- Jerusalén, Indefinido. AFP.
Israel anunció ayer martes que sus soldados ya operan en Ciudad de Gaza, principal localidad de la Franja de Gaza, y subordinó cualquier cese el fuego en el territorio palestino a la liberación de los rehenes capturados durante el sangriento ataque llevado a cabo por Hamás hace exactamente un mes.
“Estamos en el centro de Ciudad de Gaza”, declaró el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en una rueda de prensa. “Gaza es la mayor base terrorista jamás construida”, agregó, mientras el país rendía homenaje a las 1.400 personas asesinadas el 7 de octubre por los milicianos islamistas, que capturaron a 240 personas llevadas a Gaza.
El ataque, el más letal desde la creación de Israel en 1948, desencadenó una campaña de bombardeos contra el territorio palestino, gobernado por Hamás desde 2007. Además de imponer un “asedio total” al enclave, interrumpiendo los suministros de agua, comida y carburante, el ejército libra batallas terrestres, con el objetivo de “aniquilar” a Hamás.
El grupo islamista informó el lunes que los bombardeos israelíes ya habían dejado más de 10.000 muertos en la Franja, entre ellos, más de 4.000 niños. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, condicionó un alto el fuego, reclamado por numerosos países, a la liberación de los rehenes.
“Ni gasolina (...) ni cese el fuego sin la liberación de nuestros rehenes”, sentenció el mandatario ultranacionalista en un discurso televisado. Netanyahu también señaló que Israel controlará la seguridad del territorio palestino de 2,4 millones de habitantes cuando termine la guerra.
“Ha sido un mes completo de carnicería, sufrimiento incesante, derramamiento de sangre, destrucción, ultraje y desesperación”, dijo el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk. El ejército israelí lleva semanas ordenando a los civiles del norte de Gaza que huyan hacia el sur. Las autoridades estadounidenses aseguraron el sábado que aún hay cerca de 350.000 civiles en el norte del enclave, donde se concentran la mayoría de los combates.
Con uno de sus hijos en brazos, Amira al Sakani recordó las octavillas lanzadas por el ejército israelí urgiéndole salir de la zona. Contó que en el camino vio “cuerpos de mártires, algunos despedazados”. “Queremos paz, ya basta, estamos cansados, queremos un futuro feliz”, dijo a AFP.