Desde la entrada del covid-19 en marzo, las autoridades en Paraguay plantean nuevas estrategias según el momento y las circunstancias. El próximo mayor desafío será una realidad en dos meses más, cuando llegue la fiesta de la religiosidad en Paraguay, el 8 de diciembre, que convoca a millones de peregrinantes a Caacupé.
Este año debe ser distinto por el riesgo de un posible brote masivo, por eso desde hace semanas las autoridades mantienen reuniones para establecer nuevos protocolos ante el inédito escenario con covid-19.
“Va a ser un desafío muy grande, muy difícil. Va a ser diferente, tenemos que adaptar a la nueva forma de vivir. Muchas decisiones serán cuestionadas porque se limitará la cantidad de celebraciones y presencia de personas. Tampoco llenará la expectativa en cuanto al aspecto económico. Se habla que la festividad mueve 7 millones de dólares, pero eso no va a pasar por más que se libere todo”, expresó ayer la doctora Adriana Amarilla, directora de Promoción de Salud, en entrevista con Telefuturo.
La médica insistió en que la ciudadanía deberá cumplir algunos puntos a rajatabla. Con este objetivo, recordó que tanto las autoridades eclesiásticas, del municipio de Caacupé y jefes de la Policía Nacional, se reúnen para ajustar el nuevo protocolo sanitario que se implementará en la fiesta de la Virgen de los Milagros de Caacupé.
Entre las medidas propuestas, mencionan que las personas que deseen ir deberán anotarse previamente en su diócesis para que esta elabore una lista y la remita a los encargados de la Basílica. Así sabrían el sitio que les correspondería ocupar en la explanada de la iglesia.
La doctora también recomendará que no acudan niños ni adultos mayores o personas con enfermedades de base, así como grupos de peregrinos.
“La misa cambiará, se acortará, se limitarán los cantos. El líder religioso va a manejar la situación, los tiempos. Antes la gente contestaba y participaba mediante cánticos y rezos, pero ahora ya no será así”, indicó.