El estado del papa Francisco, hospitalizado desde hace 16 días por una doble neumonía, se mantuvo ayer sábado “estable”, indicó el Vaticano, en plena preocupación creciente sobre la salud del jesuita argentino de 88 años tras su recaída del viernes.

“El estado clínico del Santo Padre permaneció estable” y no registró ninguna nueva crisis respiratoria de “broncoespasmo” como el viernes, reza el último informe médico, precisando que su pronóstico sigue siendo “reservado”.

Tras varios días de mejoría, que llevaron a una fuente vaticana a confirmar el viernes a mediodía su salida del estado “crítico”, el pontífice sufrió pocas horas después una “crisis aislada de broncoespasmo” que empeoró su estado.

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Para recuperarse, este sábado “alternó ventilación mecánica no invasiva con largos períodos de oxigenoterapia de alto flujo, respondiendo siempre bien”, y realizó “fisioterapia respiratoria”, indicó la Santa Sede.

En una señal positiva, el informe médico subraya la ausencia de una leucocitosis –aumento de los leucocitos en la sangre–, lo que “indica claramente que no hay reacción a una infección en curso”, según la fuente vaticana.

Los médicos se dieron el sábado y este domingo para evaluar el impacto de la crisis, pero, para el profesor de geriatría de la universidad de Florencia, Andrea Ungar, este diagnóstico podría tardar incluso “10 días”.

“El vómito entró [el viernes] en sus pulmones. Esto es un problema que agrava la neumonía”, por lo que habrá que “reforzar” los antibióticos, explicó a la AFP el experto.

EN CAPILLA

Esta hospitalización, la cuarta y más larga desde 2021, genera preocupación por los problemas previos que debilitaron su salud en los últimos años: operaciones en el colon y el abdomen, y dificultades para caminar.


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