Paraguay es el séptimo país en América Latina con mayor nivel de informalidad en el empleo, con aproximadamente 50%, que está por encima del promedio de la región y del de los países en desarrollo y emergentes en general. Se destaca que el promedio de la década del 2010 fue superior al de la de 1990, según el reciente informe del Banco Mundial (BM), denominado “La larga sombra de la informalidad: Desafíos y políticas”.
Los factores como las ineficiencias del mercado laboral, excesivas regulaciones, la corrupción y las grandes desigualdades económicas y sociales crearon un ambiente que permitió que la informalidad crezca en América Latina, según enfatiza un informe del Banco Mundial.
En la mayoría de los países de la región, la informalidad en el empleo es mayor que la informalidad en la producción, lo que refleja una menor productividad en el sector informal que en el formal, señala el análisis realizado por analistas de la consultora Mentu.
Por su parte, el informe del BM también menciona que las políticas más exitosas para combatir la informalidad en la región se centraron en la reducción de las cargas fiscales, el fortalecimiento de la aplicación de las normas laborales y la eliminación de los desincentivos al empleo formal. El organismo internacional afirma que la elevada informalidad debilita los esfuerzos políticos realizados para frenar la propagación del covid-19 e impulsar el crecimiento económico.
Bolivia lidera la región con el mayor nivel de informalidad laboral, seguido de Honduras y Nicaragua. Colombia, Perú y Ecuador continúan la lista, por debajo de Paraguay. En tanto, República Dominicana, El Salvador y Jamaica completan el top 10 del ránking, según el organismo internacional.
El estudio menciona también que en los países emergentes, la informalidad laboral representa más del 70% del empleo total y equivale a casi un tercio del Producto Interno Bruto (PIB).
En ese sentido, sostiene que “la magnitud de esta situación reduce la capacidad de estos países de movilizar los recursos fiscales necesarios para apuntalar la economía durante una crisis; llevar a cabo políticas macroeconómicas eficaces y generar capital humano para el desarrollo a largo plazo”.