Para una nueva entrega, viajamos digitalmente hasta el sorprendente Chaco paraguayo, donde se encuentran nuestros protagonistas emprendedores, que nos comparten una historia bien exótica, al tratarse de producción de alimentos a base de frutas silvestres. Entonces, ¿qué te parecería saborear unas exquisitas mermeladas de frutas silvestres y exóticas? Con Tucosfactory, directo desde el corazón chaqueño, es posible, de la mano de la emprendedora Adeline Friesen (43), licenciada en Ciencias Químicas, egresada de la Facen-UNA, quien nos adelanta que, si bien tiene el apellido de origen alemán, es paraguaya.
“Como mi apellido ya lo indica, soy menonita, pero ojo, no soy extranjera. Nací ya en tercera generación y crecí en el Chaco, en una zona rural de Filadelfia. De niña compartí mucho con indígenas, jugábamos juntos, iba a comer las tortillas y aprendí de ellos cuáles son las frutas del monte chaqueño que se pueden comer, y hasta ahora sigo aprendiendo con ellos”, expresó Adeline para comenzar la charla.
Actualmente ella es jefa de Laboratorio Labfil de la Cooperativa Fernheim, y el emprendimiento Tucosfactory lo lleva adelante fuera del horario laboral, elaborando productos alimenticios de las frutas silvestres y exóticas del Chaco paraguayo. Trabajan especialmente con 5 frutas silvestres como el cactus, el ají del monte, mistol, molle negro y algarroba. También con otras 5 frutas introducidas/exóticas como el tamarindo, el kinoto, la rosella, melón de china y sorgo.
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Variedad de productos
De estas frutas producen 7 variedades de mermeladas, 2 harinas, 2 condimentos, 3 infusiones y un syrope. Adeline dejó en claro que aún están en etapa de formalización con 6 productos de los 15, por lo que no todos se encuentran disponibles en los puntos de venta, mientras que algunos solo lo venden en la fábrica hasta tener todo en orden.
Explicó que al ser productos novedosos, en algunas ocasiones tardan en salir al mercado, pues deben trabajar en conjunto con el INAN, de modo de asegurar siempre la salud de todos los consumidores de forma responsable. En este sentido, agradeció el interés de la Facultad de Ciencias Químicas por las investigaciones realizadas, que ayudan para respaldar científicamente los saberes ancestrales de los pueblos originarios.
Gracias a estos aportes, cuentan con productos únicos como la mermelada del fruto del cactus y del ají del monte, especies que crecen solo en el Gran Chaco de la región que integra a Paraguay, Argentina y Bolivia, pero desde Tucosfactory son los primeros en desarrollarlos.
“El cliente realmente se lleva algo único en el mundo aquí, unas delicatessen. Pero también, queremos trabajar estos productos en forma sustentable y en equilibrio con la naturaleza, lo que significa que tampoco vamos a producir a escalas muy grandes”.
Sobre el valor de los productos finales, aclaró que lo definen los puntos de venta, pero los ya disponibles se encuentran entre G. 18.000 y G. 20.000 las mermeladas de rosella y melón, la de kinoto entre G. 20.000 y G. 22.000, la de tamarindo entre G. 24.000 y G. 26.000, la de cactus entre G. 26.000 y G. 28.000, y el ají rojo del monte entre G. 17.000 y G. 20.000.
Los mismos están disponibles en tiendas específicas de delicatessen y alimentación saludable; Beefshop, Panadería Karu, Eco Agro San Lorenzo e Itauguá, Loccom, Espacio Samu’ú en el Centro, así como en supermercados conocidos por contar con estas especialidades en sus góndolas; Los Jardines de Villa Adela, de Jacaranda y Spar en Luque. Los interesados en solicitar delivery, pueden hacerlo a través de la Tienda Espacio Samu’ú que ofrece este servicio.
Impacto en la zona
En cuanto al proceso de producción, Adeline indicó que cuentan con una pequeña fábrica, con registro de establecimiento (RE) del INAN, en la que trabajan 2 mujeres de la etnia guaraní para la elaboración, etiquetado y todo lo requerido para las mermeladas y demás productos, de forma muy artesanal y cumpliendo con los requisitos de calidad e higiene.
Pero el impacto de este emprendimiento es aún mayor, pues involucra a más de 80 nativas de diferentes etnias de la zona y del Gran Chaco, tanto en el cultivo como en la recolección de las frutas silvestres y exóticas. Es así que al consumir uno de los productos, lo hacen de la mano de estas mujeres que a través de este emprendimiento, pueden empoderarse.
“Con Tucosfactory tengo la oportunidad de enseñarles, empoderar a las mujeres indígenas y mostrar todo el potencial que ellos tienen, y que los paraguayos empecemos a valorar lo nuestro. Encontrar lo valioso que tenemos y cuidarlo como corresponde, pero más que consciente en este sentido que necesitaré del apoyo de mucha gente para cuidar y hacer crecer cada aspecto socioambiental”, resaltó Adelina.
En cuanto a la aceptación de los productos, sostuvo que de hecho, les pone muy contento que fueron muy bien aprobados, y que también sorprendieron a los clientes con las novedosas y deliciosas mermeladas, que además al entender el impacto social y ambiental, se quedan con una satisfacción plena. “No solo sorprendido a los clientes, sino también en el ámbito educacional ya que primarias, secundarias y a nivel universitario nos contactan para venir a aprender de y con nosotros”, agregó.
Así, Tucosfactory ya recibió la visita de ministros, embajadores, diputados, la primera dama actual, delegaciones oficiales internacionales, organizaciones como PNUD, WWF, PNUMA y otros a apoyarles, ya que el emprendimiento justamente busca incluir todos los aspectos sociales, ambientales y en el campo investigativo, de desarrollo inclusivo, sustentable y de propiedades nutricionales de especies autóctonos del querido Chaco, dijo.
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Oportunidad de valor agregado
Al ser consultada sobre cómo inició o qué la motivó para emprender en esto, señaló que, como chaqueña, siempre consumió estas frutas, y veía cómo en otros países se les daba un valor agregado e incluso lo combinaban con el turismo. En cierto punto de venta capitalino solía ver frutas de importación como tamarindo o pitahayas, que crecían en el Chaco, pero nadie lo valoraba, incluso iban a la basura, así como en la región Oriental no se valoran los mangos. Fue entonces que en 2016 como docente de la Facultad de Ciencias Agrarias - Chaco, tenía que desarrollar unas barritas energéticas a base de harina de algarroba, y aprovechó el contexto mencionado que lentamente iba germinando en ella.
“Empecé en casa, en un grupo de ventas del Chaco a ofrecer los productos y ahí vi también el impacto que esto podía generar en los pueblos indígenas, generando para ellos ingresos con algo que culturalmente ya conocían, (el de recolectar frutas). Además de la valoración en el entorno ambiental, al darle uso a las frutas de los árboles silvestres de frutas comestibles”, comentó.
Así, en 2019 finalmente decidió tomar todo esto, convertirlo en una idea de negocio y empezar a planificar, hacer los cálculos de inversión requerida, respetando y cumpliendo todos los procesos formales que para ella fueron clave, de modo de abrir caminos, adquirir experiencias y enseñar también a otras personas.
Costos altos
En similar contexto, consultamos si les pareció difícil emprender en Paraguay, a lo que respondió, que hacerlo no es muy fácil, pues se necesita de mucho coraje y perseverancia. Hay muchas formalidades que cumplir, pero que en los últimos años se dio buena apertura de parte de las instituciones públicas mediante la política de apoyo a las mipymes.
“Lo que cuesta a las microempresas es el costo de los profesionales que se necesitan ante instituciones como el Mades, INAN, SET, MTSS, que son los regentes y responsables técnicos que se deben contratar y pagar montos altos. Creo que este es el factor que hace que muchas microempresas, especialmente del sector alimenticio, opten por trabajar en la informalidad para poder sobrevivir. Sin embargo, también les limita a crecer”, acotó.