- Por Matilde Bordón, Carmen Marín, Gustavo Canavire-Bacarreza y Luis Recalde-Ramírez
Paraguay se encuentra en proceso de recuperación de lo que fue, hasta ahora, el pico de la pandemia del covid-19 en el país, ocurrido entre mayo y junio del 2021. Estos meses estuvieron marcados por un incremento vertiginoso de casos y muertes por la enfermedad. Esta fase, tan anunciada y temida, llegó sin embargo de la forma más dilatada posible, ya que, con solo un caso de coronavirus confirmado en el país y enfrentado con la posibilidad de un colapso tempranero de su sistema sanitario, el Gobierno paraguayo anunció a mediados de marzo del 2020 la suspensión de todas las actividades públicas y privadas y el inicio de una cuarentena obligatoria con limitadas excepciones.
Como era de esperarse, tales medidas representaron para el país un inusitado reto en materia socioeconómica. Sin poder trabajar, cientos de miles de personas fueron empujadas a una situación de vulnerabilidad laboral y financiera. Fue necesario tomar acciones gubernamentales inmediatas y concretas con la finalidad de hacer frente a la incertidumbre global provocada por la pandemia. Pero ¿qué programas de asistencia implementar?, ¿qué población priorizar?, ¿cómo llenar los huecos técnicos y logísticos de una iniciativa de asistencia social masiva?
Hoy, tras más de un año del inicio de la pandemia, sería difícil encontrar un paraguayo que no conozca Pytyvõ, quizá la iniciativa económica más representativa del Plan de Emergencia Nacional del Gobierno para hacer frente a la crisis. La experiencia de Paraguay en la implementación de este programa nos deja importantes lecciones a la luz de sus resultados.
Las transferencias de asistencia social pueden prevenir el aumento de la pobreza
El fortalecimiento de los programas sociales permanentes para atención a las familias en situación de vulnerabilidad, así como la implementación de nuevos programas, como Pytyvõ, que fueron diseñados como respuesta a la pandemia para dar contención a los trabajadores y sus familias, tuvieron un marcado protagonismo en el año 2020. Según un informe del Instituto Nacional de Estadística INE, Pytyvõ, junto con los programas Adulto Mayor y Tekoporã, evitaron que más de 230.000 personas cayeran en la pobreza.
Según la Encuesta de Alta Frecuencia (EAF, iniciativa del Banco Mundial), a mayo del 2020, 28% de los hogares paraguayos reportaba que al menos uno de sus miembros recibió algún tipo de asistencia social de emergencia durante la pandemia. A junio del 2021, este porcentaje había aumentado al 54%. Entre las razones principales del impacto positivo de Pytyvõ se encuentra el enfoque que el programa tuvo al asignar los beneficios. Desde el principio, el objetivo central del programa fue asistir a los trabajadores informales afectados en sus ingresos. La EAF indica que ocho de cada diez encuestados, cuyos hogares cuentan como beneficiarios de las iniciativas de asistencia social durante la pandemia, son trabajadores informales. En línea con este dato, los resultados de Pytyvõ confirman que siete de cada diez trabajadores informales fueron beneficiados con el programa.
Los registros administrativos son datos claves para la política pública
Frente al reto de diseñar en tiempo récord el programa Pytyvõ, la iniciativa de transferencia monetaria más grande de la historia de Paraguay, la ausencia de un registro sistematizado de personas y hogares adjudicados con asistencia social, que ayude a identificar a potenciales beneficiarios, emergió como uno de los mayores obstáculos. Se hizo imperante construir una base de datos desde cero, con toda la ingeniería y esfuerzo que ello conlleva.
Fue así que Pytyvõ originó un revitalizado interés hacia el uso responsable de registros administrativos públicos, como fuente primaria de los “filtros” aplicados a la información proveída por los solicitantes del subsidio. Datos como registros policiales, listas de funcionarios públicos, registros de beneficiarios de otros programas sociales, entre otros, permitieron maximizar la focalización adecuada de los beneficios.
Como un ejemplo claro de lo que con esto se logró, la EAF muestra que el 85% de los hogares beneficiarios de programas de emergencia (incluyendo Pytyvõ) fueron hogares donde, como era requerido, ningún miembro había recibido anteriormente asistencia del Gobierno. No obstante, estos datos ponen en evidencia también la necesidad de un registro nacional de beneficiarios, que facilite el diseño y la focalización de futuros programas de asistencia social.
La sinergia público-privada puede generar resultados de alto impacto
De manera de facilitar el proceso de la transferencia del subsidio de Pytyvõ a beneficiarios de todo el país, el Gobierno forjó una alianza estratégica con las entidades de medios de pagos electrónicos (EMPE) locales. Los subsidios fueron entregados a través de billeteras electrónicas, cuentas bancarias e incluso un innovador mecanismo de acreditación directa denominado tarjeta cédula, que permitió a las personas realizar compras presentado solamente sus cédulas de identidad.
Ya en su primera edición, casi el 90% de los beneficiarios de Pytyvõ recibió el subsidio vía billetera electrónica, el 10% utilizó el sistema tarjeta cédula, y menos del 1% recibió acreditación en sus cuentas bancarias. Como se puede inferir, las transferencias por medios electrónicos brindaron al Gobierno un importante control sobre la logística del proceso de otorgar las asignaciones. Asimismo, significó mayor seguridad para los beneficiarios al utilizar el subsidio, al no tener estos la necesidad de retirar el dinero en efectivo.
Son necesarias políticas integrales como seguimiento a los subsidios
De acuerdo a la EAF, se cuenta con la evidencia de que, con la pandemia del covid-19 aún presente, la población beneficiaria de los subsidios de emergencia continúa siendo la más vulnerable en diversas dimensiones, dados los retos de la protección social.
Las herramientas obtenidas y la experiencia ganada con los programas de asistencia de emergencia se presentan como una oportunidad para formular políticas públicas que apunten a:
-Contar con un registro nacional completo de beneficiarios, de manera de mejorar la focalización y el impacto de los programas sociales implementados.
-Reforzar las redes de seguridad social a través de la formalización de los trabajadores, como recurso fundamental para el acceso a oportunidades y para amortiguar los efectos negativos de las crisis.
-Ajustar el diseño de la protección social de los trabajadores, considerando los cambios en el mercado laboral, la dinámica y la volatilidad de los ingresos de los trabajadores.
-Adaptar el diseño de la protección social al uso de las plataformas digitales y a los cambios demográficos de la población.
Así, un plan de recuperación pospandemia debe contemplar herramientas que promuevan una reducción de la informalidad, de la pobreza y de la desigualdad, y que sean, por sobre todo, sostenibles en el tiempo. Para la implementación de estos cambios institucionales es necesario alcanzar amplios consensos entre todos los actores involucrados que permitan un crecimiento que incluya a toda la población y reduzca las brechas sociales.