El proyecto Tren de Cercanías fue rees­tructurado y modifi­cado por el Gobierno de Corea, cambios que no beneficiaban al Estado paraguayo, porque afectaban y comprometían el financiamiento del mismo, explicó la ministra de Obras Públicas y Comunicaciones (Mopc), Claudia Centurión. La ministra precisó que parte de estos cambios implicaban que una vez promulgada la ley, debían disponer de USD 5 millones de dólares para el proyecto ejecutivo, situación que no se dio.

También dijo que el proyecto, inicialmente estimaba una financiación de USD 600 millones hasta la ciudad de Ypacaraí, pero luego cambiaron a USD 900 millo­nes, alterando las condicio­nes presupuestarias. “Puedo dar garantías de que este pro­yecto no era beneficioso para el Estado paraguayo. Puedo hablar y referirme con exclu­sividad sobre esto. Es un pro­yecto que viene analizándose desde el 2014. Desde que se rati­ficó la ley, hasta la fecha, cate­góricamente eso no era benefi­cioso”, manifestó esta mañana en el Congreso Nacional.

Asimismo, expuso que se está llevando a cabo un trabajo en conjunto con Ferrocarriles del Paraguay SA (Fepasa) para avanzar en negociaciones, bus­cando un socio financiero, pre­ferentemente local. No dieron detalles de quiénes podrían ser los socios, pero sí que esperan emitir el proyecto con las modi­ficaciones que corresponde este setiembre.

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PROYECTO A NIVEL LOCAL

Por su parte, Facundo Salinas, titular de Fepasa, mencionó en GEN/Nación Media que se definió continuar con el pro­yecto de manera local, mante­niendo el marco legal, a la que se agregará una licitación a cargo de Fepasa y el Ministerio de Obras, invitando al sector pri­vado o empresas de cualquier parte del mundo interesadas en llevar adelante el proyecto de manera conjunta.

Detalló también que las modificaciones que quisieron adentrar desde Corea fueron en el recorrido del tren, con un itinerario que solo con­templaría Luque-Asunción, y financiar hasta un 50 % de la primera fase, quedando a cargo del Ministerio de Obras los trabajos de subestructura, desde las vías para abajo y las estaciones, y tampoco podían asegurar los plazos. “Lo que nos dijeron fue que el plazo no iba ser a 20 años, sino 15. Tampoco habría 10 años de gracia y en ese escenario ten­dríamos que encarar toda la ingeniería civil o la construc­tiva que es la parte más difícil. Ahí ya estaba difícil encon­trar el beneficio o ventajas que en su momento se habían hablado”, refirió.

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