El sector ganadero, como uno de los motores fundamentales de la economía paraguaya, debe enfrentar situaciones o problemáticas que, a la vez, son las oportunidades para demostrar la capacidad del productor y toda la cadena de salir adelante con las mejoras que actualmente está acostumbrado a ofrecer. La sequía de los últimos años fue un golpe muy duro para la ganadería, luego los efectos de la pandemia, a lo que se suma también el declive del rebaño, cuya tendencia es la que se debe revertir y trabajar todos los actores en un proceso de ganar en toda la cadena de valor de la carne.
“Las razones del declive del rebaño son dos: el factor climático es muy importante sobre todo en el Chaco –donde en algunas zonas disminuyó incluso 50% la población debido al traslado de animales, traslado de vientres– y, lo peor, la venta de vientres que lleva muchos años revertir”, expresó el titular de la Asociación Rural del Paraguay, Pedro Galli.
Otra de las razones del declive es el fuerte endeudamiento del sector primario con más de US$ 1.600 millones de cartera en deuda, con lo que es muy difícil replantear inversiones para mejorar en la eficiencia de la producción, más aún si no se cuentan expectativas de mejoramiento o al menos estabilidad de los precios que últimamente tuvieron un comportamiento errático, según Galli. Dijo que la reducción del rebaño se da en unas 1.000.000 de cabezas menos, que viene a ser como una luz amarilla, recordando que en los últimos 20 años se había duplicado, que estuvo motivado por la instalación de más industrias frigoríficas. Esto alentó a un repunte como un círculo virtuoso, que luego ingresó en un proceso de círculo vicioso, pero que aún está a tiempo de poder seguir aumentando el hato ganadero.
Consideró que trabajando en conjunto demostraron que, a pesar de las discusiones coyunturales que puedan darse entre el que produce, la industria, el que vende y el que compra, es que hay objetivos comunes y transversales sobre los cuales tienen que trabajar.