Por: Diego Sanabria
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Hubo un tiempo en que las majestuosas dunas de San Cosme y San Damián fueron una de las bellezas naturales más imponentes de nuestro mediterráneo país. Hoy, por diversos factores, estas corren el grave peligro de desaparecer y, tal vez, este verano 2021/2022 podría convertirse en la última oportunidad de conocerlas.
Las dunas se formaron en la década de 1980, cuando la construcción de la represa de Yacyretá, compartida entre Paraguay y Argentina, hizo subir el nivel del río y los humedales e islas del Paraná desaparecieron bajo el agua. Esta joya comenzó a ser un espacio turístico a partir del 2008 aproximadamente, según lo manifestó Rolando Barboza, coordinador de Patrimonio en la zona de la Misión Jesuítica Guaraní San Cosme y San Damián.
Esta belleza natural que ofrece San Cosme y San Damián se encuentra en la localidad con el mismo nombre, en el departamento de Itapúa, a 300 kilómetros de Asunción. Incluso, fueron declaradas por la Junta Municipal como patrimonio natural, atendiendo su alto riesgo de desaparición.
“Las dunas son un sitio emblemático de la comunidad y el país; en el año 2008 en San Cosme y San Damián lanzamos un plan turístico distrital en el que dimos a conocer el recurso natural tan importante que se tenía, producto de la crecida del río Paraná por el embalse de la represa Yacyretá. A partir de ahí fue que las dunas cobraron relevancia por la maravilla que representaban y que se unía a la Misión Jesuítica Guaraní”, relató.
Señaló que desde entonces la zona creció como un pueblo turístico y fue desarrollándose a través del apoyo de la Senatur y otras organizaciones gubernamentales. Recordó que incluso las primeras posadas del país se generaron en este sitio, por la cantidad de visitantes que llegaba.
Barboza comentó que las dunas llegaron a tener en aquel entonces unos 30 metros de altura o más. “Era algo fantástico. Hoy lastimosamente, luego de un poco más de 10 años de su conocimiento, no queda más que una o dos hectáreas (antes tenía 70 hectáreas). No sabemos a quién recurrir ante esta grave situación, la comunidad es humilde y quienes deberían resguardar ese maravilloso sitio han hecho muy poco para intentar salvar el lugar. Estimo que este verano podría ser el último de las dunas, o quizás dos”, sostuvo.
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El representante de la Senatur precisó que en su momento y hasta ahora las dunas siguen siendo un producto turístico muy importante, ya que reciben turistas locales y del extranjero. “La debilidad nuestra es que nada hacemos, refiriéndome a todos los sectores que podrían intervenir. Sin las dunas, San Cosme y San Damián pasarán por un estancamiento turístico, independientemente a que hoy tengan su playa y otros atractivos”, advirtió.
Indicó que en algún momento se hicieron trabajos para intentar contener su tamaño. “Incluso, representantes de la entidad Yacyretá hicieron una evaluación técnica en la que habían señalado que intentar recuperar tendría un costo muy elevado. Habían precisado que una probable solución sería la colocación de mallas de protección, pero el problema es el viento y la erosión por la cota de ensamble; un rellenado a través de un barco que succione la arena podría ser una forma de mantener por unos años más. Sería un golpe muy fuerte si llegase a desaparecer definitivamente”, afirmó.
Precisó que en su mejor momento, entre el 2015 y 2017, se llegó a registrar alrededor de 20.000 a 22.000 visitantes anuales, y el 50% de estos llegaban solamente para conocer las dunas. “Actualmente existen alrededor de 15 posadas, con varias cabañas y lugares para acampar. De desaparecer las dunas, deberíamos reinventarnos teniendo en cuenta que el río Paraná siempre es un atractivo, pero nunca será lo mismo”, lamentó.
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