En los últimos meses la mayoría de los pre­cios de los componen­tes de la canasta básica regis­tró una evolución y, teniendo en cuenta que si bien las pro­yecciones marcan que irá frenando la escalada ascen­dente, aún no se puede adver­tir una reducción de la tasa del Índice de Precios al Con­sumidor (IPC), explicó la eco­nomista Gloria Ayala Person a La Nación/Nación Media. “Según los datos IPC acumu­lado desde enero se observó un aumento de la tasa en un 8,5% en alimentos y bebi­das no alcohólicas, mientras que en transporte la suba fue del 15,4%, afectando con un incremento en las cade­nas de producción”, agregó. Además, dijo que como nues­tra inflación principalmente es importada, la economía interna es muy pequeña como para influir en los productos y servicios que son mayor­mente de origen externo.

Los alimentos encabezan la lista con una suba inte­ranual de 16,7%, mientras que los combustibles llevan un encarecimiento del 33,6% en el mismo periodo. Mien­tras tanto, las harinas, acei­tes, hortalizas y tubérculos frescos se incrementaron en un 37,8%, 35,3% y 34,9%, res­pectivamente, según datos del Banco Central del Para­guay (BCP) publicados al ini­cio de este mes.

Entre los más importantes y caracterizados como de con­sumo básico que más aumen­taron están las frutas frescas que subieron 33,7%, las car­nes de aves un 25,1%, panifi­cados 20,4%, la carne vacuna 11,3% y la leche líquida un 11,1%. “La sequía prolongada que nos afecta impactó en la capacidad de faena, por lo que la carne vacuna tuvo un leve repunte luego de tres meses de cerrar a la baja. El precio de los huevos también ascen­dió debido principalmente al encarecimiento del trans­porte por la suba de combus­tibles”, comentó.

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En cuanto a las tasas de IPC de la región indicó que Argen­tina registra un 78,5%, Chile 14,1%, Paraguay 10,5%, Uru­guay 9,53%, Brasil 8,73% y Bolivia 1,55%. “Obviamente al bolsillo del consumidor le afecta considerablemente porque su dinero vale menos, tiene menos poder de compra y como no ganamos lo que queremos, no nos queda otra que generar nuevos ingresos”, comentó y agregó que como esto no siempre es posible, el consumidor se endeuda o cambia los hábitos de con­sumo, como ya ocurrió con el aumento de consumo de pollo y cerdo ante el incremento de la carne vacuna.

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