador de TFA en Paraguay, enfatizó la importancia de plataformas que fomenten el diálogo y la búsqueda de consensos entre actores clave. La TFA no ejecuta proyectos directamente, sino que impulsa un marco de conversación para identificar soluciones sostenibles, tal como el Mades está llevando a cabo con su plataforma de desarrollo.

“Sabemos que nunca nos pondremos 100 % de acuerdo, pero podemos avanzar en todo lo que logremos consensuar para la sostenibilidad”, explicó Vera, alineándose con el enfoque de diálogo e inclusión mencionado por Portillo.

Ambos coinciden en que la clave está en integrar perspectivas diversas, como las de los productores locales y las comunidades indígenas, para promover prácticas como los sistemas silvopastoriles que protegen la biodiversidad y mitigan los efectos del cambio climático. La visión compartida entre Portillo y Vera recalca la importancia de ver al suelo no solo como un medio de producción, sino como un sistema ecológico vital para el bienestar de las futuras generaciones. “Debemos quererle más a nuestro suelo como un ecosistema, no solo como un sustrato productivo”, enfatizó Vera.

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