Hace 74 años, el 29 de noviembre de 1947, la recientemente creada Organización de las Naciones Unidas tuvo su primera gran prueba, al someter a consenso de sus entonces 57 miembros una de las decisiones más trascendentales que hasta hoy sigue vigente, tanto por lo que se resolvió por amplia mayoría, como por lo que no se implementó a posterioridad de la decisión.
Con la ausencia únicamente de Tailandia y con el continente africano en franca descolonización y sin integrar aún el organismo mundial, 56 países resolvieron por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones, la creación de dos Estados en el territorio del Mandato Británico de Palestina.
EEUU y URSS estuvieron de acuerdo
Votaron a favor de partir el territorio y crear dos Estados independientes: Australia, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, Brasil, Canadá, Checoslovaquia, Costa Rica, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Haití, Holanda, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia, Suecia, Sudáfrica, URSS, Ucrania, Uruguay y Venezuela.
Se opusieron Afganistán, Arabia Saudí, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Siria, Turquía y Yemen, mientras que Argentina, Colombia, Chile, China, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Reino Unido y Yugoslavia se abstuvieron de votar.
Fue uno de los pocos momentos en que las superpotencias emergentes tras la Segunda Guerra Mundial, EEUU y la URSS, estuvieron de acuerdo y, así como la mayoría de los países que se alineaban detrás de ellos, también dieron su aprobación para particionar el territorio del Mandato Británico y hacer nacer a dos Estados, uno judío y otro árabe.
El gran error árabe
El 29 de octubre del 2011, ante las cámaras del Canal 2 de la televisión israelí, el actual presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, afirmó que rechazar el plan de partición “había sido, en su conjunto, un error árabe”.
El plan votado en noviembre de 1947 fue aceptado por los líderes judíos, quienes veían con esperanza y júbilo en la concreción un anhelo de casi dos mil años, regresar a la tierra desde donde varias veces y por diferentes imperios a lo largo de la historia de la humanidad fueron expulsados y perseguidos.
Profunda división
Los Estados árabes priorizaron sus propios intereses y, aunque hicieron suya la causa palestina, lo hicieron con el fin de buscar liderazgo regional, sacrificando los intereses de los árabes palestinos quienes vivían bajo el mandato británico, y la propuesta surgida por mayoría en las NNUU fue rechazada.
La propia Liga Árabe, creada para enfrentar la posible partición territorial y la creación de un Estado judío, tal como sucedió posteriormente, se encontraba profundamente dividida a causa de intereses nacionales jordanos y egipcios.
Tanto Amán como El Cairo querían una porción del territorio y en realidad ninguno de ellos hablaba en nombre de los árabes palestinos. El tiempo transcurrido entre la aprobación de la Resolución 181/47 de partición del Mandato Británico de Palestina hasta la declaración de independencia de Israel, en mayo del siguiente año, tiñó de sangre esa tierra y puso la semilla para que esa situación persista aún.
Preparativos para la guerra
En Damasco, capital de Siria, el 30 de noviembre de 1947 se inició el reclutamiento de tropas con miras al conflicto que se avecinaba, mientras que el gobierno egipcio rechazó el plan establecido por las NNUU e informó que seguiría tratando con el Estado árabe de Palestina, algo que no se correspondía con la verdad porque nunca existió tal Estado en ese entonces.
Luego del dominio del Imperio Otomano, derrotado tras la Primera Guerra Mundial, el territorio quedó a cargo del Imperio Británico y Francia, quienes se repartieron literalmente el Medio Oriente.
La Resolución 181/47 de las NNUU fue la encargada de crear por primera vez dos Estados en ese territorio, algo que se concretó a medias el 14 de mayo de 1948, cuando los británicos oficialmente dejaron el lugar y nació el Estado de Israel, dentro de las fronteras que le fueron asignadas por una Comisión de Notables, quienes concluyeron tras años de estar presentes allí, cuáles debían ser las fronteras entre ambos países.
El Estado palestino nunca vio la luz y los intereses de las naciones árabes fueron mucho más importantes para ellos mismos que la propia causa palestina, lo que llevó a sucesivas guerras contra Israel, la primera de ellas solo a horas de haber declarado su independencia.
Tema destacado en Paraguay
En los medios de nuestro país en aquel entonces, la situación por la que atravesaba esa región era el tema principal. El diario El País publicó en su portada y como tema principal que los países árabes anunciaban la guerra en Palestina, algo que no se concretó de manera inmediata porque los británicos permanecieron por espacio de 6 meses más.
Los saqueos e incendios a propiedades de judíos en países árabes fueron atacados y algunas sinagogas, como la de Alejandría (Egipto) fueron saqueadas e incendiadas. Los movimientos juveniles en Líbano pedían romper relaciones con los países que aprobaron esta partición, entre ellos Paraguay.
Muchas ciudades judías en el territorio del Mandato Británico fueron sometidas a bloqueos por parte de grupo de combatientes árabes; sin embargo, las fuerzas judías, entrenadas para la resistencia en la Segunda Guerra Mundial, se abrían paso, dejando en claro que la superioridad numérica árabe no iba a significar una ventaja definitiva.
Desaciertos de la ONU
El Plan de Partición aprobado por la Resolución 181/47 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no estaba exento de fallas. La continuidad territorial era complicada para ambos Estados y aunque definía el estatus internacional de la ciudad de Jerusalén, no especificaba de qué manera se llegaría a implementar eso en la realidad.
Aún más las cosas se complicaron en la ONU cuando al año siguiente, un cambio de sus estatutos no permitió que el Consejo de Seguridad compuesto por EEUU, URSS, Francia y Gran Bretaña pudieron poner en práctica el plan de partición y mucho menos hacerse cargo del estatus internacional de Jerusalén, protegiendo de esa manera a los lugares santos del Cristianismo, el Judaísmo y el Islam.
Es por eso que, apenas declaró Israel su independencia el 14 de mayo de 1948, el ejército jordano ocupó toda la ciudad de Jerusalén y permaneció en ella hasta que fue totalmente recuperada por Israel en la Guerra de los Seis Días en junio de 1967.