Por Alba Delvalle
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En el especial de Mujer destacada de LN de hoy acercamos la trayectoria de una joven mujer optimista que impregna pasión a todo lo que emprende, cuya filosofía de vida es ver siempre el lado positivo de las cosas, situaciones o personas, y que busca inspirar desde lo bueno.
Ella es Liz Grütter, de 36 años, divorciada, sin hijos, la tercera de cuatro hermanos: Karen, Juan y Antonella, hijos de Antonio y Carmen. Realizó sus estudios primarios en el colegio Jean Piaget, de Fernando de la Mora. Desde el sexto grado de la escuela y hasta el sexto curso de la secundaria fue al Colegio Apostólico San José.
“Creo que mis valores son la honestidad, la confianza y el respeto. Trabajo para que mi estilo de liderazgo sea adaptativo a lo que plantee o requiera la situación o proyecto del momento”, expresó la joven entusiasta.
De niña le gustaba viajar, las vacaciones en familia eran siempre muy especiales para ella. Soñaba con vivir, estudiar y hacer un masterado en el extranjero. Lo primero lo cumplió en el 2008, cuando fue a vivir a Nueva York por casi 3 meses para perfeccionar el idioma. Lo segundo todavía sigue pendiente, comentó para LN.
En cuanto a los estudios terciarios, se recibió de licenciada en marketing y en administración de empresas. Posee una especialización en administración de empresas, todos cursados en la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
Actualmente es gerente financiera de Casa Grütter, donde también forma parte del directorio, activa como vicepresidenta de la Asociación de Emprendedores del Paraguay (Asepy) para luchar por los ideales y por un ecosistema emprendedor, y es vocera y socia fundadora de la Cámara de Comerciantes Mayoristas y Minoristas del Paraguay (Comampar).
Legado familiar
La actividad empresarial la lleva en la sangre, ya que sus padres siempre tuvieron su propio emprendimiento. La mamá tuvo una boutique y luego un bazar. Su padre, un comercial mayorista de ramos generales, quien siempre llevaba a los hijos en los respectivos negocios después de clases, durante los fines de semana y en las vacaciones.
“Los acompañábamos y de a poco nos fuimos adentrando en el mundo del emprendimiento y los negocios. En la secundaria ya apoyaba, era cajera en la casa central, en el Abasto, y luego de terminar la secundaria ya me incorporé a la empresa familiar”, amplió Liz.
Pero su experiencia no se centra solo en el negocio familiar, ya que la pasantía laboral del bachillerato técnico la realizó en una entidad financiera. Luego de terminarla, quedó contratada y trabajó allí un tiempo.
Desafío de conjugar roles
Al abocarse actualmente en la empresa familiar, confiesa que lo más desafiante es siempre conjugar correctamente los roles y desde qué posición se está hablando, por lo que es súper importante no mezclar los roles vinculados a la familia, como ser hija y/o hermana con los vinculados a la empresa, sea gerente, directora, accionista. Y lo mismo en cuanto a los espacios y el tiempo. No llevar temas de la empresa a los asados de los domingos, aunque eso se vuelve complicado, añade, porque siempre sale algún tema de la empresa.
“Esto se da mucho por el rubro en el que nos manejamos, en el que los locales están abiertos todos los días. Y por más que sea difícil, esto de no llevar temas vinculados de la familia a las oficinas y horarios de trabajo requiere una práctica constante de todos los actores”, aseveró.
En ese sentido, Liz asienta que el rubro del supermercadismo es desafiante y muy abarcativo, ya que implica tener dentro de un mismo negocio diversos rubros que necesitan una mirada especial o enfocada. A su vez, requiere coordinar muchos actores y hacer que todo funcione en tiempo y forma.
Largo trecho para la igualdad
LN no puede dejar de interiorizarse en la preponderancia del rol de la mujer en el ámbito empresarial y para Liz, lamentablemente en algunas ocasiones sí se vuelve más difícil. No obstante, cree que si bien se recorrió y avanzó bastante, todavía falta un largo trecho que recorrer en cuanto a la igualdad.
“En ocasiones uno va a una reunión y no se dirigen a una, se dirigen a los varones sentados en la mesa. Así como también existen prejuicios que primero hay que desterrar, y luego ven a la profesional que tienen en frente. Una tiene que ir empoderándose, ocupando espacios, haciendo que sus ideas sean escuchadas”, sentenció.
Ante la consulta de cómo la segunda generación está encaminando el legado familiar, señaló que todos, no solamente ella, sino también los hermanos están honrando los deseos y el propósito del fundador, con cada acción que realizan en el día a día. “Todos ya estamos integrados a la empresa familiar hace años, y gracias a ello estamos honrando los deseos de mi padre, como así también todo el excelente equipo de colaboradores con los que contamos”, sumó.
Caminos alineados, pero diferentes
Al tiempo de recalcar que es un gran honor y un desafío enorme contar con un líder que va dejando tantas huellas positivas a lo largo de su camino. Pero, a la vez, cree que su camino es diferente al de su padre, aunque estén alineados en el mismo propósito general o trabajando en la misma empresa.
De esa forma, evidenció que tanto las visiones, ideas y sueños son diferentes, así como los enfoques y formas de liderazgo, pero que, sin duda, la combinación de ambos, experiencia e innovación son la clave para ir avanzando a pasos firmes en el gran desafío que implica formar parte de una empresa familiar.
En cuanto a sus anhelos o metas por cumplir, Liz citó viajar a Alemania a conocer un poco más de las raíces de la familia. “El bisabuelo era alemán. De hecho en abril debía ir, pero por la pandemia cambiaron los planes”, dijo. Y como ya lo señaló más arriba, hay sueños diferentes a los del padre, como poner en marcha un emprendimiento en sociedad que tiene ideado con su hermana Antonella, quien dirige la gerencia de marketing, así como realizar su masterado como ya lo anticipó al principio de la entrevista.
Aprender a descansar, pero no rendirse
Y para despedirse, contenta por poder transmitir un mensaje a las mujeres, instó a todas a buscar su propósito, en lo que las mueve e inspira, que luchen por lo que desean y que se empoderen en los espacios en los que se manejan.
“No tengan miedo de cometer errores, y, si lo hacen, aprendan de ellos. Sepan siempre qué lección acuñar de cada error; por último, que cuando estén cansadas y todo se complique, aprendan a descansar, pero no a rendirse”, concluye.