El Programa de Investigación de Agroindustria con materia prima vegetal del Centro de Investigación Hernando Bertoni (CIHB-Caacupé), del Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA), inició la cosecha del material genético de tártago.
La tarea está a cargo del Ing. Agr. Msc. Manuel Mayeregger para cumplir con la misión de producir materiales óptimos para la agroindustria, como así también para la agricultura familiar, según informaron desde el IPTA.
La cosecha del material, cuyo nombre responde a ricinus communis L, IANSEG 2009, es de una excelente productividad, ya que goza de un crecimiento uniforme, tamaño de racimos considerable entre 90 y 100 centímetros, y es de gran rusticidad para suelos pobres y degradados.
Varios usos
Hay que mencionar que la planta del tártago, de cuyas semillas se extrae un aceite, es utilizada en numerosas aplicaciones industriales, y Paraguay es considerado como importante productor en América del Sur, con casi el 1% de la producción mundial, que está alrededor de 1,1 millones de hectáreas, mientras que los tres productores más grandes son India, China y Brasil.
El aceite que se extrae de la semilla del tártago se utiliza para la producción de biodiésel, o más conocido como aceite de ricino, cuando en este caso es para uso industrial, mientras que cuando es direccionado para cuestiones medicinales se lo conoce como aceite de castor.
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Lo interesante de esta planta es que es de fácil cultivo y más que adaptado al clima local, y se caracteriza principalmente por su alta viscosidad o peso, lo soluble que es en el alcohol y que no se congela, por lo que es utilizado en la aviación como lubricante y fluido hidráulico, según publicaciones periodísticas.
El aceite de ricino es utilizado también para el derivado de cientos de productos como pinturas, barnices, aislantes, nailon, plásticos, jabones, entre otros más.
Facilidad de siembra
La planta del tártago es de porte intermedio, lo que facilita bastante la cosecha en forma manual y para la siembra solo son necesarios 3 kilogramos de semillas para una hectárea. Asimismo, dependiendo de la periodicidad de las lluvias, se puede alcanzar un rendimiento de hasta 4.000 kilogramos por hectárea, conforme lo indica el IPTA.
Se resalta además otra de las bondades del material, con la posibilidad de cosecha durante dos años consecutivos antes de renovar los planteles, y la adaptabilidad horizontal con que cuenta el material.