La resistencia del caballo criollo es una de las principales bondades que presenta la raza, al igual que su tenacidad, docilidad y entereza, que se fueron validando en la zona del Chaco desde la incorporación de la especie equina al país.
Los jinetes participantes de la Marcha Criolla, que cumplen un papel protagónico fundamental junto con los caballos, avalaron las características preponderantes de las que se viene hablando respecto a la raza, y recomiendan su uso para el trabajo de campo como para las competencias.
Antonio Ramírez, de 32 años y oriundo de Concepción, llegó hasta el Chaco para competir con un hermoso animal del propietario Harry Barton.
Lea también: Avanza segunda jornada de la Gran Marcha Criolla con total éxito
Fácil de domar
Con picardía, Antonio hizo alusión a su trayectoria como jinete, entre risas dijo que prácticamente nació en el lomo de un caballo. Se trata de su segunda vez en la competencia, en la edición anterior terminó en el segundo puesto, por detrás de la campeona 2019, Ángela Schapansky.
Para él, el criollo es un animal de rápido apaciguamiento, fácil de domar, además de ser confianzudo, pues cualquier persona podría montarse en el animal. “Encontré que el criollo es un caballo fácil de amansar, cualquiera va poder montarlo, y para el trabajo es una máquina”, destacó.
El jinete concepcionero, muy creyente, al desmontar, se arrodilló para elevar una plegaria, ya que quiere el primer puesto este año, a más de agradecer a Dios y a su padre, quien falleció hace 11 meses, comentó.
Destacó la presencia de la raza en el Chaco, pues facilitó bastante el trabajo de doma, al ser el animal más eficiente en ese sentido.
También el nativo Casa González, de 48 años, de la comunidad Pozo Amarillo, del distrito de Irala Fernández, departamento de Presidente Hayes, está participando por primera vez de una competencia equina, pero con experiencia como jinete desde hace más unos 30 años.
“La diferencia principal del criollo frente al cuarto de milla o un caballo árabe es que no lleva mucho tiempo para amansar, y también resiste muy bien, no se cansa fácilmente”, indicó.
Respecto a la competencia en sí, señaló que es un poco difícil, porque implica primero preparar al caballo para ponerlo a ritmo, y para el jinete mismo, porque 40 km es un trayecto interesante que requiere mantener la misma velocidad que el reglamento indica, explicó.
Se presenta con una yegua, propiedad de Dennis Reimer, y espera que para el domingo pueda lucirse con el animal, en el último día de competencia que ya incluye la carrera al estilo libre.
Variada participación
La participación es bastante variada, ya que también compiten dos jinetes mujeres; la anterior campeona Schapansky al igual que su hermana, así como la edad, pues hay jinetes muy jóvenes, como es el caso de Patrick Friesen. Él es un colono de 26 años, de Filadelfia, que viene cabalgando desde hace 8 años, pero es su primera vez en la Marcha Criolla.
Ante la consulta sobre qué lo motivó para estar en la competencia, el joven montador señaló que además de tener una nueva experiencia, la razón principal fue la de conocer la raza criolla en una carrera.
“Yo noté que tienen más energía, son más rústicos y andan muy bien para el trabajo diario con el ganado, y para los que gustan de un caballo con energía, el criollo es una muy buena elección”, reveló Patrick.
Es así que validó la destreza del criollo, desde que adquirió a la yegua con quien compite y aspira llegar a la meta este domingo 8 de agosto, en la gran final de la carrera de resistencia.