La industria aceitera nacional ha venido enfrentando varias situaciones complejas en los últimos años, debido a que desde que prácticamente triplicó su capacidad de procesamiento en el 2013, el cambio constante de las reglas de juego, sumado a otros factores coyunturales, impactaron de manera negativa, restando su competitividad, según expresa la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosa y Cereales (Cappro).
El gremio sostiene que este año trajo una reforma tributaria que sigue equiparando la agroindustria a la exportación de soja en estado natural, convirtiendo los productos derivados del procesamiento de las oleaginosas en los únicos productos industriales que no recuperan el Impuesto al Valor Agregado al exportar, situación que genera un desincentivo a la industria, a la que se sumó el retraso de la cosecha.
Además, precisa que se presentó también la baja del nivel de los principales ríos, que limita en gran medida las exportaciones, tanto de la industria aceitera como de los otros productos relacionados al agro, y, en general, al comercio exterior nacional.
Por esas razones, manifiestan que la combinación de estos factores pone en gran riesgo a nuestra industria, la más importante actividad de transformación en cuanto a inversión extranjera directa del país.
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Potencial sigue intacto
“Las expectativas para el futuro inmediato tampoco son muy positivas, ya que aún no existe precisión sobre un tema de gran relevancia para la financiación, siembra y posterior comercialización de la zafra 2020/2021, como son los precios de transferencia, modificados con la reforma tributaria y que todavía no fueron reglamentados por el Poder Ejecutivo,” expresa el comunicado.
Añade que es de vital importancia que la administración tributaria pueda dar precisiones sobre este tema, para evitar que la comercialización en toda la cadena de productos que cotizan en mercados internacionales se vea frenada y pueda contribuir en la reactivación económica nacional.
Por último, advierte que a pesar de todos los desafíos que existen en este complejo panorama, el potencial de la agroindustria se mantiene intacto, ya que un alto porcentaje de nuestra producción agrícola se exporta en estado natural; con una producción de soja que supera los 10 millones de toneladas, se procesa menos del 40%. “Para mejorar este porcentaje y alcanzar el potencial del sector, creando más fuentes de trabajo, se debe apuntar a una política industrial clara”.
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