- Brasil. AFP.
El flamante presidente de Brasil, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, se comprometió ayer a “reconstruir el país junto al pueblo brasileño”, tras el mandato de su archirrival, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
“El diagnóstico que recibimos del gobierno de transición es desastroso. Vaciaron los recursos de salud, desmontaron la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología, destruyeron la protección del medio ambiente”, dijo Lula en su primer discurso tras su investidura en el Congreso de Brasilia.
En un ambiente de carnaval, decenas de miles de simpatizantes de Lula da Silva acudieron ayer a la Explanada de los Ministerios de Brasilia para ver de cerca la toma de posesión del presidente electo de izquierda, soñando con ser “felices de nuevo”.
“Suenen las maracas, con Lula presidente, la vida mejorará”, canta un grupo de indígenas en medio de una danza tradicional, con el cuerpo cubierto de pinturas tribales. “Vine a la toma de posesión de Lula porque no me gusta (el presidente saliente Jair) Bolsonaro. A diferencia de este, Lula respeta a los nativos, a los primeros habitantes de Brasil”, dice a la AFP el cacique Bepkriti Teseia, de 42 años, de Pará (norte).
Por su parte, Loide Farias, de 49 años, vino de Curitiba, sur de Brasil. Esta mujer rubia con gorra roja recuerda con emoción cómo sufrió en el campamento de activistas que se instaló ante la sede de la Policía Federal de Curitiba cuando Lula estuvo preso por corrupción entre el 2018 y 2019. “¡Ver a Lula de nuevo en el poder no tiene precio! Lo vimos en la cárcel, lloramos mucho, teníamos miedo de que nunca saliera, aunque siempre mantuvimos la esperanza”, dice.
“JOVEN” DE 77
El logro de un tercer mandato conmovió a este autodefinido “joven” de 77 años, que no pudo contener el llanto durante la certificación de su elección en diciembre, luego de imponerse por poco (50,9% a 49,1%) al mandatario saliente, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Tras su paso por prisión y anuladas sus condenas, que muchos interpretaron como su fin, Lula, el ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana vuelve a la primera línea de la política.
Del 2003 al 2010 gobernó la mayor potencia de América Latina, dejando el cargo con una aprobación nunca vista, de 87%. El ex líder sindicalista fue elogiado por administrar una bonanza del precio de las materias primas que permitió sacar a 30 millones de brasileños de la pobreza.