La ciudad de Encarnación es una de las más golpeadas con la crisis económica que afronta el país y más aún las zonas fronterizas debido a la situación sanitaria a causa del COVID-19. Esa preocupación fue expresada por uno de sus pobladores en su cuenta de Facebook. Sergio Godoy Jacquet lamentó la inacción de las autoridades.
“La actitud de ‘sálvese quien pueda’ que el Gobierno Nacional adopta con relación a las ciudades de frontera deja a Encarnación en una posición incluso más desfavorable que las demás ciudades en similar condición geográfica”, expresó como descargo el ciudadano. Alegando además que la situación puede corregirse, pero “urge un cambio de timón o mentalidad de los (i)responsables del gobierno actual”, sostuvo.
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No desperdició la oportunidad para también dar a entender que los problemas del Paraguay no terminan en Calle Última, por lo que las ciudades de frontera necesitan de mejores atenciones como se da en la capital del país, Asunción. “Sus ciudadanos no somos de segunda categoría, y me atrevo a decir, sin temor a equivocarme, que incluso tienen mucho que aprender de nosotros, quienes tratamos de sostenernos sin apelar a las siderales sumas de los préstamos que también a nombre nuestro han contraído”, lamentó.
Primeramente expuso sobre los problemas puntuales que afronta Encarnación, “la realidad del circuito comercial (hoy convertido en un paseo fantasmagórico), que ya venía decayendo por la fluctuación cambiaria de su principal moneda comercial como siempre lo fue el peso argentino, hoy se acentúa con la situación inmediata de las playas y a futuro de la no realización de los corsos”.
Reconoció que el circuito comercial siempre estuvo enfocado a la clientela foránea, aún tenía la esperanza de seducir al encarnaceno con ofertas y promos, pero propuestas formales no se hicieron, como se diluyó esa esperanza, y con las fiestas de fin de año los comercios ya estaban asfixiados, por lo que se vieron obligados a cerrar.
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Las playas también eran la opción acertada para la esperanza de los propios comerciantes de frontera, pero el decreto emitido por el Poder Ejecutivo, de la mano del ministro de Salud, cayó como baldazo de agua helada, señaló. Teniendo en cuenta que se nivelaron las ciudades que no cumplen los protocolos con las que sí. Generándose así “la deserción de los posibles veraneantes, sino a los comercios y a las marcas que esponsorean las actividades, les imposibilitó invertir por precaución”, añadió.
Por último, los corsos encarnacenos, otra de las actividades económicas que son incluso más importantes que las playas, “la no realización de los mismos por el tema sanitario actual termina de aniquilar toda esperanza de oxigenación económica al que podía aspirar el encarnaceno”.
De esta forma concluye que “el motor económico de la largada anual de la ciudad está sin funcionamiento y afecta absolutamente todos los niveles socioeconómicos de la ciudad e incluso trasciende lo meramente económico, y hace metástasis en la parte anímica de la ciudadanía y ni qué decir de la imagen de un destino turístico en ciernes, que aspiraba a consolidarse en la región”, concluye.
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