En Paraguay, si bien aún está en proceso de desarrollo la medición de la industria creativa como sector, se estima que mueve alrededor de US$ 1.000 millones, lo que representa el 2,5% del PIB, y genera alrededor de 50.000 empleos en forma directa sin mucho énfasis en las políticas públicas, por lo que su potencial es enorme y para ello precisan mayor financiamiento.
Es lo que señalaron la representante del Banco Interamericano de Desarrollo en Paraguay (BID), Edna Armendáriz, y Ricardo Arriola, director ejecutivo de la Federación de Industrias Creativas del Paraguay (FIC), durante el conversatorio en Plaza Pública Dende para analizar el sector de “La industria creativa y la economía naranja. Sus infinitas oportunidades”.
Para que el sector de la industria creativa en Paraguay pueda seguir desarrollándose se necesita fortalecer la formación de capital humano, acceder a financiamiento específico, internacionalizar la producción, combatir la informalidad, diseñar y aplicar políticas públicas que la impulsen, coincidieron los referentes.
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Al respecto, resumieron que los sectores con mayor visibilidad dentro de esta industria son el de videojuegos, con una exportación estimada de US$ 1.650.000 de videojuegos producidos en Paraguay. Le siguen el de software, de audiovisual, de música, publicitaria y editorial.
Desafíos
Arriola señaló que uno de los grandes desafíos es que las personas que crean contenido entiendan la importancia de registrar sus obras, para resguardar sus derechos de propiedad intelectual, a más de la necesidad de tener un registro para saber cuántas personas están trabajando en este sector. Para esto se necesita que la Subsecretaría de Estado de Tributación (SET) permita a un contribuyente inscribirse como desarrollador de videojuegos o desarrollador de software, por ejemplo.
Otro desafío compartido es con la Dirección de Propiedad Intelectual (Dinapi), para lo cual se creó la Dirección de Industrias Creativas y Folclore, y la Asociación de Desarrolladores de Videojuego inició una mesa de diálogo con la Dinapi, de manera a fijar los parámetros y procesos para registrar la producción de videojuegos.
A su vez, Armendáriz mencionó que uno de los problemas de la industria creativa es la informalidad en el sector, que lleva a restringir algunas veces el acceso al crédito. En cuanto al desafío estructural de la educación, manifestó que hay habilidades que se pueden aprender de manera rápida, con programas como los bootcamps, con la ventaja de que los jóvenes tienen un rápido aprendizaje.
Manifestó que también hay un rol importante de las universidades y del Estado en acompañar el desarrollo de la economía naranja, alineando su propuesta educativa con lo que requiere la industria creativa. Para ello se debe visualizar que si se quiere aumentar el aporte del 2,5% del PIB actual a 6% en 10 años, se debe determinar qué capital humano se necesita para producir y cómo se coordina con las universidades y centros técnicos la formación de ese capital humano.
“El mundo está avanzando de manera muy rápida, nos vamos a tener que ir capacitando todo el tiempo y creo que eso puede ser factible para los jóvenes”, acotó.