- Por Fabián Domínguez
- Viceministro de Tributación
La intención es clara. Hoy tenemos cuatro impuestos sobre la renta en vigencia y dos impuestos sobre el consumo, básicamente este es el sistema tributario de impuestos internos: los directos: Iracis, Iragro, IRP e IRPC; y los indirectos: IVA e ISC.
Si miramos el comportamiento de las recaudaciones tributarias en ese marco, vemos que alrededor del 60% de la recaudación está cimentado en imposiciones indirectas, y sabemos que las imposiciones indirectas son trasladadas al consumidor final; por lo tanto, no es que mide demasiado la capacidad contributiva de quien paga a la hora en que se produce el recaudo tributario. En ese contexto, con meridiana claridad podemos expresar que el sistema tributario paraguayo, así como está hoy, es regresivo; es decir, quienes menos tienen, resultan ser los que más pagan finalmente.
Esto tiene algunas causas que se deben entender. La recaudación tributaria en Paraguay se cimenta en el IVA; este tributo, si bien es un impuesto indirecto, probablemente es el más injusto que exista, pero es un impuesto muy eficiente por la facilidad de gestión que tiene y por la capacidad de recaudación que genera al fisco paraguayo, y también por la capacidad de información que aporta. Todo eso que facilita el IVA le aporta eficiencia al sistema, y la justicia, bien gracias. Es decir, los impuestos directos con mucha menor fuerza, cuando los sistemas tributarios, sobre todo en países de primer mundo, es al revés.
Entonces, claramente se puede decir que el Paraguay apostó en algún momento del tiempo a la eficiencia de la recaudación por la necesidad de formalización, que fue adecuado para ese entonces. Lo que podemos decir es que se apostó a la eficiencia y se prescindió de alguna manera la justicia en el sistema tributario.
Esto se dio mediante las grandes reformas tributarias hechas en Paraguay en 1991, con la Ley 125, y en el 2004, cuando se entendió que la espina dorsal del sistema tributario era adecuada para el Paraguay y lo que se hizo fue sobre la misma espina dorsal establecer y darle más potencia al IVA. En el 2004 se bajaron las tasas al impuesto a las rentas y se extendió la base imponible del IVA, claramente con un sentido formalizador. Insisto, se apostó a la eficiencia del sistema porque la informalidad en el mercado era más importante que actualmente. Luego de esto crecieron las recaudaciones y tuvo éxito la reforma sin ninguna duda.
Sin embargo, se olvidaron de la justicia porque se bajaron los decibeles de los impuestos directos y se extendió la potencia de los impuestos indirectos en ese momento. Para ese entonces, creo que fue una lectura adecuada para el momento.
Con la fotografía, y si miramos la recaudación tributaria, el 60% de imposición indirecta con el IVA. El Iracis con cerca del 20% de participación en las recaudaciones y el Iragro ni hablar, allá abajo. Más allá de que los exponentes del sector agrícola y pecuario sostienen que aportan de forma indirecta y que la economía vive gracias a ese sector. Pero hay una realidad que no se puede esconder, a hoy el Iragro paga 10% sobre la ganancia y ya no tiene tasa adicional, mientras que el Iracis paga 10% sobre la ganancia y 5% adicional sobre la distribución de dividendos y utilidades. Claramente hay una diferencia en cuanto a la presión tributaria ejercida sobre uno y otro sector, lo cual no es justo que digamos, sobre todo si miramos la generación de riquezas a nivel nacional, donde el sector agropecuario tiene tanto peso en las cuentas nacionales como el sector de comercio y servicios.