Resguardar la sanidad animal será un desafío para el 2023, según un reciente informe emitido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en un contexto en el que dos enfermedades se encuentran en el foco. Se trata de la influenza aviar y la peste porcina africana que aquejan especialmente a las aves de traspatio, así como silvestres y a cerdos domésticos y silvestres.
En 2022, la influenza aviar, considerada altamente patógena, inició un ciclo de brotes y expansión en los países de América Latina y el Caribe por medio de las rutas anuales de las aves migratorias. Hoy, 14 países de la región reportan casos, elevando la demanda a los servicios nacionales de sanidad animal, y la cifra puede continuar aumentando.
Así también, la peste porcina africana (PPA) reemergió en República Dominicana y en Haití, en julio del año 2021 y luego de 40 años de ausencia, y destacaron que estas enfermedades no solo afectan a nivel de salud pública, sino que también pueden generar efecto en el comercio y el suministro de alimentos.
PRINCIPAL HERRAMIENTA
Al respecto, Víctor Maldonado, director general de Sanidad Animal de Identidad y Trazabilidad del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), explicó a La Nación/Nación Media que la herramienta de prevención más eficaz es que las granjas mantengan sus niveles de bioseguridad extremadamente altos.
Mencionó que son medidas generales disponer de arcos de desinfección o sistemas de desinfección permanentes, no permitir el ingreso de personas extrañas, un manejo interno en cuanto a la bioseguridad personal de los operadores con cambios de vestuario permanentes, mantener un lavado correcto y desinfección de las manos. Las granjas ponedoras deben disponer de mallas antipájaros lo más pequeñas posibles para evitar el contacto silvestre de animales con síntomas clínicos.
“Si no se cuida una bioseguridad propia, esto puede producir catástrofes tan grandes como en Bolivia que estuvieron sacrificando más de 250.000 aves y parte de ellas corresponden a granjas de tipo industrial como las ponedoras o de carne”, expresó sobre el impacto del virus que no solo afecta a economía sino también en su moral.
RIESGO MEDIO A ALTO
En cuanto a la peste porcina africana, dijo que el sector tiene un riesgo medio a alto de igual manera que la gripe aviar. “Es una enfermedad altamente transmisible y muy contagiosa que requiere que las granjas porcinas tengan altas medidas de bioseguridad y este rubro tiene una producción muy exigente que requiere que las granjas tengan niveles exigentes”, agregó y acotó que de igual manera deben reforzarse los controles.
COSTOS DE BIOSEGURIDAD
Sobre los costos, desde la Asociación de Avicultores del Paraguay (Avipar) afirmaron que es difícil determinar un monto de inversión, teniendo en cuenta que esto depende del volumen de operaciones de cada empresa y también depende del nivel de cobertura con el cual se viene trabajando.
El titular del gremio, Néstor Zarza, manifestó a este diario que si la cobertura anterior era baja y a estas alturas se pretende cumplir con las normas necesariamente será una inversión importante. “En mi caso particular, donde creemos que tenemos una cobertura conforme a lo recomendado aún así estamos haciendo una buena inversión que estimamos por lo menos que va entre los 250 y 300 millones de guaraníes para una granja con alrededor de 200 mil aves ponedoras”, comentó.
TRES TIPOS DE ACCIONES
Por su parte, Jorge Ramírez, presidente de la Asociación Paraguaya de Productores de Cerdos (APPC) indicó que existen tres tipos de acciones que pueden generar diversos costos para su sector. Entre ellas están las acciones inmediatas que no necesitan tiempo ni inversión económica muy alta para ponerse en marcha como el cambio de agujas, modificar flujos de personal, entre otros, que significarían un costo en insumos de al menos 3 millones de guaraníes. Las acciones a corto plazo que incluyen búsquedas de responsable de bioseguridad e incorporación de equipos más específicos ascendería a una inversión en infraestructura, equipamiento en insumos por un valor de 14 millones de guaraníes. En tanto, las que se realizan a largo plazo como cambios en instalaciones como arcos o aspersores y entradas en cuarentena tendría un costo de al menos 37 millones.