AFP.
El papa Francisco lamentó ayer que la muerte de su predecesor Benedicto XVI, ocurrida el 31 de diciembre, haya sido “instrumentalizada” por algunos sectores de la Iglesia. En declaraciones a bordo del avión que lo condujo a Roma desde Sudán del Sur, el Papa sostuvo que la muerte de Benedicto “ha sido instrumentalizada por gente que quiere llevar el agua a su molino. La gente que instrumentaliza a una persona así de buena, a un Santo Padre de Dios... Esa gente no tiene ética: es gente de partido, no de iglesia”.
“Dejo de lado esas cosas, porque no prosperarán, caen por su propio peso, como en el resto de la historia de la Iglesia”, agregó el Papa al hablar por primera vez de los enfrentamientos internos y las críticas de los sectores más conservadores tras la muerte, a los 95 años, del Papa emérito.
El fiel colaborador por décadas de Benedicto XVI, el obispo alemán Georg Gänswein, ha sido uno de los que no han ahorrado ataques al papa Francisco, inclusive durante la semana en que el Papa emérito estaba siendo velado en la Basílica de San Pedro. El obispo sostuvo que la decisión de Francisco de prohibir la celebración de la misa en latín, rehablitada en 2007 por Benedicto XVI, “le había partido el corazón”, y llegó a lanzar en enero un libro con críticas al Papa argentino.
“Eso de que estaba disgustado son cuentos chinos”, comentó sin titubear el Pontífice latinoamericano en la tradicional rueda de prensa. Francisco describió también su relación con el Papa emérito, quien residía en un convento dentro del Vaticano, y aseguró que contó siempre con su apoyo. “Él siempre estuvo a mi lado, apoyándome. Si tenía alguna dificultad me la decía y no había problemas”, contó.
El papa Francisco clausuró ayer su visita a África con un llamamiento a “deponer las armas” durante una misa en la capital de Sudán del Sur, que marcó el final de una gira de seis días por la paz y la reconciliación iniciada en la República Democrática de Congo. “La venta de armas creo que es la mayor plaga del mundo”, lamentó el Papa.