Salto, Uruguay. AFP.
Cada vez que Alfonso Formoso necesita cargar combustible viaja a otro país. Conduce unos 30 kilómetros desde Salto, la ciudad de Uruguay donde vive, hasta la vecina Concordia, en Argentina. De paso, va al supermercado y cena algo. Su bolsillo, agradecido. La economía uruguaya, no tanto.
Ante la constante devaluación del peso argentino, decenas de miles de uruguayos atraviesan diariamente los puentes ubicados en tres puntos de la frontera fluvial de más de 800 km que separa a los dos países para aprovechar los bienes y servicios mucho más baratos al oeste del río Uruguay.
“A veces me paso dos veces por semana. Ayer nomás vine con un amigo”, comenta a la AFP Formoso en un restaurante en Concordia. “Ni el precio mucho miramos”, confiesa este estudiante universitario de 23 años. Diego Labeque Drewanz, coordinador argentino del Centro de Frontera Concordia-Salto, destaca el crecimiento del flujo vecinal, que ha provocado filas de vehículos de seis kilómetros de largo.
“Hemos tenido picos de hasta 14.000 personas por día”, cuenta. El promedio diario es de 8.800 desde enero. El fenómeno se agudizó tras las elecciones primarias de Argentina en agosto, luego de las cuales el Gobierno devaluó el peso alrededor de 20 %, ante una fuerte presión sobre el dólar que obligaba al Banco Central a utilizar sus menguadas reservas para sostener el tipo de cambio.
En Argentina, donde a diferencia de Uruguay el acceso al mercado de cambios es restringido, la devaluación amplió la brecha entre la cotización del dólar oficial, referencia para la fijación de precios, y el dólar transado en el mercado negro.