Qué tal acompañar la jornada con una dulce y envolvente propuesta, y qué mejor si el chocolate viene a ser uno de los protagonistas, que de hecho, hoy 13 de setiembre se celebra el Día Internacional del Chocolate desde 1955. Y es que en el especial de Emprendedores LN acercamos la historia de Alfafor, un emprendimiento gastronómico dedicado a la pastelería y más específicamente en la elaboración de alfajores artesanales sin conservantes ni aditivos. Ya se te antojó, ¿no?
La protagonista es Rosel Fernández, quien es licenciada en Ciencias de la Comunicación, trabaja como asesora de comunicación estratégica, a la vez es mamá, esposa y pastelera de corazón, como se denomina ella. El nombre es alusivo a cómo en la niñez generalmente se pronunciaba esta palabra, y hoy nos cuenta cómo surgió.
“Para mí la pastelería fue un bálsamo en un momento difícil, cuando falleció mi mamá, hace años atrás. Desde ese entonces, cada encuentro en la cocina, con los ingredientes, es un momento de alquimia, de transformación para mí y de poder brindar dulzura y amor a través de mis dulces”, confesó nostálgica, pero feliz Rosel.
Cómo empezó la magia
Respecto a sus inicios en el sabroso mundo de la pastelería, recordó que hace unos meses se acercaba su cumpleaños y como es comunicadora estratégica se autorregaló un taller de alfajores. Desde entonces continuó la magia, pues sus amigos, quienes probaron los alfajores, le motivaron para que los prepare para vender.
“No me parecía mala idea, sí muy desafiante por mis tiempos. Ganas de hacer los alfajores me sobraban, justo terminé una consultoría donde cumplía horario. Entonces tuve tiempo libre y así empecé a hacer los alfajores”, avanzó la emprendedora.
De ahí en más, Alfafor fue dedicado a las personas golosas que valoran y disfrutan de lo hecho en casa y de forma artesanal, ya que sus alfajores tienen mucho corazón y gozan de puro relleno con sabores explosivos para el paladar. El emprendimiento es prácticamente nuevo, pues solo en junio arrancó como negocio.
Y para conseguir atrapar con sus alfajores, Rosel utiliza productos frescos, sin conservantes ni aditivos y de alta calidad para su elaboración, pues están hechos de forma artesanal, tanto la masa y el proceso de estirar, cortar las tapitas, el rellenado y de cobertura son hechos absolutamente a mano; es decir, 100% artesanal sin la intervención de maquinarias, por lo que son únicos, cada alfajor es distinto al otro.
Curiosos nombres
Algo bastante interesante que caracteriza a Alfafor son sus peculiares nombres, ya que Rosel propiamente antes de elaborarlos ya pensaba en cada relleno y les fue dando nombres, que desde su punto de vista cada uno tiene su significado.
Así están disponibles La Albirro, un alfajor red velvet ya que las tapitas son rojas y el relleno es blanco por eso lleva ese nombre. El Ka’u alegre, uno de chocolate oscuro relleno de dulce de leche y caña, ¿qué tal esta combinación?
También está el Cielo Azul, un alfajor de manteca y coco, tiene el relleno de dulce de leche y un suspiro o merengue también elaborado artesanalmente. La cuarta propuesta es Bombón, un alfajor de chocolate oscuro relleno de dulce de leche, bombón y crema marroc. El Oreo como su nombre lo dice tiene por dentro una galletita oreo y dulce de leche. Y como broche de oro de este catálogo, el Chocolatoso, un alfajor relleno de ganache de chocolate semiamargo.
Como emprendedora, le consultamos si la actividad de emprender resulta difícil, a lo que respondió que empezarlo no lo es, pero sí mantener un producto o servicio en el mercado, ya que conlleva muchos factores como la preparación desde lo más básico para saber administrar los ingresos, egresos y una planificación.
Claridad de la idea
“Hoy día, hay muchísimo apoyo para el emprendedor desde el Viceministerio de Mipymes. Diferentes tipos de apoyo que van desde capacitaciones hasta capital semilla. Lo importante es apuntar siempre a la formalización y a una alta calidad y tener claridad desde el principio sobre lo que se quiere lograr”, subrayó Rosel.
En su caso, lo más difícil al principio fue vencer los miedos. Recordó que tenía unos alfajores hechos y sus amistades le insistían en comprar, pero ella no había hecho ni siquiera el gasto para saber cuánto le costaba hacer cada alfajor, por lo que le dio miedo ponerle un precio que les resultara caro. Pero luego se armó de valor y publicó en sus redes sociales, ofreciendo un combo de alfajores.
Lo que sucede es que al hablar de productos artesanales es sinónimo de productos de alta calidad, que implican horas de trabajo y dedicación. Es por ello que lo artesanal apunta a un público que valora y admira el trabajo de las personas.
En cuanto a rentabilidad, tiene su proceso para llegar a considerar al emprendimiento como rentable, los inicios son duros, confesó. Su emprendimiento está por llegar al tercer mes, pero ya le dio muchísima satisfacción y espera llegar a más personas.
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Sueña con un atelier
Es así que su principal interés es mantener lo artesanal, al tiempo de desear y soñar con un atelier donde la gente pueda disfrutar y compartir sus productos, lo cual no significa que tenga que masificar su producto, pues eso implicaría usar conservantes y no forma parte de su filosofía.
“Quiero que mi producto llegue a la gente de manera fresca, artesanal y elaborado con amor. Sueño con un atelier inclusivo, brindando oportunidad laboral a personas con discapacidad intelectual y física. Hoy es un sueño, sé que en algún momento no muy lejano será una realidad. Como sociedad tenemos muchos desafíos y uno de ellos es ser empáticos”, agregó.
En ese contexto, instó a otros emprendedores primeramente a vencer los miedos, a animarse a emprender, siendo la capacitación continua la clave, aconsejó. “Todos tenemos limitaciones, es bueno saber cuáles son y pedir apoyo o ayuda en las áreas que nos resultan difíciles. Hay que tener disciplina, aprender a delegar y planificar constantemente cada movimiento que implique inversión económica”, aportó.