- Karina Coleta, profesora de la FDC, Brasil
- Heiko Spitzeck, profesor de la FDC, Brasil
El agua turbulenta e incierta del contexto organizacional exige una navegación precisa. Hay sabiduría en usar los instrumentos correctos y consultar a los oficiales y a la tripulación para garantizar un viaje seguro.
Involucrar a los stakeholders en las organizaciones hoy en día significa navegar en mar abierto con un mapa actualizado y una tripulación colaborativa. Sin escuchar e integrar estos insights, las empresas se arriesgan a seguir un mapa antiguo, ignorando los cambios en las corrientes y las tormentas emergentes.
Los stakeholders son las famosas “partes interesadas” y pueden definirse como “grupos o individuos que son afectados o pueden afectar, directa o indirectamente, la consecución de los objetivos de una organización”. Por lo tanto, estamos hablando desde colaboradores, clientes y proveedores hasta comunidades locales, órganos reguladores, inversionistas y otros.
Aunque la influencia de la relación con los diferentes stakeholders es cada vez más relevante en términos de creación de valor, innovación, aprendizaje, transparencia y sostenibilidad, el proceso de involucramiento no siempre es evidente y puede ser un desafío para los gestores.
Sin embargo, es importante no confundir gestión de stakeholders con involucramiento. El primero tiene que ver con la identificación y mapeo de las partes interesadas y trae consigo una perspectiva unilateral.
El involucramiento, por su parte, implica reciprocidad y no se restringe a informar, sino a comprender la perspectiva de la parte interesada y tenerla en cuenta en la toma de decisiones. Involucrar a los stakeholders es un componente fundamental para la creación de la matriz de materialidad de la organización, es decir, de la herramienta estratégica que va a identificar y priorizar los temas más relevantes para la sostenibilidad desde la perspectiva de sus operaciones y partes interesadas. Esta permite que la empresa mantenga el foco en los temas socioambientales que, por un lado, agreguen valor al negocio y, por otro, mejoren la relación con los stakeholders y generen valor para la sociedad.
La identificación de los stakeholders es un paso fundamental para un enfoque más estructurado con miras al involucramiento. Una vez mapeados, es necesario priorizarlos con base en tres criterios:
1. Impacto
2. Dependencia
3. Influencia
Esto significa entender cuánto las actividades de la organización los afectan (ej: salud y seguridad), implican dependencia (ej: salarios y servicios) y/o son impactadas por su influencia (ej: presión pública y medios). Los criterios son necesarios porque es inviable abordar a todos los stakeholders identificados. El proceso de involucramiento propiamente dicho implica tres principios:
1. Inclusión
2. Materialidad
3. Respuesta
Es decir, es necesario pensar en la participación estratégica y real del stakeholder; levantar los temas socioambientales más relevantes desde su perspectiva; y responder al tema material mediante acciones efectivas. Para esto, la organización debe emplear metodologías que faciliten el enfoque y el involucramiento, pero que sean adecuadas a su realidad. Ya sea mediante entrevistas, grupos focales o cuestionarios, importa que los stakeholders sean consultados y sus percepciones e ideas recopiladas para informar la toma de decisiones.
Para apoyar a las organizaciones en este proceso, el Núcleo de Sustentabilidad de la Fundación Dom Cabral emplea diferentes herramientas para el diálogo con los públicos de interés. Además de guiar a la empresa metodológicamente, el análisis de los insumos generados por el roadmap del Núcleo genera un panorama de las necesidades, demandas y contribuciones de los stakeholders para la organización.
La empresa de energía Hydria del Grupo Bom Futuro es uno de los ejemplos de organizaciones que contaron con el apoyo metodológico del Núcleo de Sustentabilidad de la FDC para involucrar a sus stakeholders. El objetivo era integrar prácticas ESG en la planificación estratégica que contribuyesen claramente al negocio, aumentando la transparencia y el reporte.
Saber escuchar e incorporar las perspectivas de los stakeholders transforma desafíos en oportunidades, garantizando una gestión más resiliente, innovadora y alineada con las demandas sociales y ambientales contemporáneas. Al fin y al cabo, si navegar es preciso, es necesario saber navegar con la participación de todos los que comparten esta travesía.