Paraguay es una economía en desarrollo que viene experimentando un crecimiento sostenido durante las últimas décadas, con algunos tropiezos, pero manteniéndose en los niveles por encima incluso de algunos países de la región. Su contraparte, la economía subterránea, también viene acompañando esa expansión pese a los muchos intentos para atacar la informalidad y, por sobre todo, lo ilícito.
Solo en 2023, la economía subterránea habría representado más del 47 % del producto interno bruto (PIB), o lo que serían unos USD 23.595 millones, cuyo porcentaje se viene incrementando especialmente después de la pandemia, ya que en 2022 ocupó 46 % y por encima del 44,3 % en 2021. Además de la percepción internacional de un buen clima de negocios, el país también se sigue situando en los rankings del crimen organizado.
Es lo que se expuso durante la presentación de un informe sobre la Economía Subterránea en Paraguay, organizado por Prodesarrollo y la consultora Mentu, una muestra que refleja la realidad de las actividades económicas que se llevan a cabo fuera de la regulación gubernamental y sin el pago de impuestos correspondientes. Las mismas pueden ser legales o ilegales.
Una de las interrogantes a estos datos expuestos es por qué la economía subterránea sigue creciendo, si el país se encuentra en una senda de expansión conforme a los índices locales como a las proyecciones internacionales.
Los representantes de las instituciones a cargo del estudio indicaron que se encontraron varios hallazgos a través de una encuesta realizada sobre la percepción del contrabando.
El sondeo, que se realizó en Asunción, Luque, Fernando de la Mora, San Lorenzo y Lambaré, reveló principalmente que un bajo porcentaje ve al contrabando como una actividad negativa para la sociedad, lo cual también puede ocurrir en otras actividades como el tráfico de drogas o armas. Se encontró que 1 de cada 5 encuestados compran de puestos informales o directamente traídos de Clorinda.
FACTORES DE MAYOR INCIDENCIA
La actividad ilegal no es percibida como algo malo, gran parte de los productos ingresados vía contrabando fueron de la canasta básica, la falta de control sigue primando y especialmente la diferencia de precios aparecen entre los factores principales del tendiente crecimiento de la economía subterránea.
Otro atenuante en la economía subterránea es la usura, por la facilidad y exposición de esta práctica a la que recurren muchos trabajadores quizás informales, pero que están en una actividad lícita como la venta alimentos o un trabajador independiente.
A la vez, la economía subterránea se ve reflejada por los bajos niveles de ingreso en el país, ya que solo 6 de cada 10 paraguayos del sector formal ganan más que el salario mínimo, pero en el campo informal son 7 de 10 trabajadores que ganan menos que el sueldo mínimo.
LLAMADO A LA ACCIÓN
Como parte de las conclusiones, los especialistas señalaron que la formalización no es solo una cuestión de papeles, por lo que la consigna debe ser cómo llegar a que todos los trabajadores accedan al menos al salario mínimo. La crisis social no se trata solo de la brecha de la pobreza, sino también de seguridad.
El objetivo de compartir estos hallazgos es poner en evidencia estas realidades de modo de convocar a una acción conjunta tanto a sector privado como público, al tiempo de exponer que efectivamente se puede hablar de algunos avances en formalización, como la estructura impositiva del Resimple, los registros automáticos, en inclusión financiera y otros. Aunque eso solo apunta al segmento pequeño, mientras que el contrabando permea incluso clases sociales sin distinción.
La presentación del informe estuvo a cargo del economista Jorge Garicoche, parte del equipo técnico de Prodesarrollo, junto con Hugo Royg y Carla Linares. A la vez, plantearon posibles soluciones el director ejecutivo, Sebastián Acha, y el presidente de la organización, Ángel Almada.