Según el informe de la economía subte­rránea en la edición 2020, en el 2019 está habría totalizado US$ 16.647 millo­nes, monto que representa 42,7% del Producto Interno Bruto (PIB). A causa de que la crisis actual condujo a muchos a dedicarse a activi­dades menos formales, para el 2020 se estima que la eco­nomía subterránea pasaría a representar cerca del 46% del PIB, aumentando en 3,3% con relación al 2019.

Esto quiere decir que, según las proyecciones de la organiza­ción Pro Desarrollo Paraguay, la economía informal podría llegar a US$ 17.146,41 millones.

La economía subterránea es el conjunto de actividades que no se declaran y se realizan al margen de las normas tribu­tarias y/o legales. Es la pro­ducción y/o comercialización en negro, clandestina e ilegal de bienes, productos o servi­cios lícitos o ilícitos, explica la consultora Mentu.

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“A luz de estos datos, se observa que la economía subterránea es entre el 25 y 30% mayor del Presupuesto General de la Nación y entre el 24 y 31% mayor a las expor­taciones totales del país. Para reducir el tamaño de la eco­nomía oculta es necesario un trabajo conjunto entre los sectores público, empresarial y la ciudadanía en general”, analiza la consultora.

De acuerdo a Sebastián Acha, director ejecutivo de Pro Desarrollo Paraguay, durante su presentación, especificó que los ejes de acción pro­puestos son: disminución de costos (simplificar y reducir costos; facilitar lo más posible la inscripción y el cum­plimiento de las obligacio­nes tributarias); plataformas tecnológicas (para abreviar los procesos de formaliza­ción); shock de comunicación (sumar al sector empresarial a la difusión de materiales para formalizar).

También se encuentra incluida la inscripción masiva (para formalizar) y, por último, la inclusión finan­ciera (se proponen progra­mas de inclusión financiera y microcréditos).

El economista Hugo Royg, de la consultora Mentu, comentó sobre el principal efecto dentro de la economía informal, ya que puede ser ventajoso para los consumi­dores y sus familias, pero el impacto negativo que causa en inmenso. “El daño es para las empresas locales y para nosotros mismos, al consu­mir productos que no cuentan con las condiciones adecua­das de producción”, agregó.

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