- POR David Velázquez Seiferheld
- Historiador
- Investigador
- Universidad Nacional de Pilar
Para concluir las referencias a las relaciones entre economía y educación durante la Primera República (1811 – 1870), es interesante hacer la siguiente precisión: buena parte de la educación formal, escolar, siguió siendo financiada por las familias, tal como lo era durante la colonia.
Esto no debe inducir a la idea de creer que las escuelas eran de propiedad privada. Las familias solventaban, según las circunstancias lo exigieran, la construcción de la escuela, el pago del docente, el mantenimiento de la infraestructura e incluso, eventualmente, algunos útiles. Pero la escuela no tenía un propietario único: la escuela era, quizás en un concepto más útil, pública (en el sentido de que su funcionamiento y programas estaban definidos y supervisados por las autoridades políticas y religiosas) y comunitaria, en el sentido de a quiénes servía y quiénes la sostenían.
Quizás podemos, sobre esta base, plantearnos una revisión hacia arriba de las cifras de escolarización con las que se cuentan hoy: la escasa información estadística sobre número de alumnos de escuelas sostenidas por el Estado, que existe para ese período en el Archivo Nacional, debe complementarse con el número de docentes que pagaban patentes: solo pagaban patentes los que ejercerían en escuelas sostenidas por las familias. En otras palabras, el financiamiento de la educación era mixto (estatal y comunitario), pero solo conocemos las cifras de educación cubierta por el Estado.
Tras la Guerra de la Triple Alianza, se moderniza lentamente la estructura estatal. Aparecen los organismos especializados de educación: El Departamento de Justicia, Culto e Instrucción Pública (equivalente a un Ministerio de Educación); más tarde, el Consejo Nacional de Educación; el Consejo de Enseñanza Secundaria y Superior; los Consejos escolares locales, estos, poco estudiados hasta hoy. Sin embargo, dado el empobrecimiento extremo en el que se encontraba el país, la cobertura educativa (escuelas suficientes, docentes en número suficiente, útiles escolares) era claramente insuficiente para la demanda de la niñez.
También se introdujeron mejoras progresivas pero igualmente lentas como la escuela por grados, desde 1881; y la formación normalista de docentes, desde 1896. En 1877 es creado el Colegio Nacional; y en 1889 la Universidad Nacional de Asunción. Las órdenes religiosas, nuevamente permitidas en el Paraguay: vicentinas, salesianas, betharramitas, más tarde los jesuitas, y las corrientes cristianas evangélicas, crean sus propios colegios.
Hacia fines del siglo XIX hacen su aparición las Escuelas de Artes y Oficios, primero bajo iniciativa privada y mucho más tarde, a fines de los años 30, aparecen las Escuelas Vocacionales de la mano de la política estatal. Aparece igualmente un sector intermedio de educación profesional para quienes tuvieran concluida por lo menos la primaria: la Escuela Agrícola, el Colegio Mercantil de Señoritas, la Escuela de Comercio, y algunos institutos ligados a la economía doméstica y a roles tradicionales de las mujeres. Además, el estado utilizó otros espacios para las educación, como las escuelas que funcionaban en los cuarteles.
Para financiar la educación primaria, inicialmente se estableció un conjunto de contribuciones provenientes de diversas fuentes (tasas municipales, impuestos varios sobre transacciones de diverso tipo, y un mínimo pago familiar de matrícula para la educación pública: la educación pública no sería gratuita hasta la aprobación de la Ley de Educación de 1909), de difícil recaudación, lo que volvía ineficiente el sistema de financiamiento. En el caso de la educación secundaria, aunque el volumen global de recursos era menor, la inversión por alumno era mayor que en la primaria, lo que despertó siempre inquietudes y críticas de los principales referentes de la época. Los salarios de docentes en primaria eran muy bajos, lo que ocasionó una alta rotación en la función.
El rendimiento del sistema educativo en las aulas también era en general pésimo: según Ramón I. Cardozo, hacia 1922, un alumno concluía el primer grado en promedio en tres años (con dos años de repitencia); el segundo, en dos años; y la mayor parte desertaba al final del segundo grado. Un alumno podía llegar a concluir la primaria en 9 años, siempre y cuando el sistema no lo expulsara.
El esfuerzo de matriculación no estaba acompañado de resultados en términos de retención escolar, aunque es necesario poner en la balanza del análisis los condicionantes externos de la educación: el régimen de cultivos y cosechas en el campo; plagas como la langosta; golpes de Estado con sus respectivas levas forzosas y migración interna de familias; epidemias como la peste, la viruela y la disentería; enfermedades endémicas como el anquilostomiasis; la pobreza de la población mayoritariamente rural; incidían notoriamente en la capacidad del sistema educativo de retener a la niñez. Una línea merece también el tema de la ineficacia del sistema educativo por abordar de manera eficaz (generalmente por racismo) el tema del bilingüismo, o, para decirlo con mayor precisión, el monolingüismo guaraní de la mayoría de la población rural e indígena del Paraguay de aquellos años; ineficacia que contribuyó en gran medida a la expulsión de niños y niñas del sistema.
Esta conjunción de factores internos y externos explica quizás el porqué, en 1920, solo el 1% de la niñez que iniciaba la primaria la concluía; cifra que se había elevado a apenas el 2%, 10 años después, en 1930. El analfabetismo, que al final del siglo XIX alcanzaba al 85% de la población, se había reducido apenas al 65% a fines de la década de los 30.
Liberal en el discurso y en el diseño institucional, extremadamente conservador y con escasa movilidad social y políticamente inestable, el Paraguay de fines del siglo XIX e inicios del XX también se vio reflejado en el elitismo de su sistema educativo. En la próxima entrega hablaremos sobre el trabajo, las industrias y la economía en el mismo periodo para complementar la perspectiva de análisis de relaciones entre economía y educación durante estas décadas.