Lastimosamente la economía paraguaya no “zafó” de una recesión económica técnica, como lo hizo Brasil, ya que los datos oficiales indican que el decrecimiento persistió, e incluso se acentuó en el segundo trimestre del 2019. El Producto Interno Bruto (PIB) cayó 3,0% entre abril y junio, que sumado con la caída de 2,1% de enero a marzo, la economía decrece en un 2,5% en la primera mitad del año, según los datos oficiales del informe de Cuentas Nacionales, presentado ayer por el Banco Central del Paraguay.
De acuerdo con las definiciones, se considera una “recesión técnica” cuando la actividad cae por dos trimestres consecutivos, en términos desestacionalizados. Economistas adelantaban hace unos meses, en base a datos de corto plazo sobre la actividad mensual, que la economía presentaba ya un decrecimiento, que ahora se confirma con los datos trimestrales.
Esta fue la caída más pronunciada de los últimos años, de acuerdo al historial del Banco Central. También se confirma, con esto, que el “termómetro” del mercado no estaba equivocado.
Técnicos de la banca matriz argumentaron que, desde el enfoque de la oferta, el comportamiento interanual del trimestre se explica principalmente por los menores desempeños de la agricultura, la manufactura, la construcción y la generación de energía eléctrica. No obstante, el desempeño positivo de los servicios continúa atenuando la caída de la actividad económica.
En cuanto a la mayor caída del semestre, los sectores de construcción y de energía demostraron decrecimientos del 12%. En cuanto al sector de obras, estuvo influenciado principalmente por el exceso de lluvia en el trimestre que obstaculizó el normal desenvolvimiento de las obras tanto públicas como privadas. Sin embargo, se espera un mejor desempeño para el segundo semestre del año, fundamentalmente al mayor dinamismo de las obras públicas.
Sobre el rubro de generación de electricidad y agua, el resultado negativo se debió a la menor generación de energía por parte de las binacionales, explicada por el menor caudal hídrico del río Paraná.
Desde la perspectiva del gasto, los componentes con mayor incidencia negativa fueron la formación bruta de capital y las exportaciones netas. A su vez, el consumo de gobierno y el consumo privado incidieron de forma positiva.