• POR ANGELO PALACIOS
  • @angelopalacios
  • www.trustfamilyoffice.com.
  • Economía por la UNA. Maestría en Banca por la UCNW de Gran Bretaña .

POR SUERTE EXISTE UN TERCER CAMINO

En varias columnas anteriores en espa­cios gentilmente cedidos por la Revista Foco www.revistafoco.com.py he estado desarrollando y bus­cando hacer llegar a los toma­dores de decisión política y económica los siguientes conceptos que me parecen fundamentales para blindar a nuestro país de los extre­mos, tanto de derecha como de izquierda, que tanto daño están haciendo a tanta gente.

El punto medio al cual me refiero o tercer camino se resume en la siguiente frase: “Debemos ser justos con la clase trabajadora en rela­ción de dependencia, como también debemos ser justos con los empresarios”, “Jus­tos con los más necesitados pero también justos con los que generan empleo”. Hemos visto en forma más fuerte en Venezuela y ahora una ten­dencia similar avanzando en otros países las consecuen­cias de castigar o tener mal concepto de los empresarios o banqueros solo porque “tie­nen más dinero”, siendo esto de por sí ya un motivo de con­dena social. Esta columna no busca reinventar la rueda, solo me remito al concepto de la Economía Social de Mer­cado, la cual tiene mucha cer­canía con la DSI (*). Siempre teniendo presente a todas las escuelas de economía y a ganadores de Premios Nobel, esta opinión es muy valida porque en economía, final­mente estamos hablando del comportamiento y del corazón humano. Me estoy refiriendo a la sabiduría del punto medio.

En este sentido, uno de los principales temas es el debate sobre la propiedad privada y las decisiones de algu­nos gobiernos de estatizar o encargarse de estas cosas para lograr mayor justicia social. El concepto del des­tino universal de los bienes dice que la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por herencia o por regalo, tiene la función original de que la misma debe estar al servicio de todos. La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador a fin de hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, sobre todo a sus más cercanos. El Sr. J. Schrei­ner, apreciado ex profesor mío en la facultad, escribió en su columna que la Econo­mía Social de Mercado o ESM es “Una concepción políti­co-económica, flexible, pro­ducto de una síntesis entre la libertad amplia garantizada por el Estado de Derecho y los ideales de seguridad y justi­cia social” –texto completo en el sitio: http://www.quoi­pro.com/la-economia-so­cial-de-mercado-y-sus-pre­supuestos-basicos.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En otras palabras, y en forma urgente, los paraguayos que hoy están mejor económi­camente deben saber que sus bienes “aun cuando son poseídos legítimamente, conservan desde su origen un destino universal” o en otras palabras, son para com­partirlo en la medida que se pueda por voluntad propia o a través de impuestos razo­nables, ya que “toda forma de acumulación indebida no es justa” y además genera el caldo de cultivo para que se predique el mensaje de odio al rico por parte del socialismo extremo que ya tanto daño ha hecho en el mundo. Simi­larmente los paraguayos que hoy no están bien económica­mente deben saber que la vio­lencia y la imposición no son el camino correcto. Es difícil soportar las injusticias de los más pudientes económica­mente hablando, que no tie­nen el don de la generosidad, por ende, es aquí es donde el rol del Estado debe actuar para mitigarlo vía impues­tos, gastos e inversiones que apunten generar más empleo y en casos extremos dar una ayuda directa solo a algunos sectores, y no hacerlo masiva­mente como se ha hecho inco­rrectamente en otros países de la región. Nunca se debe fomentar la pereza y la vagan­cia desde el Estado. El libe­ralismo económico extremo tampoco funciona porque el ser humano no es natural­mente generoso, sino que está intrínsecamente movido por la avaricia, poniendo su espe­ranza y seguridad en acu­mular solo para sí o para su familia o sus seres queridos o compañeros de ideología, lo cual le parece naturalmente justo por habérselo “ganado” o haber recibido algo que es de ellos y que “no tienen por qué compartir”. Para nues­tros lectores gobernantes, debemos ayudar a esta mejor distribución con impuestos razonables y acompañados de un gasto de inversiones y sociales aún más justos.

Aquí se refuerza que lo más importante es trabajar en la transformación de las conciencias de cada uno de los paraguayos, y mientras eso ocurre, buscar políti­cas públicas que disminu­yan estas desigualdades, sin “ajustar para abajo” fomen­tando el “no trabajar y vivir del estado”. Invitando así a quien desarrolla una activi­dad económica y posee bienes a considerarse administra­dor de los mismos para bien de todos. “La propiedad pri­vada es legítima para garan­tizar la libertad y la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus nece­sidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo”. “Los bienes de pro­ducción requieren los cuida­dos de sus poseedores para que su fruto aproveche al mayor número de personas”. La autoridad política tiene el deber de regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de pro­piedad.

LA ECONOMÍA DE UN PAÍS COMPARADA CON LA ECONOMÍA DE UNA FAMILIA

Para entender un poco más algo tan complejo usaremos una com­paración muy sencilla: La eco­nomía y una familia. Desde un punto de vista estrictamente económico, los padres/madres de familia tienen la misión de inculcar a sus hijos las virtudes del trabajo, el esfuerzo, la tem­planza y saber esperar. Sabiendo que no siempre estarán ellos para proveerles. Aunque existiere alguna herencia probable, esta también tiende a acabarse fácil­mente en enfermedades serias o algún imprevisto, salvo excepcio­nes. Así los hijos son inculcados en generar nueva “riqueza” para su propio sustento, trabajando en cualquiera de los sectores que brindan ocupación (agro, gana­dería, industrias, comercios, o servicios). Esta sección fue inspi­rada por mi hermano en un café de Asunción.

Tomando a Argentina, Chile y Bolivia como ejemplo, y siguiendo el ejemplo de una familia, algunos “hijos” que fue­ron creciendo en cantidad, fue­ron acostumbrándose a vivir sin necesidad de trabajar todo lo que realmente podían (excepción permitida a aquellos miembros de familia que tienen claramente menos capacidades y deben ser apoyados). De este modo, la herencia o riqueza de los países está en riesgo por falta de sufi­ciente trabajo/producción que acompañe el nivel de lo que gas­tan. Así, la mayoría de los “hijos” que pudiendo producir más no lo hacen, han querido seguir his­tóricamente con sus privilegios, utilizando naturalmente el fruto del trabajo de los demás “hijos” que sí aprendieron la lección del trabajo y que pagan regular­mente sus impuestos.

Este proceso ha ido creciendo porque los “padres de familia de turno”, léase gobiernos de turno, en lugar de poner límites a los excesos de sus hijos gastado­res que no producen y viven por encima de sus capacidades, prefi­rieron siempre tomar préstamos de bancos o imprimir billetes o aumentar el déficit fiscal, todo esto para seguir dando el gusto a la ya multitud de hijos que toma­ron la costumbre de vivir a otro nivel, “evitando así conflictos familiares” (pérdida de votos en las próximas elecciones). En este tiempo se ha gestado una generación mayoritaria que se ha acostumbrado al modelo. Es una situación seria que no termi­nará bien. Alguien pagará siem­pre la cuenta y generalmente sue­len ser uno de los siguientes: Los que confiaron en que la familia se reformaría, trabajaría y pagaría –bancos y tenedores de deuda–; los hijos trabajadores que pagarán más impuestos –mientras pue­dan seguir produciendo, porque esto tiene un límite–; finalmente todos los hijos y miembros de la familia, porque todos sufrirán la inflación. La historia de toda familia que vive por encima de sus posibilidades siempre ter­mina en demandas, embargos, pérdida de casas y pérdida de cré­dito bancario. Solo que estamos hablando aquí de una familia muy numerosa: son países donde está creciendo una mayoría que está indicando que prefiriere tener unos padres que los con­sientan. Reconociendo que en algunos casos son también víc­timas de políticas ya extremada­mente injustas. El punto medio es clave.

Habiendo dicho todo esto, es fundamental dejar claro que “si uno de los hijos es más capaz económicamente que el otro y ha logrado acumular más bienes gracias a su inteligencia, su tra­bajo o sus oportunidades”, no por ello debe dejar a un hermano en la familia pasar hambre simple­mente porque no tuvo la salud, la inteligencia o las mismas opor­tunidades que tuvo el otro. El extremo socialista es grave, así como es igual de grave el extremo de derecha que descuida a los más necesitados y permite el surgi­miento del socialismo extremo gestado en el odio y el resenti­miento social.

LAS RAÍCES DEL PROBLEMA Y LA SABIDURIA DEL PUNTO MEDIO

El ser humano tiene en sus genes la búsqueda permanente de la feli­cidad, su autosatisfacción, su ple­nitud. En esa búsqueda, y ante la aparición indefectible del sufri­miento en la vida, del tipo que sea (afectivo, económico, de salud), busca alternativas de solución. Estas son las clásicas promesas de todas las campañas electora­les, de todos los partidos, de todo el mundo. Como el tema de este artí­culo es capitalismo o socialismo, me enfocaré ahora solamente en el tema económico, ya que exis­ten respuestas aún mucho más profundas a este tema, pero que no son hoy el foco de esta columna.

El capitalismo, en su versión extrema, se nutre y alimenta de lo que se conoce como “avaricia” o “afán insaciable de dinero”. Bus­cando constante y permanente­mente lograr menores impuestos a las empresas, tener un libre mer­cado extremo, y argumentando que “el que no tiene es porque no trabaja”, siendo inclusive muy despectivos en su forma de trato. Este error de la avaricia sin lími­tes genera mucho sufrimiento en los más débiles, económicamente hablando. El socialismo, en su ver­sión extrema, se nutre y alimenta de lo que se conoce como “envi­dia extrema”, algunos lo llaman “resentimiento social fuerte” que se expresa generalmente con mucha ira –que estamos viendo en los noticieros y en las redes– con un discurso de odio extremo, el cual está “perfectamente justi­ficado” con el sofisma de la “justi­cia social” a la fuerza, la cual lleva a acciones y “políticas” que bus­can con lindos nombres “vengar” a lo carenciados dándoles subsi­dios sin trabajar y fomentando la pereza y la ilusión de un paraíso comunista, el cual ya está demos­trado por la historia que no existe. Esta tendencia genera sistemas económicos que hacen achicar a las empresas, aumentando el des­empleo, la pobreza masiva y un círculo vicioso que hay que evitar.

El factor común en ambos sis­temas económicos capitalismo y socialismo –en su versión extrema– es lo que denomina­mos “soberbia ciega”, reflejada en la falta total de diálogo en la forma de encarar la búsqueda de soluciones. Existe cero toleran­cias a otras opiniones y una falta importante de caridad hacia los colegas que piensan diferente pero que –casualmente– tam­bién están buscando de alguna forma soluciones económicas. Todos estos vocablos nombra­dos entre comillas son conoci­dos como los errores capitales de la humanidad (originalmente conocidos como “pecados” capi­tales), término que prefiero no enfatizar hoy para que nuestro razonamiento sea lógico y sin ningún fanatismos de índole religiosa o lo contrario. Solo el punto medio entre ambos sis­temas ayudará a lograr un con­senso que beneficie realmente a la población de un país y no solo a los líderes extremos de izquierda o derecha que usan sus discursos buscando solo el poder por el poder.

Existen virtudes que se oponen a estas tendencias ya mencionadas y son las que sin duda lograrán un verdadero progreso económico, sin los extremos capitalistas o socialistas. El punto medio entre ambos está muy bien documen­tado en la la “Economía Social de Mercado” (ESM), con raíces en la DSI (*) Doctrina Social de la Iglesia http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_coun­cils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html. Aristóteles: “En el medio esta la virtud”.

Déjanos tus comentarios en Voiz