Washington, EEUU. AFP.

Tras haber anulado la sentencia que permitía el acceso al aborto en Estados Unidos, la muy conservadora Corte Suprema inició ayer lunes un nuevo período de sesiones que podría terminar con otras fuertes decisiones, en especial en cuanto a los derechos de los afroestadounidenses y de las parejas homosexuales.

Discriminación, derechos electorales, inmigración. Son varios los casos explosivos en la agenda de la alta jurisdicción estadounidense que tiene, por primera vez en su historia, una mujer negra entre sus magistrados.

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La llegada de Ketanji Brown Jackson, nominada por el presidente demócrata Joe Biden, no modifica el equilibrio en el seno del templo del derecho de Estados Unidos, que conserva una sólida mayoría de seis jueces conservadores en un total de nueve, tres de ellos nominados por el ex presidente republicano Donald Trump.

Entre el 2021 y el 2022, “la Corte se apoyó en este bloque conservador para volver sobre jurisprudencias establecidas desde hace tiempo” y “parece estar dispuesta a continuar (...) sin restricciones”, según David Cole, director jurídico de la influyente organización de defensa de los derechos cívicos ACLU.

En junio, la Corte Suprema revocó la sentencia que desde hace cerca de 50 años garantizaba el derecho al aborto en Estados Unidos, expandió el derecho al porte de armas, reforzó el lugar de la religión en la esfera pública y limitó los poderes de la agencia a cargo de la protección medioambiental.

Sus decisiones han sumido a la izquierda en la confusión y regocijado a los conservadores, que denunciaban desde hace años un “activismo judicial” de la Corte, convertida en el árbitro de grandes debates sociales.

Ilya Shapiro, experto del conservador centro de pensamiento Manhattan Institute, estima que la Corte está en proceso de corregir “los excesos” de los años 70.

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