POR RICARDO RIVAS, corresponsal en Argentina, Twitter: @RtrivasRivas
“Sobre el ataque a incendiario a Clarín, lo único que le puedo confirmar, es que, como usted dice, trabajamos sobre una huella digital completa y otra incompleta y un tanto borrosa sobre el vidrio de una botella hecha bomba molotov que no estalló para tratar de identificar, por lo menos, a uno de los atacantes”, confió a este corresponsal una fuente judicial que demandó reserva de su identidad. La agresión incendiaria de la que fue blanco uno de los edificios del Grupo Clarín, ubicado en la calle Tacuarí al 1700, en el barrio de Barracas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se produjo cerca de las 23.50 del lunes pasado, sin que se registraran victimas ni daños materiales de envergadura.
En el inmueble, donde tiene su sede Artes Gráficas Argentinas (AGEA), según pudo saberse, sólo se encontraba un encargado de permanecer allí en las horas nocturnas dado que esa propiedad es totalmente protegida con un sistema de seguridad de última generación que no demanda de la presencia física para vigilar lo que allí sucede las 24 horas. Por esa razón, la agresión logró ser captada por el sistema de cámaras instaladas en todo el espacio perimetral.
BOTELLAS CON COMBUSTIBLE
En las imágenes, que el Grupo Clarín publicó y puso a disposición de los medios que lo requirieran, se observa claramente que los atacantes llegan caminando por la vereda de enfrente. En un momento, se detienen y uno de ellos, intenta encender sin éxito la mecha de una de las botellas con combustible y la arroja rápidamente sin lograr la ignición. El artefacto, que cae sobre le vereda de Clarín sin estallar ni encenderse, es el que analizan los investigadores como se explicó más arriba. Dos de los acompañantes de quien falló en el ataque incendiario, en cuanto vieron que el cómplice fracasó, lanzaron otras bombas que sí estallaron y permanecieron llameantes por algunos minutos.
Luego, los agresores, sin apresurarse se retiran del lugar caminando, como llegaron. Sin apuro, ni mucho menos. A partir de la llegada de la policía y los bomberos al lugar, comenzó una pesquisa judicial que tiene a su cargo el juez federal Gustavo Ramírez, que caratuló el expediente como “averiguación intimidación pública” y en la que interviene el fiscal Gerardo Pollicita.
PERICIAS
El magistrado ordenó la realización de diversas pericias y dispuso recibir declaraciones testimoniales al único empleado de la firma presente en el momento en que ocurrieron los hechos y a varios vecinos del lugar que, sin embargo, poco pudieron agregar a lo que las grabaciones de los vídeos de seguridad aportan a la pesquisa. En la búsqueda de pistas, el elemento de mayor relevancia pericial que recogieron los pesquisantes en el área fue, justamente, la primera bomba molotov arrojada -la que no estalló- porque es en ella que se imprimieron las dos huellas digitales ya mencionadas que podrían ser del agresor.