• AFP

Una nueva ráfaga de lluvias torrenciales cayó el fin de semana sobre el sur de Brasil, en donde inundaciones históricas ya dejan más de 130 muertos, lo que complicaba las labores de emergencia y sembraba temo­res de nuevos desastres.

“Muchas personas ven la llu­via y están traumatizadas. Notamos el susto de la gente. Sabemos que cuando llueve el agua termina aumentando aún más”, dijo a la AFP Enio Posti, bombero de Porto Ale­gre, capital del estado Río Grande do Sul, en gran parte todavía inundada. Las creci­das de ríos provocadas por los volúmenes históricos de agua que cayeron desde fina­les de abril en este estado agrí­cola dejan un saldo total de 136 fallecidos, 806 heridos y 125 desaparecidos, según Defensa Civil.

Más de dos millones de perso­nas han sido afectadas por la catástrofe, que expertos de la ONU y el Gobierno brasileño vinculan al cambio climático y al fenómeno de El Niño. De acuerdo con el último balance de Defensa Civil, más de 537.000 personas fueron des­alojadas de sus casas y otras 81.000 están en refugios. Ade­más, unas 92.000 viviendas resultaron dañadas o destrui­das, según la Confederación Brasileña de Municipios.

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Las autoridades están en alerta desde que las lluvias volvieron con fuerza el vier­nes a Porto Alegre y a otras áreas ya afectadas del estado, y multiplican los mensajes a la población de no regresar a los lugares en riesgo. “Yo estaba empapado. Ellos me recibieron bien y me dieron ropa. Ahora estoy bien”, dijo a la AFP Everton Machado, un habitante de 36 años, tras ser rescatado por un bote mientras iba en búsqueda de sus padres. En las anegadas calles del barrio de São João, muchos voluntarios y bombe­ros seguían trabajando bajo la copiosa lluvia, observaron periodistas de la AFP. Equipa­dos con motos de agua o botes inflables, llevaban la ayuda a los afectados. También reci­bían mascotas que sus dueños no pueden cuidar.

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