- AFP
Con un casco de realidad virtual, unos estudiantes de una universidad de Hong Kong viajan a un pabellón en las nubes para seguir una clase de la teoría de juegos explicada por un Albert Einstein creado con inteligencia artificial (IA). La experiencia forma parte de un curso piloto de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong (HKUST) para probar el uso de “profesores” generados por esta tecnología en auge en el mundo.
El profesor Pan Hui, responsable de este proyecto, considera que esta herramienta puede ser de gran ayuda para los centros educativos ante la falta de personal en muchos países del mundo. “Los profesores generados por IA pueden aportar diversidad (...) e incluso una narración inmersiva”, explica Hui a la AFP.
La difusión de herramientas como ChatGPT generó esperanzas de mejoras en productividad y enseñanza, pero también temores sobre las posibilidades que ofrecían para el engaño y el plagio o la sustitución de profesores.
En este curso “Redes sociales para los creativos”, estos maestros digitales abordan con una treintena de estudiantes cuestiones relativas a las tecnologías inmersivas y el impacto de las plataformas digitales. Una vez que se carga el contenido de la formación al programa, este genera automáticamente los profesores, cuya apariencia, voz y gesticulación son personalizables. Los avatares pueden aparecer en una pantalla o a través de cascos de realidad virtual. El curso es híbrido porque Hui interviene también en las clases. Pero la IA, asegura, le ha permitido librarse de sus tareas más “pesadas”.
FIGURAS CÉLEBRES
La estudiante de doctorado Lerry Yang considera que esta mezcla de universos reales y virtuales y la personalización de los profesores digitales mejora su aprendizaje. Si un profesor digital “me hace más receptiva a nivel mental o me parece más accesible y amable, esto borra la sensación de distancia entre el profesor y yo”, asegura a la AFP esta joven que dedica su doctorado al metaverso.
Abordar el auge de la IA es un desafío común para el profesorado. Algunos deciden limitar su uso o intentan encontrar identificar de forma fiable los plagios. Aunque al principio se mostraron dubitativas, la mayoría de las universidades de Hong Kong autorizaron el año pasado a sus estudiantes usarla con condiciones variables.
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Las amenazas de la nueva tecnología ya están entre nosotros
- Por Ricardo Rivas, periodista. X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Robots humanoides e IA son, claramente, un desarrollo tecnológico para seguir bien de cerca. No debiéramos mirar hacia otro lado.
Cuando agosto pasado estaba próximo a finalizar, el doctor Luo Xun dijo al colega periodista Nicolás Mancini, del diario Clarín de Buenos Aires, que en la actualidad los robots tienen “mayor interacción natural con los humanos”.
Luo, profesor de ciencias de la computación en Connected Universal Experience Labs y miembro de la Junta Directiva de la Federación de Computadoras de China, como cientos de expertos que participaron de la Conferencia Mundial de Robótica 2024 en Beijing, sostiene que “los robots ya no se limitan al ámbito de los laboratorios de alta tecnología y están pasando gradualmente de los entornos experimentales a los entornos industriales y, luego, a los hogares”. En la capital china, el Centro de Innovación de Robots Humanoides de Zhejiang presentó su nuevo robot humanoide, NAVIAI, que, entre otras acciones, prepara té, juega al ajedrez y pronuncia discursos. Otro desarrollo robótico, Astribot S1, escribe con buena caligrafía, cocina, dobla prendas para vestir. Wanda, también humanoide, es apta para el servicio doméstico. Tesla Optimus, que también debutó públicamente en esta ocasión en Beijing, camina con bastante agilidad, tiene en sus dedos funciones táctiles y de percepción.
“¡Todo un hombrecito!”, podría haber dicho alguien en el barrio al verlo pasar unos pocos años atrás. Tesla anuncia que en 2025 tendrá mil trabajadores humanoides en su fábrica. “El señor Liu Cong, vicepresidente de iFlytek, en la misma línea de pensamiento, espera que los robots humanoides ingresen gradualmente a varias industrias en los próximos 3 a 5 años y, en los venideros 5 a 10 años, a los hogares”, dice www.dandaig.con.ar, publicación especializada en China que recomiendo.
El mismo medio da cuenta de que “los robots de GalaxyBot ya han entrado en algunas de las principales empresas automovilísticas (globales) para llevar a cabo tareas y se espera que aparezcan en las tiendas farmacéuticas y minoristas alrededor de octubre (próximo), creando un grupo de farmacias y tiendas sin personal”. ¡Ufff! Me sorprende el anuncio, aunque no tanto. Algunas de esas tecnologías robóticas en Mar del Plata –unos 1.400 kilómetros al sur de mi querida Asunción– desde varios meses ya se aplican en el sector farmacéutico. Apabullante. ¡Hasta perros robots fueron vistos en Beijing! Se aprestan para estar en todos lados y en multiplicidad de funciones. Tanto para la paz como para la guerra. Semanas atrás, dimos cuenta de la producción de “robots asesinos” en algunas empresas pequeñas y medianas instaladas en los suburbios de Kiev en Ucrania.
INTERROGANTE
¿Qué pasará con los humanoides en el ecosistema laboral? Interrogante de larga data. Pienso en Metrópolis, aquella película muda alemana que en 1927 –97 años atrás– dirigió Fritz Lang inspirándose en una novela escrita por Thea Gabriele von Harbou. Me espanta. Pero pareciera que la humanidad tiende a repetirse. Es muy probable que 529 años atrás el “caballero autómata” haya sido el resultado que alguien quiso obtener por alguna razón desconocida y que, para alcanzar ese objetivo, haya recurrido a quien es considerado como uno de los más brillantes inventores del Renacimiento.
Leonardo di ser Piero da Vinci (1452-1519) sin dudas lo era. Fue anatomista, escritor, urbanista, filósofo, músico, astrónomo, arquitecto, poeta, paleontólogo, botánico, ingeniero, escultor, pintor e inventor. Nació en Florencia. De allí que por su brillante fama se lo menciona como el “polímata florentino”. En aquella bella ciudad, adolescente aún, uno de sus vecinos, Andrea de Verrocchio, lo introdujo en la pintura. Desde entonces su espacio de trabajo fue el mundo de entonces. Venecia, Roma, Bolonia, Milán. Justamente en esa ciudad fue contratado por el duque Ludovico Sforza.
En Amboise, Francia, donde finalmente falleció, sus estudios y creaciones fueron al servicio del rey Francisco I, también conocido por las fiestas que Leonardo organizaba para él y sus invitados y, a la vez, el “rey guerrero por los sucesivos conflictos que batalló contra Italia y España, entre otras potencias. Da Vinci fue un emprendedor que hizo de todo. Recordar sus obras puede llevar horas y siempre habrá de faltar la mención de alguna. “La Gioconda”, “La última cena”, “La adoración de los magos”, el “Retrato de Isabel de Este”, la “Cabeza de muchacha”.
Jugaba en toda la cancha. Por fuera del arte plástico, sus creaciones e invenciones sorprenden. El helicóptero, el automóvil, el submarino, el carro de combate. ¿Por qué no suponer que Francisco I le encomendara secretamente que creara novedosas armas para la guerra? Todo puede ser. “Il cavaliere dell’automa” (El caballero autómata)”, otra de sus creaciones, la presentó durante una fiesta que ofreció la familia de Ludovico Sforza quien, para divertir a sus invitados, pidió lo que hoy conocemos como un robot. Diligente Leonardo, creó un “caballero” humanoide que montó sobre una armadura que movía brazos y piernas y, además, emitía algunos ruidos. Todo para divertir. Supongo. No obstante, desde entonces no faltan quienes también señalan a Da Vinci como el padre de la robótica.
EL PRIMER ROBOT
Cuando en 1939, en Nueva York, se inauguró la Feria Mundial, la empresa Westinghouse Electric Corporation presentó a Elektro, definido como “el primer robot humanoide del mundo”. Con aproximadamente 2 metros de altura y unos 120 kilos de peso, fue diseñado y alistado para realizar 26 movimientos distintos.
Incluso, en un fonógrafo sus fabricantes grabaron poco más de 750 palabras para que pudiera simular una conversación. Caminaba, fumaba cigarrillos, inflaba globos, movía la cabeza y los brazos. Su mascota, Sparko –un perro robot– también realizaba algunos movimientos y respondía a ciertas órdenes. Fue un éxito notable. Hasta cuando finalizaban los años 60.
Una fantasía superior se ubicó entonces por encima en el interés de la opinión pública. Neil Armstrong, el 20 de julio de 1969, fue el primero de los hombres que pisó la Luna. Hacia allí –hacia la conquista del espacio exterior– se dirigió la mirada de una buena parte de la sociedad mundial. Ocho años antes –Unimate, un robot industrial– fue instalado en la línea de montaje de General Motors. Algunos trabajadores comenzaron a verlo como posible amenaza y a reflexionar sobre la robótica como un desarrollo tecnológico que pudiera ir en contra del trabajo humano.
En agosto de 2024, ya en este siglo, el doctor Luo, en Beijing, considera que, por la presencia disruptiva de los humanoides en el mundo laboral, “nuevos tipos de trabajo surgirán con el aumento del número y la coexistencia más amplia de robots de servicio” con la humanidad.
Sin embargo, piensa que “es difícil predecir qué tipo de empleos nuevos” se crearán, pero está convencido de que “no es motivo de preocupación”, aunque sí admite –como interrogante– que no sabe “si será justa la distribución de los nuevos empleos para todos los grupos de personas (...) por varias razones” que expone. “La inteligencia artificial que tenemos ahora está construida en gran medida sobre el aprendizaje profundo y los grandes modelos. Lo que significa que (en su razonamiento) (la IA) sigue siendo una caja negra y faltan explicaciones (porque) si las cosas van mal en el razonamiento de los robots es difícil encontrar formas para mitigarlas”. Es palabra y pensamiento del reconocido experto doctor Luo. Agrega en tono de reflexión que “estamos en una época en la que los humanos están profundamente divididos en su comprensión de los valores comunes (por lo que) en la situación de los robots, tal división solo será (para) peor”.
MIEDO ANTE LO DESCONOCIDO
Miedos y desconfianzas ante lo desconocido que se parece al humano. El experto japonés en robótica Masahiro Mori da cuenta de que aquella ambigüedad es la que confunde e inquieta al cerebro humano frente a algo tan parecido ante él, pero que sin embargo desconoce en el momento del encuentro con esos humanoides. Mori, en 1970, a esa sensación la llamó “bukimi no tani genshō”. En inglés, “uncanny valley”. En español, “valle inquietante”. Para que quede claro, miedo ante eso desconocido y antropomórfico.
Vuelvo a Luo. “La sociedad necesitará un profundo cambio de mentalidad para aceptar y abrazar el uso a gran escala de robots de servicio (que) tardará un tiempo, pero (cree que) finalmente sucederá”. Una vez más retornan a mí las imágenes de Metrópolis, ficción que transcurre en una megalópolis en 2026 en la que las y los trabajadores, convivientes con robots humanoides con prácticas humanas, viven en un gueto subterráneo y allí deben habitar –sin poder salir– por decisión de la élite dominante.
La rebelión en procura de la libertad no se demora. La pareja protagonista –Gustav Frölich como Freder y Brigitte Helm como María– alentados por un robot inician la epopeya contra quienes habitan en la superficie. Inteligencia artificial (IA) y robótica humanoide recorren senderos muy cercanos. Algunos afirman que una no es sin la otra. Al parecer, contrarían a las paralelas porque no esperan el infinito para cortarse. No, para nada. “Una mirada más atenta a la historia nos revelará que, en realidad, los humanos tienen buenas razones para temer a esas tecnologías nuevas y potentes. Aunque al final sus aspectos positivos superen a los negativos, llegar a ese final feliz suele implicar muchas pruebas y tribulaciones. Las nuevas tecnologías suelen conducir a desastres históricos no porque sean intrínsecamente malas, sino porque a los seres humanos les lleva un tiempo aprender a usarlas con sensatez”, sostiene Yuval Noah Harari en “Nexus”, su más reciente obra, que publica Random House.
No son escasos aquellos que fustigan y contradicen esa mirada crítica. Sin embargo, ese parecer en algún sentido se alinea con las reflexiones de veintiocho países que reunidos en los primeros días de noviembre de 2023 en Bletchley, UK, en un documento relevante destacaron que “existe la posibilidad de que se produzcan daños graves, incluso catastróficos, ya sean deliberados o involuntarios, derivados de las capacidades más relevantes de estos modelos de IA”.
ENORMES OPORTUNIDADES
Fuerte advertencia, por cierto. La Declaración de Bletchley –tal el nombre del documento emitido– pese a ello puntualiza que “la IA presenta enormes oportunidades globales (porque) tiene el potencial de transformar y mejorar el bienestar humano, la paz y la prosperidad”. Aunque puntualiza que “por el bien de todas las personas, la IA debe diseñarse, desarrollarse, implementarse y utilizarse de manera segura, centrada en el ser humano, confiable y responsable”.
Esto con el objeto de “promover el crecimiento económico inclusivo, el desarrollo sostenible y la innovación, proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales y fomentar la confianza pública en los sistemas de IA”, porque esos sistemas ya se aplican en “muchos ámbitos de la vida diaria, incluidos la vivienda, el empleo, el transporte, la educación, la salud, la accesibilidad y la justicia, es probable que su uso aumente”.
Por ello, es deseable que “se utilicen para bien y para todos, de manera inclusiva en nuestros países y a nivel mundial (para) hacer realidad el disfrute de los derechos humanos y fortalecer los esfuerzos para lograr los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de las Naciones Unidas”. El texto llama la atención sobre los “riesgos importantes” que plantea la IA y, entre ellos, hace foco en “el potencial de riesgos imprevistos derivados de la capacidad de manipular contenido o generar contenido engañoso” que facilita la circulación de información falsa, de bulos, de fakenews o de manipular a la ciudadanía cuando se desarrollan, por ejemplo, procesos electorales. Vale recordar el Brexit.
Hace un llamado de atención en particular a “los actores que desarrollan capacidades de IA de vanguardia, en particular aquellos sistemas de IA que son inusualmente poderosos y potencialmente dañinos”.
RESPONSABILIDAD
A ellos les recuerdan que “tienen una responsabilidad particularmente fuerte (...) para prevenir el uso indebido y problemas de control, y la amplificación de otros riesgos”. Harari, que parece ir parcial o totalmente en el mismo sentido reflexivo de quienes participaron en el cónclave, apela a la memoria y agrega que “en 1940, mientras las democracias liberales se encaminaban al basurero de la historia, era fácil creer que Stalin y Hitler eran un ejemplo de aprovechamiento de la tecnología industrial”.
Ningún robot humanoide se desarrolla sin el componente de la IA. ¿Cuáles serán los algoritmos con los que se habrá de “educar” o “capacitar” a esos sistemas antropomórficos? ¿Qué información contendrán?
“La IA puede (...) incluso inventar nuevas armas de destrucción masiva (...) desde bombas nucleares superpotentes hasta pandemias supermortales” y, a no dudarlo, “es potencialmente mucho más poderosa e ingobernable que las máquinas de vapor, los telégrafos y todas las tecnologías anteriores, porque es la primera tecnología de la historia que puede tomar decisiones y crear nuevas ideas por sí misma”. En términos históricos y comparativos, destaca Harari que “las ametralladoras y las bombas atómicas sustituyeron a los músculos humanos en el acto de matar, pero no pudieron sustituir a los cerebros humanos a la hora de decidir a quién matar”. Robots humanoides e IA, claramente, un desarrollo tecnológico para seguir bien de cerca. No debiéramos mirar hacia otro lado.
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La ciencia crea un nuevo paradigma: lanzan modelo de inteligencia artificial que puede razonar
El creador de ChatGPT, OpenAI, lanzó este jueves o1, una nueva línea de modelos de inteligencia artificial (IA) generativa capaz de razonar y de responder a preguntas particularmente complejas, por ejemplo de matemáticas.
A diferencia de sus predecesores, estos nuevos modelos han sido concebidos para refinar sus procesos de pensamiento, probar diferentes métodos y reconocer errores antes de proporcionar una respuesta final.
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El director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, elogió los modelos como “un nuevo paradigma: una IA que puede realizar razonamientos complejos de propósito general”.
Sin embargo, advirtió que la tecnología “todavía tiene fallas, es limitada y parece más impresionante la primera vez que se la usa que después de pasar más tiempo con ella”.
OpenAI, respaldado por Microsoft, dijo que en los ensayos, los modelos se desempeñaron de manera comparable a los estudiantes de doctorado en tareas difíciles de física, química y biología.
También destacaron en matemáticas y codificación, logrando una tasa de éxito de 83% en un examen de calificación para la Olimpiada Internacional de Matemáticas, en comparación con el 13% de GPT-4o, su modelo de uso general más avanzado.
En un concurso de matemáticas para estudiantes de secundaria estadounidenses, o1 quedó “entre los 500 mejores”, añadió.
“Al igual que un ser humano que puede pensar mucho tiempo antes de responder una pregunta difícil, o1 utiliza una cadena de pensamiento (...) Aprende a reconocer y corregir sus errores. Aprende a descomponer las etapas más delicadas en otras más simples. Aprende a probar un enfoque diferente cuando el actual no funciona”, explicó OpenAI.
La compañía dijo que las capacidades de razonamiento mejoradas podrían usarse para que los investigadores de atención médica anoten datos de secuenciación celular, que los físicos puedan generar fórmulas complejas y los desarrolladores de computadoras sean capaces de construir y ejecutar diseños de varios pasos.
Indicó igualmente que los nuevos modelos son capaces de resistir mejor que los anteriores los intentos de eludir los mecanismos de seguridad.
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OpenAI destacó que sus medidas de seguridad reforzadas incluían acuerdos recientes con los Institutos de Seguridad de IA de Estados Unidos y Reino Unido, a los que se les concedió acceso temprano a los modelos para su evaluación.
Fuente: AFP
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Probadores virtuales revolucionan la moda
Por: Adelaida Alcaraz
La tecnología de Aumenta permite a los clientes elegir prendas a medida de una tienda online o física sin salir de la casa.
Los videojuegos y la personalización de avatares han cambiado la forma en que interactuamos con las marcas y productos, creando una demanda de experiencias inmersivas en otros sectores. La moda, siempre a la vanguardia de la innovación, ha encontrado en la Web AR (Realidad Aumentada basada en la web) una herramienta para transformar la experiencia de compra tradicional.
Aumenta, bajo la dirección de Aldo Orué, está liderando este cambio revolucionario. “La idea de aplicar AR en la moda nace de la necesidad de ofrecer experiencias de compra más personalizadas y atractivas. Queremos acercarnos a la fantasía de los ‘probadores virtuales’ y superar las limitaciones del comercio electrónico”, comentó el empresario a FOCO Business.
Agregó que la combinación de estas necesidades con el avance tecnológico convierte a la AR en una herramienta potente para reinventar la compra de ropa, especialmente para jóvenes y entusiastas de la tecnología.
La tecnología de Aumenta utiliza IA para detectar y seguir el cuerpo del usuario en tiempo real, permitiendo superponer digitalmente prendas sobre su figura. Este proceso comienza con la detección y seguimiento del cuerpo a través de técnicas de machine learning y visión por computadora. Luego, una prenda digital se ajusta al cuerpo del cliente, y el sistema permite cambiar el diseño, color o estilo de la prenda mediante controles interactivos.
La experiencia se completa con una simulación realista de telas, donde las prendas responden al movimiento de la persona, la gravedad y otros factores del entorno virtual. Así se pueden cambiar entre 5 y 10 prendas por escena sin salir de la experiencia AR, creando la ilusión de probarse múltiples conjuntos rápidamente.
Aunque no se seleccionan tallas tradicionales como S, M o L, el sistema adapta automáticamente la prenda virtual para ajustarse al cuerpo del usuario, manteniendo proporciones correctas en torso, brazos y piernas.
La hoja de ruta de Aumenta está trazada. En los planes de Aldo se encuentran hacer que más marcas (tanto de tiendas online como físicas) conozcan esta tecnología, estudiar el comportamiento de los usuarios con este modelo entretenido de probador virtual, medir el alcance, mejorar la precisión y personalización de cada cuerpo, estatura, talla para luego ampliar el catálogo de productos disponibles para probarse. Esto significa, incorporar accesorios (como gafas, cinturones, bolsos) y prendas más complejas como trajes de baño, ropa interior o trajes de alta costura.
La Web AR ofrece un mundo de oportunidades y este es solo el comienzo. Aumenta planea llevar la tecnología a desfiles de moda, permitiendo a los espectadores explorar colecciones desde sus dispositivos móviles. La revolución en la moda ha comenzado, y la Web AR promete hacerla más inmersiva y accesible que nunca.
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La inteligencia artificial no se enferma
El gran “Cuco” de hoy se llama inteligencia artificial, que tiene atemorizado al mundo por sus supuestos ilimitados poderes, que amenazan hasta con dejar sin trabajo a los humanos, incluso a artistas, actores, creativos y a nosotros los periodistas y escritores. A pesar de tanta fama, creo que a la IA no se ocurriría escribir ciertas historias, aunque se juntaran todas las computadoras del planeta.
Escribir por ejemplo este cuento, que en realidad no es un cuento sino una experiencia real que titularemos “El hospital para los sanos”. Sí, este no es un nosocomio muy diferente a otros, sino uno en el que los administradores y médicos ganan dinero a costa de los asegurados mientras estos solo reciben palos en la rueda.
La historia comienza cuando Juan (sí, de Juan Pueblo) entra por el portón principal del hospital en un Bolt a las 5:30 de la mañana. Se fija con rabia el amplio y vacío estacionamiento techado destinado a los médicos y administradores y mucho más allá, bajo el mangal, el lugar para que estacionen los enfermos. Queda lejos. Juan no puede caminar tanto, así que debe pagar para que lo traigan.
Sonríe resignado y piensa en la injusticia de pagarles el sueldo a esos que deberían trabajar para él, pero que sin embargo gracias a él viven como reyes. Pero es solo un segundo, puesto que comienza a caminar lentamente para llegar a la puerta en la que debe “agendarse”. Allí atiende una peliteñida a la que le encanta hacer sufrir a los pacientes, se alimenta de las súplicas que provocan sus negativas.
Como si no existiera un teléfono para facilitar el proceso, tras anotar su nombre entre los presentes, cada paciente debe caminar más de 150 metros de ida para realizar la “confirmación” en una ventanilla… y hacer otros 150 metros de regreso a esperar la llegada del médico. A Juan le da la impresión de que la peliteñida vestida de blanco sonríe entre dientes cuando avisa a los que esperan que el doctor está de reposo, así que no habrá consulta. Juan deberá esperar un mes y tirar a la basura los resultados de los análisis que trajo para la consulta.
Al mes siguiente se repite la misma rutina, pero el facultativo está de vacaciones y el reemplazo le advierte que “esta vez” le dará los medicamentos correspondientes, pero que la próxima deberá “empadronarse” o no tendrá sus medicinas.
Es una victoria. Ahora debe pagar para recorrer los 300 a 400 metros hasta el “nuevo edificio”, donde se encuentra la farmacia para retirar lo que indica su receta. Al final llega a casa con la sensación de haber conquistado el mundo solo por haber conseguido sus medicinas sin las cuales no podría vivir.
Nuevos análisis, y un mes más tarde vuelve con la esperanza de consultar con su médico “de confianza”: pero está en un congreso y el doctor que lo recibe lo recrimina por no estar empadronado y advierte que es la “última vez” que podrá darle sus medicinas si no se anota como es debido (para tres meses). Solo le dará los inyectables, pero tendrá que volver en dos días por los orales, cuando esté menos ocupado. Resignado, rumia por el trato. No puede hacer otra cosa. Si lo “marcan” será peor, no tendrá más remedios, así que vuelve a los dos días con la misma sonrisa de idiota.
Son las 5:30. Lo agendan, camina los 300 metros, lo confirman y regresa jadeando. Todo marcha sobre ruedas. Es empadronado y le dan la receta con las 4 drogas que necesita. Paga el Bolt para llegar a la farmacia… pero allí le comunican que no tienen un medicamento en el formato que pone la receta y que debe volver junto al médico para que se la cambie. Jadeante, mira con incredulidad.
Recorre de nuevo la distancia para explicarle al médico lo sucedido, pero hay “1.000 gentes”. La peliteñida disfruta con su problema y le comunica al doctor el caso. Ella regresa y le dice que debe volver a la farmacia para que anulen el empadronamiento para poder cargar una nueva orden.
Recorre otra vez los 800 metros hasta la farmacia y pide en la ventanilla de control interno que anulen la receta para poder cargar el pedido correcto. Ya no tiene fuerzas para volver, así que ruega que avisen a la peliteñida cuando esté la anulación para que el galeno cargue de nuevo los medicamentos. Tras largos minutos de espera llega la confirmación de la anulación y la nueva receta… pero solo será válida por esta vez porque “no se puede empadronar dos veces el mismo día”.
El desafío está hecho, a ver si la IA puede inventar una historia como esta. Por mi parte, estoy absolutamente seguro de que no podrá ya que la IA no se enferma y no tiene posibilidad de recorrer los pasillos de este hospital que existe y que no está en rincón más recóndito de la selva africana. Es el hospital de los sanos y de los avivados.