El nivel de desigualdad en la distribución de ingresos en Paraguay experimentó una reducción de 5% en el 2020, en comparación al 2019, según el informe de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC).
El coeficiente de Gini, que es el índice de medición, bajó de 0,458 –registrado en el 2019– a 0,437 en el 2020. Mientras que, en comparación a los años 1997/8, periodo en que la desigualdad de ingresos llegó a 0,542 en Paraguay, se observa una reducción de 19%, según la DGEEC.
El coeficiente de Gini mide el nivel de concentración que existe en la distribución de los ingresos en la población. Sus valores oscilan entre 0 y 1: si una sola persona recibiera la totalidad del ingreso, este índice tomaría el valor uno. Si todos los paraguayos percibieran el mismo ingreso, sería cero. Cuanto más cercano a uno, mayor es la desigualdad en el país.
El analista económico Amílcar Ferreira explicó en conversación con La Nación, que esta reducción se pudo haber dado debido a la caída más fuerte de los ingresos de los sectores medio y alto, por efecto de la pandemia de COVID-19.
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“La pandemia hizo que los niveles de arriba se vieran más afectados en sus ingresos, y eso hizo que se acerque más a los ingresos de los sectores más bajos. El Gini lo que hace es medir el segmento de la población con ingresos más altos, con el grupo de ingresos más bajos”, detalló.
En ese mismo sentido, el analista manifestó que es muy poco probable que los niveles más bajos hayan mejorado sus ingresos durante esta pandemia. Es más que seguro que el nivel de ingresos de los segmentos más altos se haya reducido, y eso llevó a que se acorte esa desigualdad en ingresos existente en Paraguay, señaló.
Es importante mencionar que la pandemia de COVID-19 golpeó a ambos segmentos. El sector más bajo fue afectado a través de la pérdida de empleos, mientras que el eslabón más alto fue perjudicado por la menor actividad económica generada a través de las restricciones implementadas por el Gobierno, para tratar de controlar la propagación del virus. A la que se suma la incertidumbre sanitaria y económica, y la pérdida del poder adquisitivo de las personas.
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