COMENTARIO
- Por Gustavo Leite, exministro de Industria y Comercio
El Gobierno Central es el conjunto de instituciones del Poder Ejecutivo, que no constituyen los otros poderes, ni las empresas públicas, ni entes descentralizados ni autárquicos.
SE ACABÓ LA CAJA, LA URGENCIA ES AHORA
El tamaño ideal de un gobierno es aquel en el cual sus gastos e inversiones establecen mejoras significativas en la calidad de vida de su gente a través de sus roles fundamentales de Salud, Educación, Seguridad y algunas áreas de infraestructura (como agua potable, saneamiento y energía) que puedan ser solventadas por impuestos, tasas e ingresos genuinos sin poner en riesgo la estabilidad fiscal ni la competitividad del país.
Si no reinventamos el Gobierno Central ahora, vamos camino a un déficit insostenible. La reforma puede iniciarse en no más de 4 meses y entrar en vigor en el año fiscal 2021. Depende de la voluntad del Ejecutivo.
Hemos analizado una reforma integral de los 3 poderes y de la Constitución Nacional. Sería lo ideal, pero consideramos que un enfoque global nos retrasaría por lo menos 3 años. Abordar algo de tal magnitud necesita amplios debates y consensos mínimos que llevan su tiempo. Estamos seguros, sin embargo, de que si se reforma el Ejecutivo, la presión para que los demás poderes y entes hagan lo propio será intensa.
La ortodoxia económica se ha concentrado en una relativa estabilidad fiscal hasta el 2018. Hemos replicado aumentos porcentuales en cada ente y creado nuevas instituciones sin tener en cuenta la calidad de los servicios ni la satisfacción ciudadana. Hemos gastado cada vez más y peor. Pretender asignar responsables históricos es tarea de otros. Nuestra intención es proponer ideas para subsanar la situación.
La situación de caja del Gobierno Central es apremiante y a la vez preocupante. Ya lo era en noviembre del 2019 y por dicha razón se forzó un déficit fiscal sobre el PIB insólito para nuestro país. El pos-Covid-19 nos deja con un escenario de recaudación muy disminuido. Subir impuestos generaría mayor evasión y sería un mensaje al sector formal de que su gobierno no ve la realidad. Continuar con un déficit muy alto para pagar gastos equivale a un suicidio a muy corto plazo.
La gran pregunta es: ¿seguimos como hasta hoy, con mala salud, educación y seguridad, con un Estado en deuda con la ciudadanía; o asumimos un cambio radical, gastando mejor y con un enfoque totalmente diferente?
LOS AÑOS CRÍTICOS
Todos entendemos que el 2020 es atípico y enteramente coyuntural. Pero el 2021 y el 2022 nos pueden encontrar aún convalecientes del virus en términos de dinamismo económico y, por ende, bajas recaudaciones tributarias. El Gobierno Central necesita un corte de gastos cercano a US$ 1.000 millones (¿dónde y cómo cortar? - ver capítulo 12 de esta serie).
Deberíamos considerar bajar el déficit operativo al 2% del PIB en el 2021 a 1% en el 2022 y volverlo 0 en el 2023.
Pero queda el dilema de invertir/gastar más y mejor en salud, educación y seguridad. Unos US$ 1.000 millones adicionales en el año base y una suba anual de 10% hasta equipararnos a parámetros aceptables per cápita. El tamaño ideal del Gobierno Central es aquel que no introduzca déficit fiscal para los gastos corrientes y repago de deudas, y que mejore sustancialmente los servicios de educación, salud y seguridad.
Y para ello proponemos capitalizar ingresos futuros de nuestra gran binacional, que es Itaipú. El próximo capítulo se enfocará en la propuesta de un Fondo Soberano Blindado para infraestructura vial, logística, de salud, educación y viviendas, que sirva además como un dinamizador económico por los próximos 10 años y para que el Paraguay sea el país más desarrollado de la región.