Una de las historias de superación personal, de arrepentimiento y de ganas de salir adelante se da con don Florentino, quien carga sobre sí una culpa y que, a pesar de ello, saca pecho para continuar la vida por una mejor senda.
Florentino puso en marcha una lavandería, la única, instalada en la Granja Ko'ê Pyahu, que pertenece al penal de Tacumbú, donde apilona hasta 130 piezas de ropa al día en sus canastas. Ha vivido experiencias difíciles, pero saca cuentas positivas de los 15 años de privación de libertad en que no ha dejado de pedir perdón por el error que cometió. Le falta un poco más de un año para salir en libertad.
Son las ocho de la mañana, se mueve rápido y aprovecha su contextura delgada mientras conversa, seleccionando y apartando prendas, cepillando jeans, activando el lavarropas y dejando piezas al removido de virus y bacterias en latonas cuando otra parte ya está lista para colgar. A la tarde, plancha y termina encorvado tipo 21:00 sobre las que necesitan un remiendo o están descosidas.
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El Ministerio de Justicia ha posibilitado que realice esta actividad provechosa como método de su reinserción social, siendo un condenado que goza de buena conducta acogido al régimen semiabierto.
Hace 1 año y 10 meses que se le dio la posibilidad de estar en la Granja, colindante con la Penitenciaría Industrial Esperanza (UPIE) en que no existen celdas ni barrotes, solo pocos guardias e inmenso verde. “Lavado, secado y planchado, con servicio de búsqueda, entrega en puerta y mayor horario de atención hacen de ‘Clean Lavandería’ la solución a sus ropas sucias”, dice a modo de eslogan don “Flore” más animado que nunca que ni se le notan los 70 años que acaba de cumplir.
Esta persona privada de libertad (PPL) encontró su nicho de clientes con las 28 PPL que están en el penal. Antes estuvo en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú como coordinador de la tercera edad en la planta alta de Admisión y apenas abastecía para lavar entre 300 a 400 ropas, gratis, porque la mayoría no podía pagar, expresó.
Al finalizar, se muestra reflexivo y dice su verdad con ilusión en el futuro. A su edad tiene un nuevo sendero por andar, de vivir para servir y amanecer con actitud entusiasta y fe. “Yo pido perdón todos los días por el mal que cometí y he tratado de resarcir con buenas acciones”. Florentino estudió 2 años de Contabilidad en la Católica y 4 de Derecho en la Nacional laborando al frente de su restaurant. Ahora todo parece verse muy distante afuera, donde le aguardan su compañera sentimental Juana, sus 4 hijos y un hijastro.
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