Mientras el equipo estratégico de Efraín Alegre seguía analizando el impacto de la escatología (en su sentido profano) en los procesos electorales, el objeto de la investigación volvió a irse de cuerpo. Sumergido en una montaña de su propio detritus (de suyo, de él), con propuestas que de la cavidad bucal pasaron directamente al intestino grueso, sin escala purificadora en el duodeno, el candidato a la Presidencia de la República por la Concertación Nacional opositora no se aguantó más y se fue todito. Su incontinencia autoritaria produjo un material audiovisual (publicidad proselitista) con un mensaje final: “La mafia no lo quiere”. Todo normal dentro de su pobre y monotemática campaña. Sin embargo, esta vez su desesperación lo llevó a los extremos propios de una dictadura. Más específicamente a la de Alfredo Stroessner. Calcados son. No toleraba uno y no tolera el otro la libertad de expresión. Visten las mismas escamas. Para “Tembelo”, todos los periodistas críticos a su gobierno eran comunistas y los metía presos y en remojo en el Departamento de Investigaciones. Para “Batiburrillo”, son todos alquilados por el “crimen organizado”. No sabemos, aunque nos imaginamos, lo que podría hacer con los que cuestionan su gestión, si llegara a ganar. Porque su videopropaganda comienza con el rostro de varios compañeros, colegas, amigos y colaboradores (igual que yo) del Grupo Nación/Nación Media. Actitud que confirma el carácter sectario del titular del Partido Liberal Radical Auténtico (que no tiene una pizca, ni de recuerdo, del original Centro Democrático), y manifiesto, en tal sentido, mi más profundo repudio por haber sido excluido de tan selecta galería. Que el anonimato me trague. Me llevará tiempo superar esta intrascendencia.
La cuestión no es con nosotros (me meto de puro pichado, nomás, por tan alevosa discriminación), parafraseando a don Enzo Debernardi. “Ese es un problema entre usted y su inteligencia”, le respondió a un periodista el entonces director de Itaipú. A lo que el hombre de prensa, desconcertado y con la guardia baja, solo atinó a responder: “Permítame estar totalmente de acuerdo con usted, ingeniero”. Efraín Alegre está librando una feroz batalla con su propia desinteligencia. Ese es el nudo gordiano que le atora en un permanente estado de insalvable cuan insalubre mediocridad. Y no tiene siquiera un herrumbrado machetillo artesanal (made in Tacumbú) para cortarlo. Ni hablemos de espadas, como la de Alejandro. Por eso no avanza. Antes bien, con cada incursión pública, retrocede. Y se resbala en sus deposiciones cada vez más frecuentes. Ya nada le cierra. Mucho menos, los números de las encuestas.
Para empezar, siguiendo las recomendaciones de Perogrullo, partamos desde el comienzo. El desconocimiento de Efraín Alegre de los temas que aborda, con alocado ímpetu, como puntos clave de su propuesta se resume en su confusión de convertir en sinónimos almuerzo y merienda escolar. Su planteamiento para suprimirlos ha logrado el sueño de miles de políticos: la uniformidad casi plena de criterios, solo que en su contra. Tozudo como es el heredero del batiburrillo, no admite su error. “Quieren seguir robando –refiriéndose a sus adversarios colorados, metiendo mano al dinero del almuerzo de los niños (…). La merienda va a llegar, pero de la mano de las madres”. De nada le sirvieron las lecciones de une con flecha que le proporcionó la doctora en Ciencias de la Educación y magister en Gestión Educacional, Sofía Scheid. Que el columnista del diario que nació con fe en la plata, Bernardo Neri Farina, apalee a Santiago Peña, hasta cuando no puede, es lo normal. Pero esta vez le dio con un caño a Efraín Alegre al calificar la idea del presidenciable de la Concertación, como mínimo, de “irresponsable”, utilizando como origen de la información “círculos serios”. De paso, le recomendó que lea “el estupendo libro ‘La Gestión Lafuente’, de José Verdecchia”. Para que aprenda. O, al menos, memorice lo que se tiene que hacer en el campo de la educación. Me quedo con las declaraciones de la diputada, y ahora candidata al Senado dentro de la Concertación, Kattya González, quien descifró la fórmula de su candidato en la ecuación-confesión de que el Estado, con Efraín, asume su incompetencia y traslada su responsabilidad a las familias. ¡Touché!
Lo del ingreso sin examen de admisión en las facultades dependientes de las universidades públicas mereció la repulsa hasta de los propios jóvenes. Que no quieren nada gratis, sino la oportunidad de ejercitar su inteligencia, creatividad y talento. En el tema energético y su anuncio de bajar al 90% el precio de la tarifa de la Administración Nacional de Electricidad (Ande) fue una representante del Frente Guasu, Mercedes Canese, experta en energía, quien salió a realizar algunos subrayados sobre dicho proyecto, aclarando, ya que estamos, que miles de familias en situación de pobreza ya acceden a una tarifa social. Repito e insisto: la cuestión no es con nosotros.
Y, por último, una sugerencia al que intentará, por tercera vez, sentarse en el sillón de López. Puede buscar otros rostros en los medios amigos y concluir con “los buenos periodistas que me apoyan”. El spot marcaría sus primeros segundos con las caras de Varguitas, “Muñequita”, la que deja efímeras huellas en el mar o en el cielo, el hematólogo paradójico (no puede ver sangre porque es roja) y el pasante de Harvard, entre otros. Unos aplauden, otros critican. Así funciona la democracia. Y como diría don Cecilio, mi vecino: “Por algo la libertad es libre”. Menos para el batiburrillo. Hay olor a dictadura.
Lo del ingreso sin examen de admisión en las facultades dependientes de las universidades públicas mereció la repulsa hasta de los propios jóvenes.
Y, por último, una sugerencia al que intentará, por tercera vez, sentarse en el sillón de López. Puede buscar otros rostros en los medios amigos y concluir con “los buenos periodistas que me apoyan”.